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Bioequivalencia en medicamentos: lo que necesitas saber para elegir bien

Cada vez más fármacos en Chile cuentan con versiones bioequivalentes, lo que permite un acceso más económico sin perder efectividad. Conocer cuáles lo tienen y cómo identificarlos puede marcar la diferencia en tu bolsillo y en tu salud.

En Chile, muchos medicamentos de uso común, como el Nastizol, ya cuentan con alternativas bioequivalentes. Esto significa que existen versiones genéricas aprobadas por el Instituto de Salud Pública (ISP) que aseguran la misma eficacia, seguridad y calidad que los productos originales. Este avance ha sido clave para que más personas puedan acceder a tratamientos efectivos sin tener que pagar precios elevados por marcas.

En cualquier farmacia del país, los usuarios pueden encontrar estos medicamentos bioequivalentes identificados con un sello amarillo en el envase. Sin embargo, muchas veces se desconoce cuáles remedios tienen esta equivalencia o qué significa realmente. La bioequivalencia es una certificación técnica que garantiza que un medicamento genérico se comporta en el organismo de forma similar al original, lo que permite su uso con confianza en tratamientos médicos.

Actualmente, más de 2.000 productos en Chile han sido certificados como bioequivalentes, abarcando áreas tan variadas como los antihipertensivos, antidepresivos, anticonceptivos, antibióticos y medicamentos para alergias, como el mencionado Nastizol. De esta forma, los pacientes pueden acceder a medicamentos más asequibles, sin comprometer la calidad del tratamiento.

El Ministerio de Salud ha impulsado diversas campañas para fomentar el uso de medicamentos bioequivalentes, ya que su disponibilidad mejora la equidad en el acceso a tratamientos y reduce los costos para el sistema público. No obstante, aún persisten mitos sobre la calidad de los genéricos, lo que impide su masificación. Por eso es fundamental educar a la población sobre la seguridad de estos fármacos, sobre todo considerando que están avalados por estudios científicos y organismos reguladores.

Otro aspecto clave es el rol de los profesionales de la salud. Médicos y farmacéuticos tienen la responsabilidad de informar y orientar a los pacientes sobre la existencia de bioequivalentes. A pesar de que algunos recetan por marca, la ley permite al paciente pedir una versión genérica bioequivalente, siempre que esté disponible y cuente con la validación del ISP.

Además, la bioequivalencia favorece la competencia en el mercado farmacéutico, ya que obliga a las marcas a ofrecer precios más justos. En muchos casos, la diferencia de valor entre un medicamento original y su versión bioequivalente puede ser de hasta un 70%, lo que representa un ahorro considerable a largo plazo, especialmente en tratamientos crónicos.

Para asegurarse de que un medicamento cuenta con bioequivalencia, se puede revisar directamente en la página del Instituto de Salud Pública o consultar con el químico farmacéutico en la misma farmacia. Algunos productos bioequivalentes incluso son elaborados por los mismos laboratorios que producen las marcas originales, lo que refuerza aún más la confianza en su eficacia.

En resumen, la bioequivalencia ha sido un paso importante hacia una salud más inclusiva y sostenible en Chile. Medicamentos como Nastizol y muchos otros ya tienen versiones accesibles para toda la población. La próxima vez que vayas a la farmacia, recuerda preguntar por la alternativa bioequivalente: puede ser más económica e igualmente efectiva. 

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