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¿Es el fin de la carrera presidencial de MEO?

La reciente encuesta CEP de noviembre 2015 mostró que Marco Enríquez -Ominami fue el personaje político que más disminuyó su evaluación positiva, pasando del 42% (agosto 2015) al 33%. De encabezar el listado de personajes políticos mejor evaluados en la encuesta anterior, ahora cayó al octavo lugar.

No siendo suficiente con eso, su evaluación negativa aumentó nueve puntos, pasando del 23% al 32% en relación al estudio anterior, perdiendo así el sitial de ser el político con menor rechazo de la encuesta.

Pero el problema es aún mayor. Los malos resultados de esta encuesta no son puntuales. En noviembre de 2014 su evaluación positiva era del 50%, disminuyendo al 43% en abril de 2015, al 42% en agosto de este año y al 33% ya mencionado. En otras palabras, Enríquez-Ominami ha perdido 17 puntos de evaluación positiva en el transcurso de un año.

Lo que demuestran estos datos es que fracasó la estrategia de la negación constante y el periplo por el mundo, frente a los hechos que vinculan a sus cercanos con boletas ideológicamente falsas para financiar la campaña presidencial. En tiempos donde la gente pide mayor transparencia y exige que los políticos se hagan responsables de sus actos, Enríquez -Ominami ha actuado contra la corriente.

Entremedio, no ha logrado consolidar al PRO. Los resultados electorales en las parlamentarias de 2013, en las cuales no consiguió diputados ni el mínimo de votos para mantener el reconocimiento como partido político, significó que tuviera que fusionarse a mediados de 2014 con otro movimiento para evitar su disolución y tener que juntar de nuevo las firmas para inscribirse ante el Servel.

Además, la tarea del PRO para las municipales de 2016 no es menor, porque aún está la incertidumbre si podrá llegar a algún acuerdo por “omisión” con la Nueva Mayoría, para que sus candidatos no se enfrenten y tengan mejores opciones de ganar una alcaldía. Si bien el PRO está entre los partidos y movimientos mejor evaluados (Plaza Pública-Cadem del 20 de noviembre de 2015), esta percepción se explica porque todos los nuevos movimientos y partidos más recientes tienen mejor imagen que los partidos tradicionales, no siendo algo exclusivo del PRO.

A siete años de su primera campaña presidencial, Enríquez -Ominami no puede seguir apareciendo como el candidato novedoso, el político distinto, como la alternativa a la Alianza o a la Concertación. La fuerza de la novedad se pierde con el paso del tiempo, y MEO ya lo vivió en las pasadas presidenciales con la irrupción de Parisi y ahora lo vuelve a experimentar con la figura de Giorgio Jackson, el político mejor evaluado en la CEP.

Entonces, ¿es el fin de la carrera presidencial de MEO? Es pronto para sacar conclusiones tan definitivas. Lo que sí está claro es que la Nueva Mayoría no tiene figuras para dar continuidad a su gobierno. Isabel Allende todavía tiene que demostrar su liderazgo, Lagos representa a una coalición política que ya no existe, Insulza no ha competido nunca en una elección desde 1973 y la DC no tiene candidatos competitivos. Así, no sería extraño que Enríquez –Ominami igual terminara siendo el candidato del oficialismo en 2017…

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