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4 de Noviembre de 2014

El necesario cambio de mirada para un planeta vivo

Una de las salidas que se avizoran para conseguir cerrar este capítulo negativo para la humanidad es cambiar la perspectiva, instalando en nuestras mentes la visión que tenemos un solo planeta y que los recursos no son infinitos

Por Rodrigo Catalán
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Rodrigo Catalán es Ingeniero Forestal de la Universidad de Chile, actualmente se desempeña como director de Conservación de WWF Chile. Ha desarrollado diversos proyectos en el tema de plantaciones forestales y sustentabilidad.

Los seres humanos de hace dos generaciones atrás fueron afortunados, ya que tuvieron la posibilidad de conocer más del doble de las poblaciones animales que hoy nosotros solo lograremos ver en libros, fotografías o museos. La gran pregunta para la generación actual es cuántas de las especies que ahora se encuentran amenazadas podrán llegar a ser conocidas por nuestros hijos y nietos. 

La respuesta a esta interrogante combina diversos factores, pero sin duda nuestras propias acciones jugarán un papel preponderante frente al legado que dejaremos a los que vienen.

Hasta el momento, las proyecciones no son muy alentadoras, ya que nuestro estilo de vida desmedido ha hecho que día a día, literalmente, estemos consumiendo los recursos que la naturaleza podría destinar a aquellos hombres y mujeres que recién dan sus primeros pasos sobre la Tierra o para los que aún no han llegado. El mundo necesita hoy un planeta y medio para sostener la vida humana, y algunos países incluso requieren hasta cuatro e incluso seis, como Estados Unidos y Kuwait, respectivamente.

Una de las salidas que se avizoran para conseguir cerrar este capítulo negativo para la humanidad es cambiar la perspectiva, instalando en nuestras mentes la visión que tenemos un solo planeta y que los recursos no son infinitos.

Este es el llamado que enfatiza WWF en la última versión de su Informe Planeta Vivo, publicación bienal que presenta el estado de salud de la naturaleza a nivel mundial y muestra también cómo nos hemos comportado nosotros, a través de la huella ecológica de la humanidad.

El reporte señala que el Índice Planeta Vivo -que mide más de 10 mil poblaciones críticas de mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces- ha caído un 52% entre 1970 y 2010. Lo más preocupante es que la mayor declinación poblacional de vertebrados se registra en Latinoamérica, debido principalmente a la intensa presión sobre nuestra región.

Estos seres vivos constituyen piezas clave en el tejido de los ecosistemas que sustentan la vida de todo lo que existe y nos van mostrando las consecuencias de lo que hacemos o dejamos de hacer por nuestro único hogar: la Tierra.

Por otro lado, la demanda de los seres humanos por recursos supera en un 50% lo que el planeta puede renovar en forma natural y sustentable. De mantenerse esta tendencia de a sobreexplotación, que se manifiesta en aspectos como mayor tala de bosques, agotamiento de stocks pesqueros, baja disponibilidad de agua, entre otros,  enfrentaremos en los próximos años un riesgo de colapso de los ecosistemas.

El desafío que tenemos por delante como seres humanos es, primero, comprender que estos procesos no solo tienen que ver con conservación de la vida silvestre y los espacios naturales, sino que en el fondo son la cancha en la cual se está jugando el futuro de la humanidad. No debemos olvidar que la naturaleza es la principal fuente de nuestro bienestar, nuestra economía, nuestra seguridad alimentaria, nuestra estabilidad social y nuestra propia supervivencia. Es mucho lo que está en juego, pero aún tenemos la posibilidad de buscar soluciones creativas que permitan un mejor mañana, equitativo y sustentable, donde el ser humano pueda vivir en armonía con la naturaleza.

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