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4 de Diciembre de 2014

¡Despierta Michelle!

¿Resulta tan negativo el hecho de que Bachelet aparezca mal en las encuestas? Para algunos sí.

Por Francisco Méndez
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Francisco Méndez es Periodista, columnista.

Las encuestas vuelven a tomarse el escenario nacional. La del Cep y Adimark vuelven a provocar que los políticos se coman las uñas y caminen más sensibles por los pasillos del poder. Esto porque, según estos supuestos medidores de lo que pasa por las mentes de cada ciudadano, se ha evidenciado un incremento en la desaprobación de la gestión del gobierno y una baja en la popularidad de Bachelet. Sin mencionar, claro está, la constante caída de la derecha.

Otra de las noticias importantes de estos sondeos, parece ser el alza de la figura de un Marco Enríquez Ominami que aparece cada día mejor posicionado en los resultados de encuestas que periódicos y sitios online, ¿curiosamente?, utilizan muchas veces para decretar la debacle en lo que a ideas de izquierda se refiere.

Frente a esto la pregunta es, ¿resulta tan negativo el hecho de que Bachelet aparezca mal en las encuestas? Para algunos sí, sobre todo para quienes acostumbraron a ver a la mandataria con cifras exorbitantes que muchas veces sobrepasaban el límite de lo pudorosamente correcto en democracia. Sin embargo, si es que analizamos las cifras y lo que se intenta llevar a cabo, claramente los números eran esperables.

En un Chile en donde las realidades todavía las edifican las editoriales de los medios y los titulares antojadizos, es evidente que la figura de una administración que espera hacer cambios que remuevan aunque sea un poco el quietismo político, democrático y económico que vivimos hace treinta y tantos años, cause terror. Porque en muchas ocasiones no nos diferenciamos mucho de ese país feudal del que esperamos zafarnos cada día con más urgencia. Aún, como ciudadanos, sentimos los mismos miedos que sufren nuestros patrones.

Lo que no es normal, eso sí, es la poca fuerza que ha puesto Michelle Bachelet al llevar a cabo lo que se necesita. Si bien ha aumentado el tono y ha intentado instalar ante la esfera pública la idea de lo fundamental que es este espíritu reformista, lo cierto es que aún parece ver su propio gobierno desde afuera, casi como si estuviera ayudando, como buena persona que es, a sus ministros en su tarea.

Porque la conducción política para posicionar los temas y así debatir con fuerza la interminable lista de argumentos falaces de una oposición carente de ideas, pero abundante en medios para expresar esta carencia, ha sido nula. Principalmente porque no ha podido ordenar las fuerzas de una disidencia más bien antojadiza que propositiva como la que se ha levantado en algunos sectores de una DC. Una disidencia dominada por un discurso que disfraza de prudencia su idea profundamente reaccionaria de cómo Chile debe visualizarse hacia el futuro.

Por lo tanto, parece de suma importancia que la Presidenta demuestre que ha tomado el peso de la importancia y la necesidad de reformas de la dimensión de las que están impulsando. Porque hasta el momento parece ser la única en La Moneda que no lo demuestra. Que no nos hace sentir la urgencia de estas medidas si es que se quiere una sociedad en donde los derechos-acompañados de los deberes, claramente- sean el centro.

Si es que uno analiza la contingencia en los últimos meses, desde la llegada de la Nueva Mayoría al poder, se podrá dar cuenta de que esa urgencia abunda en la figura de Enríquez Ominami, ya que sin ser vocero ni amigo de quienes hoy se encuentran gobernando el país, curiosamente el eterno candidato a la presidencia-algunas veces de manera demasiada extasiada quizás- ha sido el mayor defensor de estas reformas.Ha sido quien ha puesto su capital político en éstas jamás siendo tomado en cuenta por la coalición gobernante. Incluso tiene más convicción que los “rebeldes” democratacristianos-recordemos que de la mano del comercial de la UDI, la rebeldía ha tomado otro significado- en torno a lo que se debe o no hacer.

Es cierto, es más fácil ser un eterno díscolo que jefe de Estado. Es cierto también que muchas veces las defensas de algo se pueden hacer de manera más fácil cuando no se tiene una responsabilidad política detrás. Pero es evidente que cuando se pretenden llevar a cabo procesos sociales relevantes para nuestra historia, se necesita de manera imperiosa una persona que crea en ellos no solamente por un mandato popular, sino porque tiene conciencia de lo medular de sus resultados.

Por lo tanto, sería bueno que Michelle fuera la conductora tenaz que Chile necesita en momentos como estos, en donde la democracia-siempre escuchando, claramente, en eso consiste lo democrático- demuestre su magnificencia por sobre pataletas de tres o cuatro familias que ven mermados sus intereses.

Para eso es necesario que Michelle despierte y entre en acción. Que asuma su cargo finalmente.

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