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Actualizado el 25 de Junio de 2024

El mundo está jodido

La falta de acuerdos y hasta la violencia en los parlamentos llevan a personalismos peligrosos y a la decadencia institucional, generando un vacío que pone en riesgo la libertad responsable a partir de estados autoritarios o de anarquía.

Por Guillermo Bilancio
AGENCIA UNO.
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Guillermo Bilancio

es consultor de Alta Dirección.

Y algunos aun no se dan cuenta y siguen echando gasolina al fuego…

El devenir de los tiempos marca que, si bien el ser humano aprende, sin duda es la voluntad la que lo gobierna.
La historia va y viene. Las consecuencias de la primera gran guerra, por dar un ejemplo de experiencias no aprendidas, parecen repetirse en esta era a la que, de forma pretensiosa, le han dado el rutilante titulo de “era del conocimiento”.

Pero la evolución de la ciencia y la tecnología no parece ir de la mano con la conciencia del ser humano.
Recesión economica mezclada con excesos de una vida loca, resentimiento social mezclado con sed de venganza, reacomodamiento de fuerzas como si un conflicto mayor estuviera a las puertas de estallar, son algunos de los síntomas del desajuste.

El resurgimiento de la ultraderecha nacionalista y autoritaria (que representa a un extremo y a otro), reaviva peligrosamente una desidia democrática que crece, ante la incapacidad de reinventarse que demostraron los modelos socialdemócratas y las democracias liberales.

Parece un escenario de resurgimiento de lo que Ortega y Gasset definía como “la masa”, además de los efectos de lo que algunos renovados fascistas definen como hiperdemocracia…

La Masa entiende que hoy se puede disfrutar de ciertas ventajas porque considera al progreso como algo natural, que no ha costado ningún esfuerzo. La Masa cree que el progreso es algo irreversible.

La Masa no concibe que la política en tiempos de democracia requiere de negociación, de mediación y de razonamiento, por el contrario, solo acepta a la política como una acción directa. La Masa no respeta a los que sostienen ideas diferentes, porque no está dispuesta a poner en juego sus intereses, que representan a sus ideas.

En estos tiempos difíciles, la política, como sucede en Europa y se refleja en nuestra región, consiste en la desaparición de los debates. La anulación del debate y la libre expresión es el régimen que agrada al hombre-masa.

La falta de acuerdos y hasta la violencia en los parlamentos llevan a personalismos peligrosos y a la decadencia institucional, generando un vacío que pone en riesgo la libertad responsable a partir de estados autoritarios o de anarquía.

La desidia democrática es la consecuencia de un adormecimiento social, donde solo sirve el orden por el orden para satisfacer los vicios del individualismo, pensar desde del cortoplacismo y promover el negacionismo (cambio climatico, equidad de genero, etc). Quizás un nuevo orden promovido por un desorden mental. 

Los politicos arribistas arrastrados por la voracidad por el poder, aceleran el hastío de la sociedad con discursos histéricos, intolerantes y violentos, amparados por una legión de idiotas anónimos que hacen de las redes sociales un verdadero basural.

Claro que este estado de cosas no implica el apocalipsis, sino que es la reiteración de un ciclo, que esperemos poder revertir.  Solo se necesita voluntad y coherencia, lo que será posible cuando se abandone la discusión de la ideologia por la ideologia y se vuelva a dicutir la ideologia como modo de alcanzar el bienestar individual y colectivo. En definitiva, el objetivo superior.

El mundo esta jodido. Y mientras tanto, algunos oportunistas y también imbeciles, siguen vendiendo el concepto de libertad a quienes mantienen condicionados.

Por eso, darse cuenta…

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