Los ricos también cacerolean o un cosplay de comunista
Ya llegando a los 40, puedo decir con orgullo que he ‘caceroleado’, marchado, reclamado, mandado cartas, gritado, votado y trabajado como forma de manifestar mi descontento por distintas situaciones. Con orgullo, no porque me sienta una revolucionaria, sino porque vivo en un país en que es posible manifestarse. Por supuesto, sin los efectos que quisiera, y con una represión no deseada.
Columnista