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20 de Julio de 2015

Calentamiento global: osos polares no se adaptan a la falta de alimento y mueren de hambre

Estos mamíferos se alimentan principalmente de focas, las que producto del deshielo no están siendo fáciles de conseguir.

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La situación es crítica. Los osos polares, los principales depredadores del Ártico, están seriamente amenazados. Y no se trata de otro animal, si no que del cambio climático.

Científicos estadounidenses han descubierto que estos poderosos animales no saben adaptarse a la falta de alimento, como sí lo hacen sus parientes en zonas más templadas. Esto está llevando a que cientos de ejemplares mueran.

Los expertos de la Universidad de Wyoming están realizando un ambicioso proyecto para monitorizar a dos docenas de ejemplares al norte de Alaska. La idea principal era conocer si, ante la falta de alimento durante el verano, los osos polares entraban en un estado letárgico, parecido a la hibernación, lo que les permita ahorrar energía y aguantar hasta que la disponibilidad de alimento mejore.

Por desgracia, los científicos se percataron de que estos grandes mamíferos no son capaces de entrar en ese letargo, por lo que simplemente están muriendo de hambre.

Polar Bear walking on blue ice.

La principal fuente de alimento de los osos polares son las focas, las que cazan en el mar helado. La mala noticia es que producto del calentamiento global, el deshielo de la zona ha aumentado lo que provoca la desaparición de las focas y por ende, la de los osos.

“Su metabolismo es más parecido al de cualquier mamífero con limitación de alimento que al de un oso que hiberna”, detalla John Whiteman, el investigador jefe, en declaraciones a la BBC.

Lo que sí han descubierto los expertos es que los osos polares sí consiguen adaptar su cuerpo a la natación en aguas heladas “Tienen la habilidad de, temporalmente, enfriar la parte más externa de su cuerpo y así proteger sus órganos vitales”, asegura Whiteman.

El científico detalla que uno de los animales monitorizados, una hembra, consiguió nadar ininterrumpidamente durante nueves días y consiguió recorrer 400 millas marinas, desde la costa hasta un gran bloque de hielo. El problema fue que perdió el 22 por ciento de su masa corporal y durante la travesía además tuvo que dejar morir a un osezno.

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