Secciones El Dínamo

cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad
29 de Diciembre de 2022

Iván Poduje: “Me importa bien poco la nueva Constitución”

Para muchos el urbanista se ha convertido en Iván, El Terrible, por sus descarnadas opiniones en Twitter, porque hace poco casi se fue a las manos con el presidente de la UDI y por su crítica al afán constitucionalista cuando para él las urgencias país son otras y apremian, sobre todo en materia de vivienda. Aquí, fogoso, habla de incendios, discursos incendiarios y de que no se puede estar bien con Dios y con el diablo.

Por
"Creo que los chilenos podemos sacar el país adelante, siempre que tengamos políticos que estén a su altura".
Compartir

–El estallido, sin duda, me cambió. Yo vi, en primera persona, el enorme retroceso que generó la violencia, no sólo en la Plaza Baquedano, sino que en comunas de la periferia y en regiones. Fue una locura. Lo que hicieron los políticos que usaron y avivaron la violencia, es imperdonable, y el silencio o la complicidad de algunos colegas también. Eso lo digo cada vez que me preguntan y eso algunos lo ven como “extremo”. Es curioso que no digan lo mismo de las autoridades que llamaron a quemarlo todo, a indultar delincuentes o a evadir el pago del Metro. Pero así estamos.

El arquitecto Iván Poduje (54) es técnicamente impecable. Serio y reconocido, como académico, como investigador, como profesional, pero quizás por su persistente y apasionada presencia en Twitter, donde despliega su lengua sin pelos, muchos hoy lo califican de “termocéfalo”, opinan que se “fue al chancho”, que se ultra ideologizó. Más ahora en que, hace poco más de una semana, se trenzó en una agresiva discusión con el senador y presidente de la UDI, Javier Macaya, en un programa de televisión, la que estuvo a un tris de convertirse en pugilato tras las cámaras.

–Desde el autoanálisis, ¿reconoces haberte excedido en términos de pasión para defender tus puntos?

–Nuestro país vive varias crisis que son graves, Ximena, y en estos momentos se requiere de claridad y certezas. No se puede quedar bien con Dios y con el diablo, y tienes que empujar con pasión las cosas para que ocurran, especialmente cuando tienes una clase política demasiado enamorada de sus ideas. Por supuesto que eso hace que algunos se enojen, pero mi experiencia con las personas normales o con las comunidades, es positiva. Valoran que empuje con pasión los proyectos y que los ponga en agenda.

–En corto y simple, ¿cómo se generó la pelea con Javier Macaya?

–Sin Filtros es un programa de debate rudo, pero cuando el programa se acaba, también se termina la rudeza. Yo he discutido fuerte con Gustavo Lorca del Frente Amplio y con René Naranjo, pero los respeto y los saludo de entrada y salida. Macaya, en cambio, terminó muy descontrolado. Me insultó, le respondí y me ofreció salir a pelear afuera, como en el colegio. Por suerte, había testigos ya que él lo negó como era esperable. Esto nunca me pasó en los 20 años que llevo asistiendo a programas de debate. Imagino que Macaya está muy estresado –especula este hombre pálido y gigante; mide 1.92, varios centímetros más que el también alto Macaya. O sea, la pelea pudo ser de gran envergadura, aunque la sangre no llegó al río.

–Desde lo humano, ¿lamentas que hoy muchos te vean como un profesional qué pasó del análisis académico-profesional a un extremismo político medio desbocado? Incluso Pepe Auth te anduvo criticando…

–Nosotros seguimos haciendo análisis técnico. De hecho, creo que hay pocas oficinas que pongan tantos temas de ciudad en agenda como Atisba. Hemos sacado reportes con diagnósticos y propuestas referidas al estallido, la pandemia, la migración, el comercio ambulante, barrios críticos por narcotráfico, terrenos fiscales o campamentos. Justamente por eso, nos preocupa el espejismo que genera la constitución, tapando estos temas. Imagino que Pepe Auth no lee lo que hacemos en Atisba o quizás pasa mucho en Twitter y sale poco de su casa.

“Montes trabaja como loco, pero está solo”

Hace años, antes del estallido, en 2017, cuando aún no adquiría la fama de belicoso que la intensidad de los tiempos políticos ha impuesto, le preguntamos cómo era cargar con la impronta pinochetista del difunto Miguel Ángel Poduje, primo en segundo grado de su padre. “Son las desventajas de tener un apellido escaso, aunque la gente de derecha me saluda con gran amabilidad”, nos dijo entonces, cuando sólo era un reconocido urbanista, “concertacionista” declarado y admirador acérrimo de Ricardo Lagos. “Cuando bajaron a Lagos de la carrera presidencial y pusieron en su lugar a Guillier conocí lo peor de la política, lo pequeña y miserable que puede ser”, sentenció aquella vez.

Ahora, que ha corrido mucha agua bajo los puentes y sobre las grandes avenidas políticas, le consultamos:

–¿Qué es lo más feo que te han dicho en estos tiempos?

–Que soy facho o que me derechicé, porque me opongo a la nueva Constitución, lo que es absurdo. La verdad es que hoy me importa bien poco esta nueva constitución, ya que no será el desastre que los chilenos rechazamos masivamente el 4 de septiembre, gracias a la ayuda de políticos, como Pancho Orrego, Macarena Bravo, o profesionales, como Gonzalo Müller, Bernardo Fontaine o Cristián Warnken. Mi problema es que la constitución se transformó en el anillo de Sauron. Embruja a la elite como lo hacía con Golum, y la aísla de los problemas derivados de estas crisis: la migratoria, de seguridad, de empleo y la inflación. Esto es especialmente grave en el gobierno, y en la derecha, que debiera exigir respuestas, en vez de intentar expiar sus pecados o emular a don Patricio Aylwin y su democracia de los acuerdos– dice, respondiendo preguntas que, afirma, le cuesta abordar. “Son intensas, densas. No sé cómo contestarlas”, y sólo nos deja una sin respuesta.

Ésta:

–¿Qué dificultades concretas te ha generado la exposición pública y la activa participación en redes sociales? ¿Qué te dicen los tuyos, los que te quieren?

–No puedo responder eso, porque involucra a mi señora y mis niños.

Vamos a lo técnico, entonces. A su diagnóstico sobre el incendio que se produjo en la parte alta de Viña del Mar los días previos a la Navidad.

–¿Cómo evalúas la acción de las autoridades?

–Teatral y muy equivocada en el diagnóstico. Dieron a entender que estos incendios son provocados por inmobiliarias para despejar suelo sin ninguna evidencia, y no por el crecimiento informal de campamentos hacia zonas de riesgo de incendio o derrumbes. Sobre el crecimiento informal no vimos ninguna propuesta, mientras que para la teoría conspirativa de los inmobiliarios, la alcaldesa, el presidente y varios diputados ya anunciaron proyectos de ley. Lo encuentro insólito.

Y abunda así sobre la alcaldesa Macarena Ripamonti: “Ella me pareció muy irresponsable, ya que además de no exponer una sola evidencia para tan grave acusación, tapa el problema de fondo, que es el crecimiento informal de la ciudad. Viña del Mar es la tercera comuna con mayor crecimiento de campamentos entre 2018 y 2022. Según nuestros registros, los de Atisba, se tomaron 214 hectáreas y 6.600 casas o sitios en el periodo. Pese a la gravedad del tema, en vez de proponer respuestas, la alcaldesa sale con esta teoría conspirativa digna de un antivacunas, como dijo Juana Diaz. Lamentable.

–¿Qué habría que hacer para precaverse de situaciones como éstas?

–La clave es evitar el crecimiento urbano precario hacia zonas de riesgo. Esto se logra con obras más que con leyes o normativas. Necesitamos barrios seguros en vez de campamentos. Calles y corta fuegos, y estanques para llegar más rápido a controlar el foco. Cuando careces de esto, la tragedia puede ser enorme. En 2014, una mezcla fatal de calor, viento y poca humedad movió un incendio hacia zonas de crecimiento urbano precario y el fuego arrasó con 3 mil viviendas en cinco cerros de Valparaíso. En el caso de los incendios, este problema se repite todos los años desde hace demasiado tiempo, y hoy tenemos miles de personas viviendo en campamentos. En el incendio de Viña tuvimos mucha suerte. Si el fuego hubiera subido al cerro contiguo y no bajado por la quebrada de la Quinta Vergara, pesca el campamento Felipe Camiroaga, donde existen 1.200 viviendas de material ligero, sin agua, caminos ni corta fuegos. Hubiera sido una tragedia. La dirección del viento nos salvó.

Pero dado el creciente número de campamentos, el arquitecto sostiene que “el riesgo es mayor que nunca. Además de fuego, tenemos peligro de aluviones y derrumbes en Copiapó y Antofagasta en estos asentamientos precarios”.

–¿Percibes alguna señal de que avanzamos en el camino correcto en materia de respuestas para los sin casa, para los que no tienen más opción que los campamentos?

–Creo que el ministro Montes calibró bien la envergadura del problema desde el primer día, al punto que habló de un “plan de emergencia habitacional”. Me consta que se ha movido como loco, pero ha estado muy solo. En el resto del gobierno y en buena parte de la oposición, la crisis habitacional no es tema, igual que otros tantos problemas sociales. Incluso hemos visto declaraciones contradictorias, apoyando las tomas de terrenos y validando los campamentos, lo que es de una irresponsabilidad enorme. Al ministro Montes le tengo un gran respeto. Creo que es un político serio, estudioso y muy conectado con los sentimientos de las personas, pero, como dije, lo veo muy solo, en un gobierno donde las prioridades sociales, como es la vivienda o el entorno seguro, no son prioridad. No trabajo con él, pero he conversado y lo apoyaré en todo lo que sea posible para que cumpla sus metas, desde fuera, claro.

–Si fueras ministro de Vivienda, ¿cuáles serían tus objetivos centrales?

–Obviamente, nunca sería ministro del presidente Boric, porque jamás me lo pediría y porque no puedes trabajar para el conglomerado político que promovió y celebró la destrucción de tu ciudad. En otro gobierno, mis prioridades serían tres: acelerar la construcción de viviendas, recuperar la presencia del Estado en barrios inseguros y revitalizar los centros históricos. Y me faltaría tiempo.

¿Hassler, Sharp o Ripamonti?

“Vamos a quemarlo todo”, la incendiaria frase que ha salido de la boca de diputadas y senadoras, es una metáfora de la radicalización para Iván Poduje. “Los políticos extremistas usan mucho el fuego en sus protestas. Les encanta, de hecho. En las elecciones de Brasil, partidarios de Bolsonaro llamaron a quemarlo todo y destruyeron varios autos en Brasilia. Los independentistas catalanes quemaron varios edificios en Barcelona e hicieron piras con la foto del rey. Las banderas también suelen ser quemadas en disturbios, desde Irlanda del Norte hasta Estados Unidos. Es un clásico. En el estallido, estoy seguro que esas bestias quemaron el parque Metropolitano”, dice.

Los incendios de los cerros, como el reciente de Viña del Mar, en cambio, no son políticos, pero nunca son causales. “Son accidentales o por acción de pirómanos, así se producen”, sostiene.

–En cuanto a gestión de ciudad, ¿con quién te quedas: Hassler, Sharp o Ripamonti?  

–Separaría a Ripamonti, ya que los otros dos casos son demasiado críticos. Salvo por esta conducta en los incendios, creo que la alcaldesa de Viña ha tenido un discurso más centrado, con más foco en los problemas de sus vecinos. Lo de Sharp y Hassler es algo nunca visto en la historia reciente. La capacidad que han demostrado para hundir sus comunas, es impresionante. Por supuesto que ellos no tienen toda la responsabilidad, pero dieron pésimas señales marchando, mientras sus ciudades eran arrasadas por la violencia, minimizando la informalidad u ofreciendo cupos para ambulantes sin medir el impacto social de sus medidas. Y, en el caso de Sharp, esto se mezcla con una incapacidad  para formular planes y proyectos, y un ambiente de conflicto con todos los actores relevantes de la ciudad.

Socio fundador de Atisba, oficina de urbanismo con medio siglo de existencia, sostiene que decidieron expresamente no trabajar para el gobierno, lo que les permite opinar con libertad. Así, se declara escéptico, por ejemplo, del plan de remozamiento de zonas, barrios y edificios patrimoniales degradados durante el estallido en cuatro capitales regionales, que fue anunciado con bombos, reportajes y platillos. “No hay tal plan de recuperación, sólo anuncios y ´mesas´”.

–¿Qué es lo más relevante de los “atisbamientos” recientes de Atisba en temas de vivienda y urbanismo?

–Nuestra oficina pasa el 80 por ciento del tiempo en terreno y en regiones, haciendo proyectos o estudios para empresas. Eso nos permite recolectar mucha información de primera fuente la que vamos sistematizando en un área nueva llamada Monitor, a la cual yo le dedico hoy la mitad de mi tiempo. También abrimos un área Pro Bono, donde asesoramos sin costo a comités de vivienda o vecinos de sectores con problemas de violencia crónica. Y compramos un software de información geográfica que nos permite cruzar mucha información distinta para detectar o “atisbar” patrones y problemas. Te diría que la clave es moverse mucho.

–¿Qué datos concretos de mafias o grupos delictuales involucrados en la toma de terrenos han recopilado y cómo habría que ponerles atajo?

–Sabemos lo siguiente: de las 214 hectáreas tomadas para campamentos en Viña del Mar, más de un tercio se abrieron con maquinaria, topografía, con manzanas bien delimitadas y un porcentaje importante de sitios con cierres pero sin casas. Eso no ocurre en un campamento tradicional, el que surge por necesidad, donde se avanza con calles y casas, con trazados irregulares, y nunca con sitios vacíos. ¿Quién tiene recursos para contratar maquinas o topógrafos? ¿Y para llevar 200 familias en camiones para evitar los desalojos? Esto debiera investigarse a fondo. En otros países son organizaciones criminales vinculadas al narcotráfico, y parece claro que ya se movieron a Chile. De hecho, el asesino del empresario Alejandro Correa fue un sicario contratado por un narco luego de tomarse su terreno en Quilpué. Hemos visto lo mismo en San Antonio, Alto Hospicio, Antofagasta y, en todos estos casos, los delitos violentos se han disparado. La situación de muchas ciudades es crítica y me sorprende que ni siquiera sea tema para políticos o colegas.

–¿Cuáles son hoy los principales problemas de vivienda y urbanismo del país? ¿Y cuánto golpean a Chile en su desarrollo general?

–En vivienda, para muchos hogares la casa propia se transformó en una pesadilla y urge trabajar para que vuelva a ser un sueño posible para las clases medias y los sectores populares. Debemos terminar con el pago de arriendos abusivos, el hacinamiento y bajar la velocidad de crecimiento de los campamentos. En urbanismo, el principal problema es el control territorial de organizaciones criminales. Esto ha elevado los índices de delitos e inseguridad a niveles nunca vistos, y creo que en algunas ciudades, la situación es crítica y requiere de medidas urgentes.

–Para cerrar, ¿algún comentario esperanzador en tu rubro que te haya tocado ver en este 2022 que se nos va?

–La fuerza de los comités de vivienda, que son todos dirigidos por mujeres, para seguir trabajando y peleando por su casa propia, con todo en contra, mientras pasan y pasan los años. Es una fuerza que también veo en muchos barrios. Creo que los chilenos podemos sacar el país adelante, siempre que tengamos políticos que estén a su altura.

Léenos en Google News

Notas relacionadas

Deja tu comentario

Lo más reciente

Más noticias de Política