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28 de Febrero de 2015

¿Qué turismo queremos para Chile?

"El turismo sostenible también se entiende como una forma de viajar que se basa en el respeto de los viajeros hacia las personas y lugares que se visitan, mediante un acercamiento más profundo a la realidad local y cimentado en un intercambio cultural que resulta positivo para ambas partes".

Por Anita Rivera
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Anita Rivera es Estudio un Máster en Business Management en Londres, ciudad en la que vivió entre 2006 y 2011. Allí se especializó en temas de emprendimiento social y sustentabilidad, y desde entonces ha trabajado en proyectos relacionados con esas temáticas, incluido un fondo de inversión social en el Reino Unido, diversas empresas pertenecientes al Foro Económico Mundial y otras ONG en India y en Chile. Se le confirió la distinción iCats Fellow 2012 del fondo suizo de inversión LGTVP, que la trajo a TriCiclos hace dos años. Actualmente es socia y Gerente Comercial de TriCiclos y autora del blog www.ciudadanab.com.

Otro verano más que se va; las playas poco a poco se vacían de veraneantes, los niños ya vuelven al colegio, y los locatarios de hoteles y restaurantes comienzan a sacar el balance de la temporada recién pasada.

Muchos esperan que la huella económica sea positiva, pero ¿es también positiva la huella ambiental y social que generan estas actividades? ¿Qué tan sostenible es el turismo actual en Chile?

El turismo no está ajeno a las problemáticas globales de cambio climático, al contrario, es probable que donde primero se manifiesten las huellas del desbalance ambiental sea en los paisajes de nuestros parques nacionales, donde el impacto de la actividad humana contrasta de manera mucho más fuerte con la naturaleza virgen que se busca proteger.

Así mismo, en términos sociales, cabe preguntarse si la avalancha desmedida de turistas a pequeñas localidades realmente está beneficiando a esas comunidades en cuanto a la generación de ingresos y empleo local, o si lo que deja es principalmente una pila de basura o escases de agua al final de la temporada.

Durante este verano me tocó recorrer distintos lugares de Chile por trabajo y también motivos sociales. Partí el año en Tunquén, luego estuve en Villarrica-Pucón, después en Torres del Paine y finalmente el último fin de semana en el litoral central, y en todos lados vi las mismas situaciones que me llamaron profundamente la atención respecto a lo poco sostenible que está siendo el turismo en Chile: incremento de basura; contaminación y escases de agua; poco respeto por la cultura local. 

Cuando se mueven miles de turistas de Santiago a los sectores populares de veraneo, también lo hacen sus residuos, y como no existe una cultura de minimizar la generación de residuos, ni opciones disponibles para reciclarlos o evitar su disposición final en vertederos,  esto genera un grave impacto a los ecosistemas locales que deben absorber ese exceso de basura, muchas veces con precarios sistemas de manejo (en Chile el 68% de los lugares de disposición de basura funcionan al margen del reglamento sanitario y ambiental).

En relación al agua, Chile hoy tiene un grave problema de la zona central al norte, y que es la escases de agua potable. En algunas comunidades el daño ya está hecho,  y no queda más que armarse de paciencia para juntar agua con bidones en la estación de bomberos del pueblo, o programarse con los cortes de agua durante el día. Pero en otros lugares el daño aún es evitable si actuamos a tiempo, lo cual implica empezar por identificar la huella hídrica de cada lugar y tomar las acciones necesarias para que este recurso tan vital se sostenga en el tiempo. Para controlar y mejorar primero debemos empezar por medir.

Finalmente, el turismo sostenible también se entiende como una forma de viajar que se basa en el respeto de los viajeros hacia las personas y lugares que se visitan, mediante un acercamiento más profundo a la realidad local y cimentado en un intercambio cultural que resulta positivo para ambas partes. Normalmente esto tampoco sucede durante las temporadas altas de turismo, donde pareciera ser que es incluso al revés: el turista llega con sus costumbres, sus hábitos y sus modos a invadir el lugar, generando un resentimiento por parte de la comunidad local frente a esta avalancha de personas foráneas. Ejemplo claro de esto son los bocinazos y malas caras en zonas de atochamiento, la basura en las playas, los papeles en los circuitos de trekking, el exceso de alcohol y los conflictos derivados de su consumo en abundancia, etc.

Hay muchas tareas pendientes dentro de este rubro y sin duda los desafíos son bien grandes. No es una labor que puedan llevar a cabo un grupo de personas de manera independiente, o un par de hoteles aislados. Es necesaria una política nacional de turismo basada en los principios de sustentabilidad como un camino de mejoras continuas, dentro de la cual se vayan enlazando iniciativas que con el tiempo logren modelar un sistema con una lógica diferente, donde primen los principios de la minimización de nuestra huella en el entorno y la maximización del potencial cultural de cada lugar.

Hoy los ciudadanos, y por cierto también los turistas, están premiando cada vez más aquellas iniciativas que se enmarcan dentro de esta lógica de sustentabilidad, y prefieren invertir su tiempo y dinero en organizaciones que toman acción por el medio donde están insertas. Un reciente artículo aparecido en el diario inglés The Guardian entrega datos de una encuesta realizada en Noruega que revela que un 62% de los tour operadores estaría dispuesto a incluir un destino dentro de su oferta, si este destino tiene algún grado de reconocimiento en sustentabilidad.

A su vez TripAdvisor, el famoso portal de turismo en internet, está lanzando estos días en Europa un producto que ya lanzó en Norte América el 2013 y que ha tenido mucho éxito, una categoría de Líderes Verdes en turismo sustentable para que a los viajeros les sea más fácil buscar y reconocer aquellas organizaciones que están liderando esta nueva lógica de operar.

El turismo además de contribuir al desarrollo económico de la zona, deber ser un medio a través del cual se genera un impacto positivo más holístico en cada lugar. Tenemos que transformar el turismo actual a una instancia donde podamos explorar más de cerca el comercio justo, los productos locales, nuestros paisajes, la cultura local y las tradiciones; en definitiva una manera de viajar que tenga un impacto positivo tanto en las comunidades que visitan como en el propio viajero.

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