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19 de Agosto de 2016

Encuesta CEP: La rebelión de las máquinas

• No es casualidad que, y por mención espontánea, las chilenas y chilenos prefieran a una figura de ficción como Optimus Prime de presidente por cuestiones bien simples y que los humanos han olvidado como prácticas en el ejercicio de la función pública: confianza, probidad, integridad y pensar en el bien común por sobre los intereses personales.

Por Rodrigo Durán Guzmán
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Rodrigo Durán Guzmán es Académico y periodista.

No dejó títere con cabeza. Se esperaba con ansias, pero también con esa incerteza propia que genera la también conocida como “la madre de todas las encuestas”. Y es que tras conocerse los resultados de la encuesta CEP correspondiente al período Julio – Agosto 2016 las cifras son más que elocuentes, categóricas y dejan entrever que la ruptura en la relación ciudadanos – políticos más que amilanar sólo incrementa una fractura que está lejos de sanar, sino todo lo contrario. Pero veamos algunos datos concretos que dejó el sondeo:

En cuanto a aprobación presidencial la presidenta Bachelet alcanza un 15% que, de paso, se convierte en la cifra más paupérrima en la historia del sondeo. En materia de aprobación a coaliciones Chile Vamos se mantiene en un 10% mientras que la Nueva Mayoría desciende desde un 13% a un 8%. Otro dato importante es que un 62% de los consultados manifestó no tener certeza o claridad sobre quien será su candidato presidencial para las elecciones de 2017 dejando el escenario completamente abierto para cualquiera. Al respecto el senador por Antofagasta, Alejandro Guillier, lidera la aprobación de figuras públicas, pero sólo un 1% dice que votaría por él en una elección presidencial, cuestión que es liderada por los ex mandatarios Sebastián Piñera y Ricardo Lagos con porcentajes que ponen en entredicho la capacidad de gobernar y logran la tan necesaria estabilidad para generar consensos o acuerdos que permitan revitalizar las relaciones de confianza y cercanía con el electorado.

Sobre este punto, y en materia de atributos, los encuestas por amplia mayoría manifestaron que la honestidad y confiabilidad son atributos importantes para el desempeño del cargo presidencial. Dicho lo anterior, y en base a los resultados, no existe ninguna figura política en la medición que establezca brechas importantes o mayoría en estos atributos sino que, por el contrario, todos van a la baja. Y es aquí tal vez, y por mención espontánea, donde emerge una figura que más allá de la humorada y el típico “payaseo” nacional denota algo importante en términos de aspiraciones por parte de las chilenas y chilenos: la figura de Optimus Prime, el líder de los Transformers, ese robot que se convierte en camión y es capaz de liderar con sabiduría a su grupo, generar consensos con los humanos, superponer el bien común por sobre los intereses personales, que inspira respeto, seguridad, confianza, liderazgo y de convicciones férreas.

Cierto, claramente hablamos de un personaje de ficción o ciencia ficción si lo prefiere, pero fíjese que los atributos que encarna el líder de los Transformers no son ajenos a nuestra condición humana. El problema es que pareciera que las características positivas son minoría al lado de otras tales como la corrupción, la mentira, el egoísmo, la ambición desmedida, las falsas promesas, el incumplimiento de la palabra empeñada o ser incapaces de dar la cara o asumir las consecuencias de nuestras equivocaciones. Sin ir más lejos, en un hecho sumamente repudiable, tanto la Nueva Mayoría como Chile Vamos han buscado jugar al “empate” en un tema tan delicado como la violencia intrafamiliar o al interior de la pareja con los casos Huerta y Rincón desmarcándose del fondo del asunto, pero así está acostumbrada nuestra clase política a llevar las riendas, a solucionar los problemas: carentes de ideas, de propuestas y sin soluciones plausibles que reivindiquen su accionar.

Probablemente la encuesta CEP fue el sismo previo a un gran terremoto electoral que podría tener una magnitud de proporciones en las elecciones presidenciales de octubre próximo. Con todo, lo importante es tomar estos indicadores como una oportunidad de mejora pero que requiere de seriedad y no más improvisación. La ciudadanía claramente ya no está para el tandeo de nadie y eso lo dejan bien claro en cada sondeo de opinión donde no se ve por donde repuntar. Quizás, y en este contexto, no faltará el candidato “vivo” que acuda al registro civil a cambiarse el nombre a “Optimus Prime” aprovechando el oportunismo de favorable adhesión que concita el héroe en el electorado nacional proponiendo una suerte de “revolución de las máquinas” para levantar al país y salir de esta crisis pero cuidado: porque no vaya a ser cosa que, al igual que el verdadero Optimus Prime, el eventual candidato también tenga la posibilidad de transformarse y no precisamente en un camión sino en un avión, como es el caso de su antagonista Megatrón, líder de los malvados decepticons.

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