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23 de Julio de 2018

A la derecha no le importa lo que hizo la CNI

"Ellos vieron a los organismos de inteligencia desde otro lugar, ya que no tuvieron parientes perseguidos, no debieron ocultarse ni cambiarse la identidad para no ser aniquilados. Los hombres de anteojos negros y bigotes eran algo que ellos sabían que existía, pero trataban de bajarle el perfil, para no entrometerse más allá. Hacerlo habría sido descubrir lo que ya sabían y, en cierto modo, aprobaban".

Por Francisco Méndez
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Francisco Méndez es Columnista.

Cuando se conoció que el gobierno, en un esfuerzo por mostrar su compromiso con la seguridad, le había puesto Centro Nacional de Inteligencia, es decir CNI, a un organismo que se encargaría de tratar el tema, nadie lo podía creer. ¿Cómo se les había pasado? ¿No se dieron cuenta de lo que significaba la sigla? Algunos dijeron que en La Moneda sí sabían y lo hicieron intencionalmente, lo que no parece creíble; mientras otros lo atribuyeron a la poca importancia que le daban a ese ícono del aparato represivo de los peores años de la dictadura.

Cuando se les preguntó la razón por la que no se fijaron en ese detalle, en la administración piñerista intentaron bajarle el perfil, miraron a ciertos periodistas y twitteros como si fueran parte de un grupo de histéricos y obsesionados con el pasado. Es una sigla, nada más, pensaron y dijeron.

¿Por qué se alarmaban tanto, si la historia no era más que eso, historia, fechas, algo que ya sucedió? No lo comprendían; no lograban dimensionar lo sucedido, ya que nunca han podido tomarle el peso a lo que pasó en el régimen de Pinochet, debido a que estuvieron del lado “correcto” y no sufrieron absolutamente nada de lo que sí sufrió mucha gente por estar en la vereda “equivocada”.

Algunos dirán que Piñera se opuso al dictador y, como ha dicho hasta el cansancio, trabajó para recuperar la democracia; sin embargo, no fue perseguido ni era visto con malos ojos por el régimen. Es más, fue salvado por este en momentos en que era buscado por la justicia, por haber sido relacionado a irregularidades en el Banco de Talca. Y la razón es simple: porque tenía “santos en la corte”, o más bien dicho un hermano nada de santo de ministro, por lo que nunca entendió realmente qué era ser perseguido, torturado y estar al borde de la muerte.

Para qué hablar de sus compañeros de coalición. La mayoría disfrutó de los años en que la dictadura hacía de las suyas en las calles de Santiago; la CNI era algo así como un desinfectante con mal olor, pero necesario para limpiar la casa, para mantenerla ordenada y sin vestigios de ideas que desviaran la atención de la revolución neoliberal que se estaba llevando a cabo. Y es que si agregamos un poco de crudeza y realidad al relato de los años milicos, entenderíamos que sin Álvaro Corbalán, mandamás de aquella organización delictual, ninguno de los viejos y nuevos exponentes de la derecha podrían hoy regocijarse como lo hacen con el modelo y el triunfo ideológico y cultural del que se sienten orgullosos.

Ellos vieron a los organismos de inteligencia desde otro lugar, ya que no tuvieron parientes perseguidos, no debieron ocultarse ni cambiarse la identidad para no ser aniquilados. Los hombres de anteojos negros y bigotes eran algo que ellos sabían que existía, pero trataban de bajarle el perfil, para no entrometerse más allá. Hacerlo habría sido descubrir lo que ya sabían y, en cierto modo, aprobaban.

Por esto es que tratar de entender realmente lo que fue la dictadura y todos sus nefastos legados políticos, les resulta imposible. Para ellos fue más bien un buen instrumento, un momento de la historia que ahora intentan despolitizar y condenar ante micrófonos encendidos, porque ya no les sirve, no les da buenos réditos comunicacionales y no se ve bonito, pero no porque le hayan tomado el peso a las brutalidades ahí cometidas.

Si bien este polémico nombre fue acordado por una comisión en la que hay integrantes de varios sectores políticos, lo cierto es que la misión de darse cuenta del impacto comunicacional era de quien la convocaba; es decir, el gobierno. Y es que, aunque ya no se llame así esta iniciativa, debido a los reclamos en las redes sociales y algunos medios, lo cierto es que ya quedó en nuestras cabezas la idea de que a Chile Vamos todavía, a estas alturas de la historia, no le importa lo que hizo la CNI.

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