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15 de Agosto de 2016

Una estrella (ojalá no fugaz) llamada Ricardo Soto

Es el tiempo de disfrutar y conocer más sobre las vidas de cada uno de ellos, puntualmente de Ricardo Soto, el nuevo record nacional de tiro con arco con 675 puntos, el que mientras lo entrevistan en televisión para todo el país no se obnubila con su actuación y le manda un “gracias tía” a otra grande de su disciplina como es Denisse Van Lamoen.

Por Rodrigo Durán Guzmán
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Rodrigo Durán Guzmán es Académico y periodista.

No goza de un apellido de casta, vinoso o abolengo tradicional propio del deporte criollo. Lo suyo, y quizás en algo no propio para un muchacho de su edad (16 años) es el esfuerzo, la perseverancia y la disciplina, esa que le permite sacar la lengua a lo Chino Ríos cuando algo no le resulta, que expresa su desgano aun cuando haya marcado un nueve porque él siempre va a querer 10.

El orgullo ariqueño, y de todo un país ciertamente, que no estaba en los cálculos de nadie terminó por dar un golpe a la cátedra, representando a Chile, ni más ni menos que en la máxima cita deportiva del planeta como son los Juegos Olímpicos de Río 2016.

Cierto, uno podría rememorar el clásico “jugamos como nunca y perdimos como siempre” luego de la ajustada derrota del chileno Ricardo Soto Pedraza ante el holandés Sjef van den Berg (número 5 del mundo en la especialidad de tiro con arco) por un marcador de 6-5. A ratos el holandés se vio timorato, tembloroso, dubitativo.

La mano ya no estaba del todo firme, el arco pesaba más de la normal y la flecha no tomaba las curvas requeridas. “¿Quién será este niñito que me está complicando la existencia?” probablemente era una de las varias preguntas que pasaban por la cabeza del tulipán mientras nuestro compatriota refunfuñaba porque él quería ganar marcando puros diez porque nueve ya no era suficiente y él tiene hambre de llegar a ser el mejor del mundo.

Así y todo, más allá de la derrota, su desempeño será probablemente lo más destacado del paso de Chile por en la edición número 31 de las olimpiadas que finalizan el próximo 21 de agosto. El punto es, una vez terminados los juegos olímpicos, ¿Qué será de nuestros deportistas y, especialmente, de nuestro Ricardo?

Porque la realidad que viven a diario nuestros deportistas es diametralmente opuesta en cuestiones que van más allá de la especialidad de cada uno. Claramente el origen social, la situación económica, las redes de contacto y nexos con potenciales auspiciadores son determinantes al momento de pensar en su desarrollo y proyecciones que beneficien el estatus deportivo de un país que, curiosamente.

Más allá del fútbol, no cuenta con una cultura deportiva superlativa constante y que cuente con una inyección de recursos, sumado al compromiso de un plan deportivo mancomunado a políticas públicas de largo aliento, que garanticen un rendimiento en alto nivel que trascienda más allá de las victorias o triunfos “morales”.

En este sentido es clave la continuidad del Plan Olímpico el cual, en palabras de los mismos deportistas, si no existiera “podríamos retroceder en 10 años el avance y desarrollo de nuestro entrenamiento dejando atrás cualquier aspiración por lograr buenos resultados que se traduzcan en podios y medallas”.

Sin ir más lejos actualmente la discusión está precisamente enfocada en la continuidad de esta iniciativa y por eso es que el silencio de las autoridades de gobierno al respecto ha calado hondo en las agrupaciones deportivas ante la incerteza de un escenario que podría, quizás, ver mermados los fondos en favor de impulsar otras iniciativas que forman parte del balanced scorecard del actual gobierno como, por ejemplo, las 3 grandes reformas (Educación; Laboral y Constitucional) a las cuales se ha sumado recientemente, y demanda de la agenda mediante, la reforma al sistema previsional.

Por esta razón no extrañó que ante la preocupación de los deportistas, especialmente de quienes conforman el Team Chile, la ministra Natalia Riffo tomará contacto inmediato y convocara a una reunión para evaluar una situación donde la solicitud principal es que la presidenta Bachelet cumpla su palabra – compromiso de campaña – y mantenga los recursos para el Plan Olímpico que concluye una vez finalizada la edición 2016 de estos juegos.

Por otro lado, y en materia de federaciones deportivas, se hace imperiosa una buena administración y gestión de los recursos que no conlleven a prácticas irregulares (corrupción y malversación de fondos son algunos ejemplos) que favorezca el desarrollo de los deportistas, de las competencias deportivas y de vincular a la ciudadanía posibilitando la masificación de la inmensa mayoría de disciplinas deportivas existentes en nuestros país que vayan más allá del fútbol y, de paso, estableciendo un muy necesario marco regulatorio que establezca el necesario “nunca más” a un “Chilerecortes”.

Sólo así se podrá presentar un escenario de confianza y favorable que invite al sector empresarial a invertir resguardando la integridad de los recursos en un muy necesario dialogo permanente entre el ámbito público y privado.

Podríamos continuar explayándonos y sacando a la palestra un largo derrotero de sinsabores deportivos, la eterna cantinela de la falta de recursos para los deportistas, buenas instalaciones y que todo eso se traduzca en un buen desempeño deportivo, con resultados fehacientes y concretos.

Y mientras esperamos que esto y más alguna vez ocurra y mejore es momento de reconocer a nuestros deportistas por su entrega y compromiso con el país. Es el tiempo de disfrutar y conocer más sobre las vidas de cada uno de ellos, puntualmente de Ricardo Soto, el nuevo record nacional de tiro con arco con 675 puntos, el que mientras lo entrevistan en televisión para todo el país no se obnubila con su actuación y le manda un “gracias tía” a otra grande de su disciplina como es Denisse Van Lamoen.

Es tiempo de que Ricardo y otras tantas estrellas del deporte nacional brillen y continúen brillando ojalá por un largo tiempo y no se conviertan en “estrellas fugaces” de corto alcance, que sólo algunos afortunados pueden apreciar mientras destellan su luz en el firmamento, en lo más alto. Ya es tiempo que Chile se deje de farrear a sus talentos y construya una sociedad de oportunidades. Es tiempo de que, como país y sociedad, nos pongamos serios y debatamos nuestros desafíos con la altura de miras que cada uno de ellos requiere.

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