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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Reforma Educacional: el origen de la competitividad país

Nuestro sistema educacional es deficiente, incapaz de entregar a la sociedad ciudadanos que hagan crecer la productividad lo suficiente para incrementar la competitividad de la economía.

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Roberto Castro es Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas, Universidad Central.

La discusión pública en torno a los bajos indicadores de crecimiento (IMACEC) se ha centrado en torno a la caída de la inversión y la falta de incentivos para la misma, como la causa del lento crecimiento de la economía chilena en el primer trimestre.

Cabe precisar que el nivel de competitividad de un país, es un indicador de la capacidad que este alcanza para proveer un horizonte de prosperidad creciente a su población.

Por más de tres décadas el Foro Económico Mundial ha estudiado y comparado la competitividad de los países, entendiendo por ella al conjunto que forman sus instituciones, las políticas económicas y sociales que desarrollan y otros factores que determinan su nivel de productividad.

Éste, a su vez, se traduce en el nivel de prosperidad que puede alcanzar la economía, variable principal para determinar el retorno que obtendrá una inversión destinada a proveer un bien o servicio, mientras que la inversión y su tasa de retorno son uno de los factores fundamentales para el crecimiento del PIB. Así, una economía más competitiva es aquella capaz de crecer mas rápido en el tiempo y, en consecuencia, entregar una mayor prosperidad a su población.

Desde 2005 el Foro Económico Mundial ha desarrollado el Índice de Competitividad Mundial (GCI), herramienta de análisis mediante la cual clasifica a los países de acuerdo con una medición de las bases tanto microeconómicas como macroeconómicas de la competitividad de un país.

Al iniciar esta clasificación, en 2005, Chile ocupaba el lugar 27 a nivel mundial y hoy ocupa el 34. Podemos decir, entonces, que la Presidenta Bachellet recibió el país en su primer mandato en el lugar 27 y, producto de la crisis financiera de los años 2008 y 2009, lo entregó en el lugar 30. El ex Presidente Piñera no lo hizo mejor: lo recibió 30° y se lo devolvió a Bachellet en el lugar 34.

¿Cuáles son los factores que están jugando en contra de nuestro nivel de competitividad? Al mirar el ranking de los diversos factores que lo merman, se observa que entre aquellos en que tenemos peor clasificación, se encuentran: calidad de la educación primaria (119); calidad del sistema educacional (91); calidad de la enseñanza en matemáticas y en ciencia (117); capacidad para la innovación (83); desarrollo de ventajas competitivas (114) y desarrollo de las cadenas de valor (73).

En definitiva, nuestro sistema educacional es deficiente, incapaz de entregar a la sociedad ciudadanos que hagan crecer la productividad lo suficiente para incrementar la competitividad de la economía. Eso se refleja en que Chile no posee suficiente capacidad de innovar, lo que no le permite desarrollar ventajas competitivas (seguimos basando nuestro crecimiento en los recursos naturales) y las cadenas de valor en la producción de bienes y servicios son estrechas o limitadas; hay mucho valor económico que no se desarrolla perdiendo oportunidades de aumentar nuestra prosperidad.

Pocas dudas parecen quedar, entonces, de la necesidad de reformar nuestro sistema educacional para que pueda responder mejor a las necesidades del mercado del trabajo y asegure la disponibilidad de personas adecuadamente calificadas para el desarrollo de la actividad productiva y también de la capacidad de innovación y el emprendimiento.

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