Peatones, ciclistas y automovilistas: la tarea pendiente

Son las 19:03 horas. Es un lunes común y corriente. En plena ciclovía del Parque Uruguay en Providencia, se ven a cientos de personas caminando por estas rutas que son exclusivas para los que se transportan en bicicleta. Aun así, los peatones critican aquel legítimo y sano medio de movilización y exclaman: “¡Estos ciclistas son un peligro! ¡No tienen ningún respeto!”. Unos metros más allá, los garabatos de un hombre de unos 55 años hacia un ciclista, marcan la caótica jornada que se repite a diario en el único espacio disponible para quienes nos movemos en bicicleta: la ciclovía.

Lo peor viene cuando, por la escasez de estos caminos, uno debe “saltar” a la calle para continuar la ruta. Los automovilistas, sin piedad, literalmente “pasan por encima” de los ciclistas y ahí el peligro es latente para quienes conducen estos vehículos que no exceden los 25 kilómetros por hora en promedio. Estudios así lo avalan.

Para contextualizar esta postura, pongo como ejemplo la iniciativa de “Muévete Santiago”, que es una organización que reúne a más de 15 agrupaciones de ciclistas de todo el país y que hoy su bastión de lucha es que la capital sea la sede del V Foro Mundial de Bicicleta que se realizará el 2016. De concretarse este evento (y espero que realmente ocurra) dentro de nuestras fronteras, resulta primordial que se aborden temáticas de educación vial y de entender que la bicicleta ya no sólo es un objeto de recreación más, sino que es un medio de transporte oficial.

En este encuentro, además, debiesen ser considerados los conceptos relacionados con el respeto por el uso de los espacios, esos lugares donde por ahora perfectamente pueden convivir peatones, ciclistas y automovilistas. Sólo se necesita de tolerancia y de entender que el diseño de la ciudad pensada sólo para autos particulares, es cosa del pasado.

La necesidad de construir más ciclovías, es una tarea urgente y las autoridades deben comprender que adoptar medidas en este sentido, es algo clave para tener una ciudad con menos congestión, con menor contaminación y, lo más importante, con habitantes más alegres. Hagamos la prueba.