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5 de Diciembre de 2014

El mercado del reciclaje

Los esfuerzos en la Ley deben focalizarse en el mundo domiciliario, que es el más débil y con mayor potencial de reciclaje. No basta estudiar conceptualmente las normativas mundiales para incorporar lo mejor de cada una de ellas en nuestra Ley, sino que también se debe entender y aplicar con inteligencia, lógica y gradualidad una realidad país.

Por Alejandro Navech
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Alejandro Navech es Ingeniero Comercial y miembro del Comité de Profesionales de Amplitud

Actualmente se está votando, en la Comisión de Medio Ambiente de la Cámara de Diputados, el Proyecto Ley de Gestión de Residuos y Responsabilidad Extendida del Productor.

Esta Ley hará responsables a los productores de la organización de algunos residuos no orgánicos que se generen, como lubricantes, aparatos eléctricos, diarios, envases, medicamentos caducados, neumáticos, baterías, plaguicidas caducados y vehículos.

La Ley pretende establecer Sistemas Integrados de Gestión (SIG) colectivos (unión de varios productores), o individuales, para que la organización y el manejo de los dineros se gestionen en pos de lograr altas tasas de reciclaje.

Ahora bien, la Ley no está tomando en cuenta que el residuo se origina de dos mundos totalmente distintos: el primero es el del post-consumo, masivo, domiciliario o municipal que se caracteriza por un origen atomizado, disperso, diverso y mezclado con residuos orgánicos, por ejemplo las latas de conserva, botellas de bebida, envases de yogurt o leche proveniente de hogares; el segundo es el concentrado o industrial que se caracteriza por su fácil acumulación e identificación, por ejemplo, los neumáticos, baterías, lubricantes que se dejan en un car-center o distribuidor.

Las tasas de reciclaje de residuos en el mundo domiciliario son muy bajas. No existe separación en origen y gestión diferenciada de ellos y al haber contratos de largo plazo con los gestores de residuos y vertederos, por “kilo dispuesto” y no por su gestión separada, hace que no se motive su reciclaje.

Los desafíos son infinitos, pues se requiere cambios en los contratos con gestores municipales, en ordenanzas municipales para diferenciar la basura en condominios y edificios, capacitación y difusión a usuarios y hogares, inversión en infraestructura y vehículos, puntos limpios, entre muchas acciones.

En el mundo industrial las tasas de reutilización o reciclaje son bastante altas, es así como existe un mercado del vidrio, papeles, cartones, plástico, lubricantes, que llevan años de desarrollo del residuo y con sana competencia.

Imponer los llamados SIG en un mecanismo natural, que se ha levantado desde la oferta y la demanda, y que ha logrado sana competencia entre productores que venden sus residuos y plantas de pre-tratamiento, plantas procesadoras o recolectores que compran o valorizan el residuo para darle otro uso, es poner una barrera artificial.

El mecanismo correcto para seguir aumentado las tasas de reciclaje debe orientarse a la creación de normas correctivas o del impulso a la innovación y el emprendimiento, y no mediante mecanismos que pudieran monopolizarlo. Los SIG deben ser vistos con mucho cuidado, puesto son la entrada para aumentar el poder de negociación y pueden transformarse en monopolios creados al amparo de una ley y arruinar todo lo que se ha logrado en años de mejoras en este segmento.

Los esfuerzos en la Ley deben focalizarse en el mundo domiciliario, que es el más débil y con mayor potencial de reciclaje. No basta estudiar conceptualmente las normativas mundiales para incorporar lo mejor de cada una de ellas en nuestra Ley, sino que también se debe entender y aplicar con inteligencia, lógica y gradualidad una realidad país.

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