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25 de Julio de 2018

El kafkiano mundo de las donaciones

"Por esto no es de extrañar que el 84% de las donaciones declaradas, provenga de las grandes empresas, que son quienes pueden costear estos trámites para transparentar una simple donación y vivir una experiencia digna de un gran laberinto".

Por Gonzalo Larenas
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Gonzalo Larenas es L&C Consultores, Licenciado en Letras y Literatura, Gestor Cultural, Magíster en Educación y Profesor de la UNAB.

Hablar de donaciones en Chile es un tema complejo, no tan solo por la poca y confusa información que existe al respecto, sino también por una tendencia hacia la desconfianza que ha marcado este mercado a nivel mundial, debido principalmente a la falta de profesionalización en el mismo proceso, tanto por parte de las organizaciones que están posibilitadas a recibir donaciones, como de las empresas o personas que quieren donar.

En Chile existen tantas formas y procesos para poder donar, como organizaciones y causas que necesitan de esa ayuda, un sistema extremadamente burocrático, complejo, diverso y alejado totalmente de los tiempos que vivimos, donde el problema es tan grande, que la mayoría de las donaciones se hacen por fuera de la ley, transformándose incluso en gastos extras para la empresa o simplemente en asumir los castigos por donar, así es, el Sii actualmente rechaza los gastos asociados a donaciones, por lo que la empresa debe pagar una multa que alcanza el 40% de lo que donó, así como también la ONG o fundación, se ve en la misma extraña situación.

Para visualizar el problema a continuación relataré el procedimiento que debe hacer una organización sin fines de lucro, para poder emitir un certificado de donación, para que un privado pueda donar y ese gasto no sea rechazado, generando una posible multa a los donatarios.

Primero, la organización debe conformarse, esto en los marcos legales de cualquier conformación de sociedad, con sus características bien establecidas, pero con una falta de información tremenda, en la que estas personas con un interés social, comienzan su kafkiano viaje por oficinas públicas, municipios, SII, ministerios, firmas y mucho tiempo. Después de terminar esta etapa, y pensando que ya pueden comenzar a recibir donaciones, se dan cuenta que esto es solo el comienzo, ahora deberán ser reconocidas por un algún ministerio correspondiente a las causas que ellos deban desarrollar, cada uno con exigencias distintas y plataformas que no coinciden ni en beneficios tributarios, ni en normas, mucho menos en responsabilidades ni requisitos. Finalmente, la mayoría opta por la menos compleja, que es el ministerio de desarrollo social, o solicitando un certificado de donación que les permita trabajar en su respectivo municipio, el que contablemente no asegura que la donación realizada por alguna empresa no sea un gasto rechazado. Una vez que alguno de los ministerios los reconoce, deberán entonces esperar unos dos meses más, para poder subir su causa al banco de proyectos con todas las exigencias y requisitos que estos tienen, que tal como los anteriores, necesitarán de conocimientos específicos de contadores y abogados, generando una desigualdad marcada entre organizaciones que pueden pagar estas asesorías y quienes no lo puedan hacer. Sin contar que todo esto no asegura que la causa o el proyecto sea aceptado.

Con todo lo anterior estaríamos listo para comenzar la próxima etapa de este real Proceso de Kafka, donde ahora debo involucrar en este caos a quienes vayan a donar, primero obteniendo el certificado de donación, para luego timbrarlo en el SII, entonces deben emitir 3 copias, firmarlas y repartirlas a los involucrados, para que estos lo guarden hasta el pago de impuesto del año siguiente o en la fecha correspondiente, donde deberán presentar este certificado para que así vean si pueden o no recibir los beneficios tributarios correspondientes a la causa que decidieron apoyar. La locura es tal, que la mayoría de las empresas decide no usar el certificado y pasarlo por otro tipo de gasto, ya que el costo del rechazo es incluso menor al de tener que pagar un extra a un contador y abogado, que sobre todo en PYMES es un lujo que no se pueden dar.

Por esto no es de extrañar que el 84% de las donaciones declaradas, provenga de las grandes empresas, que son quienes pueden costear estos trámites para transparentar una simple donación y vivir una experiencia digna de un gran laberinto.

En CLYC.me convivimos con estos dilemas a diarios, por un lado, asesorando a la enorme cantidad de organizaciones sin fines de lucro que necesitan ayuda para seguir realizando sus importantes acciones sociales y que en su mayoría desconocen todos los trámites que deben hacer, además de no contar con los recursos para realizarlos, y por otro con toda la dinámica contable y tributaria para incluir de la forma más eficiente a empresas que quieren ayudar, pero que el sistema los castiga si lo hacen. Ha sido tan engorroso este sistema, que hemos debido salir del país, donde es más fácil incluso que organizaciones reciban ayuda desde el extranjero. Es por eso que decidimos ampliar nuestra oferta y trabajar directamente en países como USA, Puerto Rico y México, donde el donar muy por el contrario que en Chile, no es una problemática, prácticamente no genera fricción y además tiene beneficios para quienes lo realizan, siendo un aporte considerable al PIB. Lo que en Chile nos demora un promedio de 3 a 4 meses para comenzar a apoyar a una causa y levantar los fondos que necesitan, en USA nos llevó 2 semanas que tenían que ver más con tiempos operacionales y no de gestión de la donación.

Estamos a la espera de que todo esto cambie el próximo año con nuevas propuestas, donde se destaca el trabajo del CEFIS de la UAI, y así podamos volver a impulsar causas en Chile de forma efectiva, dinámica y transparente, recuperando la confianza, a través de nuevas tecnologías y de nuevas experiencias que transformen el mundo de la donación en un atractivo círculo virtuoso donde todos se vean beneficiados y dejemos atrás la beneficencia por la inversión social.

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