Secciones
Cultura

Jonathan Tetelman, el tenor del momento: “Siempre soñé con presentarme en Chile”

Nació en Chiloé, a los 7 meses fue adoptado por un matrimonio estadounidense, el 2023 fue elegido revelación de la lírica mundial y este jueves se presenta en Teatro Municipal de Santiago. En esta entrevista con EL DÍNAMO cuenta de su historia y de su conexión con Víctor Jara y Ramón Vinay: “Es un verdadero ídolo para mí”.

Una bandera norteamericana y una chilena dan la bienvenida en @ tenortetelman, la cuenta en IG del tenor del momento. Así es como Jonathan Tetelman se presenta a quien lo quiera conocer, dando cuenta de su particular identidad: nacido en Chiloé y dado en adopción a los 7 meses de vida a una pareja estadounidense, la revelación 2023 de la lírica nunca ha olvidado su origen. Y es justamente acá, en el Teatro Municipal de Santiago, donde este jueves debutará después de recorrer los principales escenarios de la ópera mundial.

-¿Qué emociones y expectativas tienes al cantar aquí?

-Es especial. He estado de gira por Buenos Aires y Lima con este mismo repertorio, pero cantar acá tiene una emoción distinta. Es mi país, el lugar donde nací, y siempre soñé con presentarme en Chile. Nunca imaginé que sería posible cantar en el Teatro Municipal de Santiago, y hoy lo hago gracias al apoyo de mi familia y de tanta gente que ha hecho posible este momento.

Tetelman es acompañado en esta simbólica visita por sus padres, su esposa y sus dos pequeñas hijas de 3 años y medio, y 7 meses de vida. “Yo tenía la misma edad de mi hija menor cuando dejé Chile. Es como cerrar un ciclo”, dice, con emoción, el músico a sus 37 años.

-¿Qué has podido conocer del país?

Fui al campo, a una zona de viñedos. Un amigo mío, Matías Pérez, invitó a mi familia y a mí a conocer su viña, y fue una experiencia muy grata, una forma de disfrutar fuera de la ciudad. También recorrimos el centro, que según me han contado ha cambiado bastante después de las grandes protestas políticas de hace algunos años. El ambiente allí es distinto ahora. Ayer (lunes) subimos al cerro San Cristóbal para admirar la vista de Santiago, y esta noche iremos a otro lugar. Mi esposa es la que organiza todos los planes, yo simplemente me dejo llevar.

Tras brillar en escenarios internacionales como el Metropolitan Opera de Nueva York, el Gran Teatre del Liceu en Barcelona y la Deutsche Oper Berlin, este tenor exclusivo del afamado sello Deutsche Grammophon pisa suelo chileno para saldar una deuda consigo mismo: “Desde que tengo memoria siempre me gustó cantar”, cuenta quien con su disco debut Arias —con música de Verdi, Puccini y repertorio francés— fue nombrado Mejor Álbum Solista del Año por la revista Oper! y le valió el premio Opus Klassik 2023 como Artista Revelación del Año.

-Fuiste descubierto a los ocho años en un coro. Antes de eso, ¿cómo era tu relación con la música?

-Desde pequeño tuve interés por todo tipo de música. Mis padres me mostraban estilos muy distintos, pero fue mi propia pasión lo que me empujó a querer ser músico. El canto fue lo primero que me atrapó. Ya a los tres o cuatro años buscaba cualquier ocasión para cantar en coros. Más adelante aprendí guitarra y tuve una banda de rock, como adolescente rebelde… además ayudaba a llamar la atención de las chicas (ríe).

-Te formaste como barítono antes de convertirte en tenor, ¿cómo fue ese viaje?

-A los 18 nadie sabe realmente qué tipo de voz tiene. Ser barítono parecía lo más seguro, porque forzar demasiado arriba puede dañar la voz si no se tiene el maestro adecuado. Quería tener un pecho amplio y mucha profundidad para el sonido de mi voz. No pensaba en convertirme en tenor porque los tenores de mi entorno eran muy distintos a mí. Pero después de cuatro años en la universidad, mi voz y mi técnica mejoraron, y entonces pude empezar a considerar que quizá esa era mi verdadera voz. Claro que pensarlo y llevarlo a la práctica son cosas muy distintas. Pasé dos años en la escuela de posgrado intentando ser tenor, pero no contaba con el maestro adecuado, ni con la actitud o la concentración necesarias para lograrlo. Estaba tan frustrado con el cambio de todo mi repertorio de barítono a repertorio de tenor, que sentía que no podía interpretarlo, y decidí tomar una pausa en el canto.

Con su metro 93 de altura y un look de modelo italiano, Tetelman dejó los escenarios de los grandes teatros y se perdió en los de las discotheques: “Empecé con las tornamesas y tuve una crisis de cuarto de vida en Nueva York. Trabajé en clubes como DJ y productor de eventos, conocí gente de todo el mundo y aprendí lo que significa ser emprendedor. Al final, toda esa experiencia me sirvió para mi carrera en la ópera”, resume.

-¿En qué momento te diste cuenta de que debías volver a la ópera?

-Fue una especie de despertar. Una madrugada, al volver del club, me dije: “A todos les digo que soy cantante de ópera, pero en realidad me estoy engañando a mí mismo”. Supe que tenía que dejar todo eso y dedicarme de verdad a lo que amaba desde niño.

-¿Y esa vuelta solo podía ser como tenor?

-Por supuesto. Yo era tenor, aunque me costara aceptarlo. Porque ser tenor también es un estilo de vida. Hay que cambiar por completo la forma en que uno vive el día a día. Todo debe estar al servicio de la voz, para que la voz pueda estar al servicio de la música. Es un desafío enorme: incluso si uno se siente al 85 o 90% en una función, como tenor siempre existe un riesgo muy alto de fracasar, mucho más que en una cuerda como la de barítono. Para mí, esa ha sido una de las partes más difíciles. No fue aprender a cantar —que, por supuesto, también es complicado—, sino cambiar mi alimentación y la manera en que debo comportarme con mi voz. Sigue siendo un reto, porque implica una entrega total. Además, si hubiese insistido en ser barítono, no tendría la carrera que tengo hoy, y habría vivido una mentira.

-Los críticos dicen que tu voz es poderosa y tierna a la vez. ¿Cómo equilibras pasión y técnica?

-No es fácil, pero deben complementarse. No puedes cantar solo con fuerza ni solo con emoción. El contraste entre ambas es lo que hace interesante a los personajes. En la ópera queremos ver a la gente en sus extremos: lo más alto y lo más bajo. Con la voz adecuada, eso se vuelve inolvidable.

Concierto de clásicos

Este jueves Jonathan Tetelman cantará en la sala principal del Municipal junto a la Orquesta Filarmónica de Santiago, bajo la batuta del director estadounidense Constantine Orbelian, quien también visita por primera vez nuestro país:

“Quise cantar piezas que hago habitualmente, como Cavalleria o Puccini, y probar algunos Verdi que haré en el futuro, como Radamés y Rodolfo de Luisa Miller. La segunda parte es de canciones napolitanas, que descubrí recién grabándolas. Son intensas y apasionadas, con arreglos que hicieron famosos Pavarotti o Domingo. Y, claro, cierro con un tango (El día que me quieras) y Granada, además de Non piangere, Liù, que es de mis favoritas ahora”, adelanta el músico formado en la Manhattan School of Music y en la Mannes School of Music de Nueva York.

-¿Conoces compositores chilenos?

-En mi primer álbum pedí un arreglo de una canción de Víctor Jara, El amor es un camino que de repente aparece, pero no alcanzamos a grabarla. Investigando sobre él descubrí a un poeta y compositor extraordinario. Me encantaría retomarlo algún día y grabar algo de él.

-¿Cuáles son tus próximos proyectos?

-Ahora mismo regreso a Viena para Tosca, después estaré en el 90º cumpleaños de Pavarotti en Verona, y luego haré una producción muy especial de Tosca en Roma, con el vestuario y escenografía original de su estreno, transmitida en vivo por la RAI.

-¿Tosca es tu ópera favorita?

-Sí, creo que es una de las más completas. Los personajes están muy bien construidos. En otras óperas la música puede ser maravillosa, pero si los personajes no lo son, algo falta.

-¿Admiras a otros tenores?

-Muchos. De Chile, Ramón Vinay es un referente absoluto. Siento que su historia es muy parecida a la mía: vivió poco tiempo aquí, luego creció en otro país, pero siempre se sintió profundamente chileno. Además, su voz era riquísima y hasta se convirtió en barítono después. Es un verdadero ídolo para mí. Y, claro, también Caruso, Di Stefano, Gigli, los grandes de los 30 a los 50, y por supuesto Domingo y Carreras. Tenemos la suerte de que sus voces quedaron grabadas para siempre.

-Alguna vez dijeron que a Jonas Kaufmann su físico le jugaba en contra. ¿Ha sentido eso, que te juzguen más por apariencia que por voz?

-Creo que siempre habrá prejuicios y lo más fácil es atacar la apariencia, para bien o para mal. Lo importante es que, como Jonas, uno no use eso como escudo ni reemplazo del arte. Al final, lo único que cuenta es la música.

Más detalles y tickets en www.municipal.cl

Notas relacionadas








Vuélveme a querer

Vuélveme a querer

El extraño caso de Cristian Castro es, finalmente, el de un artista que perdió el centro, vagó por los bordes y regresó sin pedir permiso. No volvió a través de un hit nuevo ni de una estrategia de marketing: lo hizo mediante algo más simple y más raro -una autenticidad torpe, luminosa e irresistible, respaldada por una carrera que, vista desde hoy, nunca dejó de importar.

Foto del Columnista Mauricio Jürgensen Mauricio Jürgensen