Secciones
Innovación

Profesor Roee Ozeri, experto en computación cuántica: “Promete mejorar tecnologías en formas que aún no podemos imaginar”

En entrevista con EL DÍNAMO, Ozeri asegura que empresas como IBM, Google o Amazon están apostando por la tecnología y que el paradigma de cómo entendemos la tecnología está ad portas de cambiar.

A 20 kilómetros al sur de Tel Aviv, en la ciudad de Rehovot, en 1934 se fundó en Israel lo que 15 años después sería conocido como el Instituto Weizmann. Se trata de una de las entidades públicas de investigación más importantes del mundo, dedicada exclusivamente a las ciencias en posgrados en vez de cursos de pregrado.

Los más de 90 años de experiencia de la prestigiosa institución trajeron a Chile a su vicepresidente, el Profesor Roee Ozeri. Se trata de uno de los referentes mundiales en física cuántica desde el comienzo de su trabajo en 2003, lo que lo llevó a construir la primera computadora cuántica en Israel. Y a pesar de que el término “computación cuántica” parece reservado a los laboratorios más sofisticados del planeta, para el profesor lo que hoy suena lejano será, en apenas una década, parte de la vida diaria.

La física cuántica ya transformó nuestras vidas una vez“, afirma Ozeri en diálogo exclusivo con EL DÍNAMO. “Sin ella no tendríamos aparatos electrónicos modernos, ni láseres, ni energía nuclear. Habiendo dicho eso, la computación cuántica es probablemente el santo grial de las tecnologías cuánticas. Ahora estamos entrando en una segunda revolución cuántica, que promete mejorar tecnologías en formas que aún no podemos imaginar“.

La llamada “segunda revolución cuántica” se apoya en una idea tan abstracta como poderosa: aprovechar las propiedades más extrañas de la materia —la superposición y el entrelazamiento cuántico— para procesar información de manera completamente nueva. En palabras simples, mientras una computadora tradicional examina cada posibilidad paso a paso, una cuántica puede explorar muchas en simultáneo.

El resultado de este proceso, explica Ozeri, no es solo velocidad, sino capacidad: “Las computadoras cuánticas podrán resolver problemas que hoy simplemente no podemos resolver“.

De los laboratorios a la vida cotidiana

El impacto no se limitará a los centros de investigación. La química, la biomedicina, la energía y las finanzas estarían entre las primeras industrias en beneficiarse a nivel cotidiano. El profesor pone un ejemplo tan cotidiano como urgente: la producción de fertilizantes.

“Si logramos optimizar la síntesis de amoníaco para que consuma menos energía, el impacto ambiental y económico sería enorme. Con computadoras cuánticas podremos diseñar procesos químicos más eficientes que reduzcan las emisiones de carbono y los costos energéticos“, detalla en uno de los múltiples ejemplos en los que podría verse aplicado.

Desarrollar medicinas de manera más eficiente y con mejores efectos, el análisis de grandes cantidades de datos en periodos de tiempo más cortos o la implementación en medidas para frenar el calentamiento climático son algunos otros casos presentados por Ozeri.

No obstante, el físico israelí indica que teorizar muy a futuro es un esfuerzo poco fructífero. “Preguntarse cómo afectará la computación cuántica nuestras vidas es como haber preguntado en los años 50 cómo afectarían las computadoras electrónicas. Las respuestas que se daban entonces estaban lejos de imaginar Internet o los teléfonos inteligentes“.

Lo que sí adelanta es que no eliminará a la computación tradicional que conocemos actualmente, sino que consistirá de una “mixtura” entre ambos tipos.

El “momento ChatGPT” para la computación cuántica

Ozeri no duda en que llegará un punto de inflexión, un “momento ChatGPT” para la computación cuántica: el instante en que cualquier persona promedio tenga a disposición la poderosa herramienta.

“Hoy los ordenadores cuánticos ya existen, pero son pequeños y sufren de ruido (perturbaciones ambientales que causan errores de cálculo). Para llegar a ese momento, necesitamos escalar su tamaño entre 100 y 10.000 veces“, explica el experto en física cuántica. Lo impresionante es la relativa cercanía que ve aquel momento: “Creo que veremos ese punto de inflexión entre 2030 y 2035“. 

El salto, agrega, no solo abrirá nuevas posibilidades técnicas, sino también económicas. Empresas como IBM, Google, Amazon o startups especializadas invierten miles de millones en esta carrera. Y detrás de esa fiebre hay una motivación tan pragmática como ecológica: “Las computadoras cuánticas consumirán mucha menos energía. Serán miles de veces más eficientes que los sistemas actuales de alto rendimiento“.

Eso si, Ozeri distingue entre dos revoluciones que hoy avanzan en paralelo. “La inteligencia artificial es una revolución del software; la computación cuántica es una revolución del hardware (es decir, los componentes físicos de un dispositivo informático). No compiten, se complementan“, añade. Esa combinación, asegura, permitirá entrenar modelos de IA más potentes con un consumo energético drásticamente menor.

El Instituto Wiezmann y Chile

Más allá de la tecnología, Ozeri habla con pasión sobre la cooperación científica y el papel del Instituto Weizmann, que busca alejarse de las polémicas políticas que lo rodean. “La herramienta más importante en la ciencia no son los telescopios ni los microscopios: son las personas y el diálogo entre ellas. La ciencia es un lenguaje universal que no enfatiza las diferencias, sino los puntos en común. Construye puentes entre naciones, culturas y personas”, reflexiona.

Esa vocación global se refleja también en América Latina y Chile. El Weizmann participa en el Telescopio Gigante Magallanes, que se construye en el desierto de Atacama. “Será el más grande del mundo y permitirá buscar señales de vida fuera de la Tierra. Es un proyecto que representa lo mejor de la ciencia: colaboración global en beneficio de todos”, indica el referente mundial en física cuántica.

Mientras la humanidad se prepara para un nuevo salto tecnológico, el mensaje de Ozeri invita a las grandes mentes y a los ciudadanos comunes a adentrarse en lo desconocido: “Estamos al borde de una revolución en la forma en que entendemos y usamos la información. Y, como toda revolución científica, su destino dependerá de cómo decidamos aplicarla“.

Notas relacionadas