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1 de Marzo de 2021

Tras la anhelada y esquiva unidad

El llamado a los presidentes de partidos, a los líderes políticos, y también a los líderes sociales y a las organizaciones de la sociedad civil, es a avanzar con humildad y generosidad en la construcción de los puentes necesarios para alcanzar la tan anhelada y esquiva unidad de las fuerzas de cambio.

Por Daniel Ibáñez
Hay que por delante los intereses de Chile, de sus ciudadanos (Agencia UNO/ Archivo)
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Daniel Ibáñez

Daniel Ibáñez es Presidente de Fundación Participa

Las fuerzas opositoras no lograron llegar unidas a la elección de constituyentes y, con ello, hipotecaron el resultado de la nueva Constitución y el futuro de Chile, ya que como es sabido, la dispersión de las oposiciones favorecerá una eventual sobrerrepresentación de la derecha en la Convención Constitucional, lo que impedirá avanzar en profundidad y con celeridad hacia los cambios que la ciudadanía demanda.

Dicho episodio dio paso a acusaciones cruzadas entre los diversos líderes de partidos. Sin embargo, tales acusaciones diluyen la responsabilidad y por, sobre todo, las posibilidades de avanzar en unidad en materia de contenidos para la convención. Esto es fundamental para enfrentar los frenos y barreras que pondrá la derecha para evitar los cambios en temas trascendentales. Pero, además, es muy importante avanzar en unidad programática y política de cara a las presidenciales y parlamentarias.

La unidad hace la fuerza, pero a la fuerza no se construye unidad y menos con descalificaciones y acusaciones permanentes entre partidos y dirigentes. La verdadera y tan necesaria unidad se levanta con aprecio y respeto a la diversidad, la cual sin duda enriquece el debate y los proyectos políticos. La unidad se edifica en la heterogeneidad, más allá de la frontera de los partidos, junto a la sociedad civil y sus diversos actores, poniendo por delante los intereses de Chile, de sus ciudadanos, y especialmente, de los pobres, de los postergados y de los excluidos.

Por eso, el llamado a los presidentes de partidos, a los líderes políticos, y también a los líderes sociales y a las organizaciones de la sociedad civil, es a avanzar con humildad y generosidad en la construcción de los puentes necesarios para alcanzar la tan anhelada y esquiva unidad de las fuerzas de cambio, que nos permitan ofrecerle a Chile primero una Convención Constitucional que efectivamente refleje las aspiraciones y sueños de la ciudadanía, y una opción de un Gobierno progresista, que sea sinónimo de cambio y de justicia social.

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