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10 de Septiembre de 2021

Ojo con las penosas pensiones

La pensión es tan vitalmente importante como la salud, la seguridad y la educación. No permitamos que tengamos, no solo una vejez gris y desesperanzada, sino toda una vida que la antecede bajo un yugo cuyos ejemplos podemos ver muy cerca, en países de nuestro mismo continente, cuyos votantes se equivocaron ferozmente al escuchar el canto de sirenas de la extrema izquierda.

Por Tomás Szasz
La base del sistema AFP es que, en el momento de la jubilación no esté solo el monto ahorrado disponible sino que ese dinero se haya invertido durante todo el tiempo de la vida productiva y haya producido ganancias. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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El diputado del Frente Amplio Diego Ibáñez quizás sea amonestado a puertas cerradas por su coalición por, simplemente, haber metido la pata, habérsele ido la lengua y revelado las verdaderas intenciones de su bloque. Ante el proyecto del Gobierno de aumentar la PBS a $177.000, éste dio a conocer cuál es el plan de Gabriel Boric, en caso de quedarse con la banda tricolor durante los próximos cuatro años.

Criticando la propuesta del Presidente Piñera que, independientemente si llega a tiempo, si es suficiente, o procedente, sirve para algo, nuestro legislador propone que los aportes “sea(n) administrado(s) por una entidad pública, se necesita un nuevo modelo que reparta de forma solidaria lo cotizado durante años de trabajo” – o sea, de lo que las/los trabajadores se privaron durante 40 o 50 años para poder sobrevivir una vez jubilados.

Estas pocas palabras desnudan el proyecto del candidato de la izquierda extrema; no solo el suyo, sino evidentemente el de su coalición y del Partido Comunista, sin cuyo apoyo no podría gobernar; apoyo que nos trae tristes reminiscencias desde los albores de la década de los ‘70.

Aunque Ibáñez no entró en mayores detalles sobre el tema (quizás alguien de su grupo le pateó el tobillo bajo la mesa para que se calle), lo poco que dijo es suficiente para dejar clara la intención.

Si las AFP no hicieron lo suficiente bien su trabajo, corresponde ya sea transformar o mejorar el sistema, además crear otras alternativas de ahorro, incluyendo uno estatal – pero voluntario -, cooperativas y otros tipos de ahorro. Y, hasta que Chile llegue a un bastante lejano nivel cultural y de educación altas, siempre se deberá poner obligatorio el ahorro. Un aporte mínimo del Estado para completar jubilaciones demasiado bajas – no me refiero a un monto fijo, sino uno suplementario (con un máximo) para llegar a una cifra que permita la existencia del pensionado, es muy aconsejable, solidario y correcto.

La base del sistema AFP es que, en el momento de la jubilación no esté solo el monto ahorrado disponible sino que ese dinero se haya invertido durante todo el tiempo de la vida productiva y haya producido ganancias para no solo aumentar, sino duplicar o triplicar el monto de reserva acumulada durante esos años. Y en ese aspecto las AFP no lo hicieron tan mal: si alguien aportó constantemente durante su ciclo laboral, al momento de pensionarse hasta el 70% del monto puede ser producto de las inversiones. O sea, si le quedan, por ejemplo, diez millones, quizás solo ahorró tres; el resto es el beneficio de los negocios que se hicieron con ésta base.

Ibáñez y su tribu quiere, de primeras, quitarle toda la plata acumulada a los AFP, cerrarlas y entregar el monto a un fisco de manejo FA/PC que amenaza a avecinarse. De segundas, todo el ahorro, la suma de los aportes deberán ingresar a la misma caja fiscal; o sea, una parte de los sueldos que se ganen va a las manos del Estado. Esa fortuna, o lo que quede de ella después meterle las manos los “administradores”, lo que sobre después del des-manejo (corrupción, prostitución de sostenedores del régimen, apropiación indebida para comprar yates, palacios y billonarios ahorros en paraísos fiscales al estilo de Maduro, los Castro y compañía), será distribuida según su criterio en forma “igualitaria” entre los jubilados. Más igualitaria a sus lacayos… ¡Ésta es su real reforma de pensiones!

Volviendo al principio, Piñera presenta su propuesta en un momento de desesperación: la reforma tributaria está roncando hace más de dos años en el Senado y ninguno de los honorables aparenta tener el menor interés de despertarla. Es una oscura vergüenza. Los/las senadores, solo por este hecho, merecen ser destituidos y juzgados por el abandono de sus deberes por los que cobran pingües sueldos y extras que centuplican lo que millones ganan en Chile. Y, lamentablemente, es precisamente a esta gente a la que apunta el discurso de Ibáñez: total, peor no estarán con el nuevo sistema. Mejor tampoco. (Vean los “descamisados” que eligen y reeligen al peronismo en Argentina: después de casi 80 años siguen sin poder vestir camisa…)

El que escribe estas líneas sabe que, después de una vida haber estado trabajando, solo una pensión decente sirve para seguir viviendo. Yo no la tengo: llegué al país demasiado cercano a la edad de jubilarme; vine de Argentina de donde no recibiré nada y me veo obligado seguir trabajando para poder pasarlo dignamente. La pensión es tan vitalmente importante como la salud, la seguridad y la educación. Y es un derecho humano. tan fundamental como los demás. No permitamos que tengamos, no solo una vejez gris y desesperanzada, sino toda una vida que la antecede bajo un yugo cuyos ejemplos podemos ver muy cerca, en países de nuestro mismo continente, cuyos votantes se equivocaron ferozmente al escuchar el canto de sirenas de la extrema izquierda.

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