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23 de Mayo de 2017

Kike Morandé y el feminismo selectivo de la derecha

"¿Queda claro ahora que lo de Cecilia Pérez no fue más que una pataleta autoritaria que tal vez intentaba desviar la atención de quizás qué temas? ¿Queda claro que no fue un acto de reivindicación de género?".

Por Francisco Méndez
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Francisco Méndez es Columnista.

Entre los personajes que fueron anunciados como parte del Consejo de Ciudadanos de la campaña de Sebastián Piñera, el que más llamó la atención de las redes sociales fue Kike Morandé. Si bien el animador es un conocido representante del derechismo en la televisión nacional debido a su discurso patronal y tono altanero, lo que causó curiosidad fue que haya sido presentado casi con orgullo por parte de una campaña que hace días lloraba por una broma de la que fue objeto una figura como Cecilia Pérez, argumentando machismo en su contra porque un bufón televisivo le dijo fea.

Varios días estuvo Pérez en pantalla diciendo, con lágrimas en los ojos, que lucharía por todas las mujeres ya que la televisión no podía caricaturizarlas y denostarlas de la manera en que lo hace. Incluso llegó al punto de exigirle al Consejo Nacional de Televisión cortar las transmisiones de un canal por siete días para que así Chile supiera el grado de gravedad de lo que había pasado. Sin embargo, a poco más de una semana, ese mismo sector en el que se enarbolaron todas esas banderas de lucha que realmente nunca se sintieron, anunció que el mayor representante de la transformación del género femenino en muebles del decorado más que en personas, sería un rostro importante de lo que el piñerismo quiere transmitir.

¿Quién los entiende? O mejor dicho, para ser sinceros: ¿queda claro ahora que lo de Cecilia Pérez no fue más que una pataleta autoritaria que tal vez intentaba desviar la atención de quizás qué temas? ¿Queda claro que no fue un acto de reivindicación de género? Porque pareciera que no hay otra explicación, o por lo menos a simple vista pareciera no haberla. Pero no sólo eso, ya que también esto evidencia el error de conceptos en que el que navegamos día a día con respecto al trato de la mujer y la manera en que algunos intentan de esconder su rabia personal tras causas sociales que realmente no entienden y nunca han sido de su interés.

Porque, ¿no atenta más en contra de esos derechos que se dijeron defender el considerar a seres humanos como parte del paisaje y el inventario? Pareciera que sí. Pareciera que, a diferencia de lo que la hipersensibilidad que hoy reina, decirle fea a una persona es humanizarla bastante más que tenerla de florero en un programa esperando ser tomada en cuenta por ese patrón que la considera parte de su propiedad, y disfraza la conciencia que tiene de ello de un jugueteo simpaticón. Pero eso en la derecha no se dice. Ellos, como lo hizo Felipe Kast al disfrazarse de mujer para aparecer un rato en la tele, toman estas causas solamente cuando les conviene; cuando estas no atentan en contra de su orden establecido, por lo que las consideran de manera superficial y sirviéndose oportunamente de cierta ignorancia pseudoprogre políticamente correcta que no deja ver las relaciones de poder, sino que las invisibiliza.

Con esto no quiero defender el humor de Yerko Puchento ni sus enfermantes ganas de querer “acusar al poder” en días en que todo el mundo lo hace. Sólo me parece importante recalcar que en estos tiempos en los que la victimización abunda, es importante saber identificar muy bien los discursos, sobre todo cuando acaparan las pantallas como sucedió con el feminismo selectivo de la derecha.

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