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10 de Abril de 2013

La relación entre Pinochet y Thatcher vista por el columnista del New Yorker, Jon Lee Anderson

El periodista, autor de "Che Guevara: Una Vida Revolucionaria", hace un paralelo entre las figuras de los mandatarios, subrayando sus lazos y relatando sus encuentros en Londres.

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A raíz de la muerte de la ex primera ministra británica Margaret Thatcher y los diferentes homenajes que se le han rendido, el periodista Jon Lee Anderson, especialista en temas latinoamericanos, entrega una visión distinta de la mujer a quien Obama calificó como una “campeona de la libertad”.

“Es curioso, históricamente hablando, de que Margaret Thatcher falleciera el mismo día en que especialistas forenses, en Chile, realizaran la exhumación de los restos del gran poeta chileno Pablo Neruda“, escribe Anderson. Junto con recordar las denuncias hechas por el ex chofer del poeta, en cuanto a que éste habría sido asesinado, el periodista plantea que ahora “la ciencia forense, finalmente, podrá proporcionar la respuesta a una pregunta histórica persistente“.

“¿Por qué traer a colación a Maggie Thatcher?”, continúa Anderson. “En un homenaje realizado el lunes, el presidente Barack Obama dijo que la ex mandataria británica había sido “una de las grandes campeonas de la libertad.” En realidad, no lo fue. Thatcher era una guerrera feroz y fría, y cuando se trataba de Chile, nunca tuvo la suficiente compasión por la gente que Pinochet mató en el nombre del anticomunismo. Ella prefirió hablar del tan cacareado “milagro económico chileno“.

El autor de “Che Guevara: Una Vida Revolucionaria” reseña las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura, subrayando la muerte de Víctor Jara y el atentado contra Orlando Letelier en Washington, y escribe: “Gran Bretaña consideró los crímenes de Pinochet como impropios y sancionó a su régimen, negándose a suministrarle armas– esto es, hasta que Margaret Thatcher se convirtió en Primera Ministra“.

Anderson continúa: “En 1980, el año después de que Thatcher llegara al poder, se levantó el embargo de armas contra Pinochet; prontamente su gobierno compró armamento del Reino Unido. En 1982, durante la Guerra de Malvinas, Pinochet ayudó al gobierno de Thatcher con información de inteligencia sobre Argentina. A partir de entonces, la relación se volvió francamente cercana, tanto así que los Pinochet y su familia comenzaron a hacer una peregrinación privada anual a Londres. Durante esas visitas, ellos y los Thatcher se reunían para comer y beber whisky. En 1998, cuando yo estaba escribiendo un perfil de Pinochet para The New Yorker, la hija de Pinochet, Lucía, describió a la señora Thatcher en términos reverenciales, pero confió que el marido de la Primera Ministra, Dennis Thatcher, era un poco embarazoso, y que habitualmente se emborrachaba en sus tertulias”.

“La última vez que me encontré con Pinochet en Londres, en octubre de 1998, me dijo que iba a llamar a “La Señora” Thatcher con la esperanza de que pudiera tener tiempo para reunirse con él a tomar el té. Un par de semanas después, el ex dictador, todavía en Londres, se encontraba bajo arresto, por orden del juez español Baltasar Garzón. Durante la prolongada cuasi-detención de Pinochet, en un cómodo  hogar del barrio londinense de Virginia Water, Thatcher mostró su solidaridad visitándolo. Allí, y frente a las cámaras de televisión, expresó su sentimiento de cuánto le debía Gran Bretaña a su régimen: “Sé lo mucho que debemos a usted” por “su ayuda durante la campaña de las Malvinas.

También dijo: “Fue usted quien llevó la democracia a Chile”.

“Eso, por supuesto, era una representación errónea de proporciones tan descomunales que no puede ser simplemente descartada como el exceso de celo de un amigo leal”, afirma el periodista.

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