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30 de Marzo de 2024

Fomentando la inserción laboral femenina: Un compromiso universitario

Algunas empresas ya tienen políticas de integración de mujeres, especialmente en sectores tradicionalmente masculinizados, pero es crucial garantizar que esta integración reduzca las brechas existentes. Además, es esencial brindar apoyo a nuestras egresadas incluso después de que dejen nuestras aulas.

Por Georgina Durán
Mejorar la inserción laboral de mujeres recién egresadas no sólo es una cuestión de justicia social, sino también de desarrollo económico y prosperidad de la sociedad. AGENCIA UNO/ARCHIVO.
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Georgina Durán

Georgina Durán es jefa de Unidad de Vínculos con Egresados/as, Empleadores y Sectores Productivos Universidad de Santiago de Chile; Coordinadora General REGRAT, Uestatales de Chile.

Tras una nueva Conmemoración del Día Internacional de la Mujer, ¿será de público conocimiento que las universidades chilenas titulan a más mujeres que hombres?

Según el Informe de Titulación en Educación Superior de mayo de 2023, las mujeres han superado en número de titulaciones a los hombres en las universidades chilenas, con un aumento del 8,1% frente al 6,0% de estos últimos. Esto podría sugerir que más mujeres tituladas podrían tener un impacto positivo en su inserción laboral y en sus oportunidades de empleo en diversos sectores. Sin embargo, ¿es esto necesariamente cierto?

En estos últimos años, se ha hecho más visible en la esfera pública que las tasas de desempleo de las mujeres son mayores que los hombres. En cifras del Informe Zoom de Género 2023, durante el trimestre junio-agosto de 2023, la tasa de desempleo femenina aumentó del 8,2% al 9,3%, mientras que la masculina pasó del 7,7% al 8,8%. A pesar del crecimiento anual del empleo femenino en un 3,6%, resulta insuficiente para absorber el aumento del 4,8% en la fuerza laboral femenina.

Es evidente que existe una brecha en la tasa de ocupación entre hombres y mujeres, así como también en la brecha salarial. En un tiempo donde cada vez más hablamos de equidad de género, es desalentador observar que las nuevas generaciones de mujeres profesionales aún enfrentan obstáculos e injusticias al ingresar al mercado laboral, a pesar de su talento, dedicación y preparación. Pero, entonces, ¿cuál es la causa de estas bajas tasas de ocupación femenina? Hay múltiples razones, cada una bastante diversa. Sin embargo, algunas tendencias comunes merecen ser destacadas, como la persistencia de los estereotipos de género en ciertos sectores, la falta de redes de apoyo, ausencia de políticas que conduzcan a una conciliación de la vida personal, laboral y familiar, así como también, una discriminación cada vez más arraigada en los entornos laborales, aunque a menudo sea sutil.

Aquí es cuando como institución educativa tenemos la responsabilidad de abordar estas problemáticas de frente. Esto significa que además de proporcionar una educación de calidad, también debemos preparar a nuestras estudiantes con las habilidades y la confianza necesarias para enfrentar los desafíos del mercado laboral actual.

Una oportunidad clara se presenta en trabajar estrechamente con empleadores para crear entornos laborales inclusivos que promuevan y valoren el talento femenino. Algunas empresas ya tienen políticas de integración de mujeres, especialmente en sectores tradicionalmente masculinizados, pero es crucial garantizar que esta integración reduzca las brechas existentes. Además, es esencial brindar apoyo a nuestras egresadas incluso después de que dejen nuestras aulas. La implementación de programas de inserción laboral y de relaciones con empleadores debe incluir un seguimiento y apoyo continuo, lo que puede marcar la diferencia en el éxito a largo plazo de nuestras alumnas en el mundo laboral, tales como, diseñar programas de mentorías, abrir espacios de inserción directa con cupos para mujeres como medida de acción afirmativa, entre otras iniciativas que en nuestra casa de estudios han sido fructíferas en la formación e inserción de mujeres en rubros como la minería.

Mejorar la inserción laboral de mujeres recién egresadas no sólo es una cuestión de justicia social, sino también de desarrollo económico y prosperidad de la sociedad. Al reducir la brecha de género en el mercado laboral, no solo empoderamos a las nuevas generaciones de mujeres, sino que también fortalecemos todo nuestro sistema. Es tiempo que como instituciones de educación superior nos hagamos cargo de no sólo formar personas, sino también de transformar nuestra sociedad para fomentar la equidad e igualdad de oportunidades laborales para jóvenes y mujeres. Es un desafío que no podemos permitirnos ignorar y en el que paso a paso, podremos lograr avances significativos.

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