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4 de Abril de 2018

¿Qué será de los niños que fueron?

"Al parecer por ninguna de esas arterias transversales de la política chilena logra colarse el incómodo virus de la pregunta: Y los niños y las niñas ¿dónde están?"

Por Lorena Herrera Phillips
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Lorena Herrera Phillips es Profesora Adjunta Departamento de Estudios Pedagógicos. Asesora Curricular y Pedagógica Unidad de Desarrollo Docente y Curricular (UDEDOC) Facultad de Artes Universidad de Chile

No sé qué es más aterrador, leer lo que dicen las palabras o pensar en lo que ni siquiera alcanzan a decir. Hoy la mayoría de los medios de comunicación hablan respecto al “acuerdo nacional por la infancia”, un acuerdo que según dicen convoca transversalmente a todas las miradas interesadas en trabajar por la infancia. Una lista de veintisiete personajes de lo más diverso: ministros, secretarios, diputadas, directores y sub directoras, senadores y ex senadores y, por supuesto, el presidente de la república y su señora esposa. Como ve un grupo muy transversal convocado a trabajar por la infancia, claro que…sin la infancia. Pero ese es un detalle menor, la pelea hoy, en este diverso mundo de adultos, se centra en quién convoca, cómo convoca, por qué se aceptó ser convocado y qué hacer dentro de la convocatoria por el futuro de las niñas y niños de nuestra querida patria.

Al parecer por ninguna de esas arterias transversales de la política chilena logra colarse el incómodo virus de la pregunta: Y los niños y las niñas ¿dónde están? Esa virulencia no ha logrado colarse por ningún torrente de aquella sangre ilustrada de nuestra querida élite política e intelectual. Sea cual sea su divergencia política, todos, o casi todos (seamos positivos) han recibido el antídoto cultural y saben que, para ellos, los niños y las niñas están en un lugar: en el futuro. Y no sólo están, sino que además son el futuro de Chile.

Lo que piensen hoy esas personas menores de edad parece importar muy poco pues los niños y niñas siguen siendo los menores, los incapaces, los incompletos y esta lista de adultos tan íntegros cree saber muy bien qué hacer para mejorarles sus vidas.

Miremos algunas de las medidas que el gobierno propone y que este grupo de los, llamémoslos “veintisiete transversales” está dispuesto a discutir, siempre por el “bien supremo del niño” (¿y la niña?)

1. Transformar la Subsecretaría de la Niñez en la Subsecretaría de la Familia e Infancia. La primera pregunta: ¿qué están entendiendo por familia desde esa ideología cruzada por un moralismo que señala que las políticas públicas de esta subsecretaría y ministerio serán articuladas en torno al ciclo vital de las familias – Si, leyó bien, no le digo que a veces da miedo lo que dicen las palabras – Resulta que ahora la figura irremplazable del padre/hombre, madre /mujer tiene un ciclo y este ciclo más encima es vital ( tal vez conviene volver a leer algo sobre la ética darwiniana, se me ocurre, no sé).

¿Sabe qué? Ahora mismo lo leo y lo leo, directo del link, mire aquí se lo dejo http://infancia.sebastianpinera.cl/ Como le digo, lo leo y lo leo y no sé por dónde seguir. Es que voy recién en el primer punto y todo me parece terrible, grotesco. No existe ninguna línea, ninguna idea que no esté pensando a los niños y niñas como algo que hoy no es, que hoy no existe, pero que si llegará a ser (de nosotros depende que puede llegar a ser algo bueno, se lee clarito entre líneas, ¿lo ve?) porque claro, el niño vulnerable, de la familia vulnerable, necesita nuestra ayuda para “llegar a ser” una persona de bien.

¿El niño vulnerable nace vulnerable o algo lo vulnera? Partamos por hablar las cosas como son: El niño vulnerado, de la familia vulnerada. Entonces, como decía mi abuelita “cae de cajón” la pregunta: Si el niño no es vulnerable y es vulnerado ¿Quién o quienes lo vulneran? Primera tarea para la casa para los veintisiete transversales, resolver ese sencillo acertijo.

No quiero ser majadera, lea con calma y con tiempo la propuesta, es corta y reiterativa. Léala usted mismo y dese cuenta de que la infancia hoy no existe, la propuesta por la infancia no es más que un acuerdo para tranquilizar conciencias adultas, formas, apariencias.

Por último, tal vez sería bueno recomendar a este selecto grupo de trabajo partir por la lectura de un poema, si un poema, un poema de Enrique Lihn. “La pieza oscura” para que así en lugar de partir por las respuestas, lo hagan por la pregunta: “¿Qué será de los niños que fuimos?” (seguramente esos niños y niñas si harían un trabajo por y con la infancia).

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