Una nueva tendencia comienza a introducirse en el ambiente de los tatuajes. La tinta ha sido desplazada por el hilo y la aguja en lo que se conoce como los “tatuajes bordados”.
Una de las artistas precursoras de esta técnica fue Lauryn, conocida como Glitch-Vixen, quien bordó en su espalda un trabajo hecho por su abuela al terminar la secundaria.
Pero no ha sido la única. Otra de las artistas impulsoras de la práctica es la inglesa Eliza Bennett, especializada en textiles en Stafford, cuya obra “El trabajo de una mujer nunca termina 2011″, causa el asombro de quienes lo observan.
Según la artista mediante el uso del bordado, empleado tradicionalmente para representar la feminidad, deseaba “cuestionar la idea de que el trabajo de las mujeres es ligero y fácil”, aseveró.
El último en imponerse con este tipo de tendencias ha sido el español David Catá, un artista que ha compartido en su libro autobiográfico “Mi vida a flor de Piel”, los retratos cosidos de sus seres queridos, personas cuyas “vidas se han entretejido con las mía para construir mi historia, una historia que finalizará cuando me quede sin hojas sobre las que escribir”, declaró en su página web.
Fotografías: www.trendhunter.com- www.elizabennett.co.uk-www.davidcata.com
