Durante los últimos días, en redes sociales, dieron cuenta del estado en el que se encontraba el mural de Mon Laferte que realizó el artista Julio “Ros” Pizarro en 2019, en el marco de de la Expo Urbana “Iconos a CieloAbierto”, y que está ubicado en Avenida Matta con Santiago Concha.
“Un nuevo crimen a la cultura. No nos dejamos sorprender con la poca tolerancia, donde ni el Arte ni nada se salva. Rechazamos totalmente lo ocurrido, el tratar de politizar una acción de Arte que nada tiene que ver con la política, no tiene ningún sentido”, señalaron desde la productora Fotorock a través de su cuenta de Instagram, donde publicaron una imagen del antes y el después de lo ocurrido.
Los responsables, que aún no han sido identificados, taparon el mural de Mon Laferte con pintura y en la pared que estaba a un costado, que pertenece a la 10ª compañía de Bomberos de Santiago, escribieron “Rechazo“.
Desde la productora a cargo de la obra, indicaron que “seguimos firmes, esto nos da fuerza para seguir trabajando y creando instancias para la comunidad. Esto es, literalmente, una raya en el camino”.
Esta es la tercera obra que adherentes al Rechazo vandalizan. Primero fue el mosaico de Pedro Lemebel en calle Nataniel Cox y otro que estaba dedicado al perro “Negro Matapacos” en las cercanías del GAM.
Buena parte de los 770 millones de frascos de Nutella que vende hoy Ferrero cada año, tienen su origen en nuestro país. Hasta 1991 no éramos tema para la exitosa empresa italiana, pero en los últimos años la inversión en Chile ya superó los 330 millones de dólares y hay más de cuatro mil hectáreas de campos del sur sembrados de avellanas europeas, con lo cual somos el segundo mayor proveedor del mundo. ¿Cómo partió este fenómeno? Así...
En Chile hay más de 15 mil niños fuera de sus hogares de origen. Diez mil con familias de acogida. Cinco
mil en residencias. Algunos viven años en esa categoría -transitoria solo en el papel- sin certezas sobre su futuro.
La apuesta, por la cuál está jugada Tohá y sus voceros, es endurecer el tono contra Jara e imponer la idea de que es la única que puede derrotar a la derecha.
Los niños del Francisco Encina, no cantaron desde la nostalgia ni desde la obligación moral del homenaje tardío. Lo suyo fue mucho más puro y poderoso: chicos nacidos en un siglo en que la música se consume por segundos, y que, sin embargo, se tomaron el tiempo de entender una melodía triste, una letra incómoda y a un autor que hoy tiene 74 años de edad.