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25 de Septiembre de 2016

Garay y sus “cómplices pasivos”

"¿De qué vale ventilar todo ahora cuando se podría haber evitado la salida de nuestro país de este “pillo de siete suelas” si estos mismos paladines de la justicia hubieran hecho caso a sus sospechas, a la intuición, a ese Pepe grillo que todos llevamos dentro y que nos hace evitar cometer torpezas?".

Por Rodrigo Durán Guzmán
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Rodrigo Durán Guzmán es Académico y periodista.

A estas alturas para nadie es un misterio. El caso grafica a la perfección el cómo los seres humanos podemos pasar de héroes a villanos en cuestión de segundos. Porque el otrora gurú de las finanzas, Rafael Garay, no sólo logró que el cincuenta más uno de este país se compadeciera de su presunto cáncer, una enfermedad jodida y que no sólo afecta al involucrado sino también a su entorno directo. Lo que Garay en realidad hizo fue estafar a un número indeterminado de personas, probablemente en un plan que venía elaborando desde hace bastantes años, y que saltó a la luz pública luego de que su ahora ex abogado interpusiera una querella por presunta desgracia a consecuencia del silencio mantenido por Garay siendo supuestamente su último paradero conocido una clínica especialista de tratamiento del cáncer en Francia, lugar donde desconocieron haberlo recibido o atendido alguna vez. El paso de los días daría cuenta que el ex candidato a senador del PRO (Sí, el mismo de MEO) por la Octava Región Costa en realidad había estado en Tailandia y, posteriormente, en la ciudad de Bucarest donde habría solicitado un certificado de soltería. Cabe mencionar que Chile no cuenta con tratado de extradición con Rumania. Dos más dos, no es tan difícil de concluir.

Recurriendo a lugares comunes del periodismo, podríamos decir que “nada hacía presagiar” esta estafa maestra de la cual no sabemos cuántos años de delicada y sutil planeación implicaron, armar redes de potenciales inversionistas y lapidar algo tan delicado como la confianza o el acto de vivir en consecuencia. Pareciera que, cuando el dinero manda, todo lo demás pasa al tacho de la basura. Si no me cree, pregúntele a políticos de la Nueva Mayoría que no dudaron un sólo segundo en extender sus manos para recibir el dinero de Julio Ponce Lerou, el ex yerno de Pinochet.

Con todo, y tras el destape de este escándalo que tiene a cuanto prócer legislativo y demases vueltos monos tratando de encontrarlo para que asuma sus responsabilidades poco a poco han ido surgiendo voces que aportan leños a la hoguera. Sí, esos mismos que antes eran muy amigos resulta que ahora, y producto de la situación o buscando su minuto de fama – bondad, han comenzado a entregar antecedentes sobre el fundador de la empresa de inversiones Think & Co.

Por eso las declaraciones de personajes tales como el periodista Iván Núñez y las del fundador de “felices y forrados”, Gino Lorenzini, a estas alturas más que un aporte altruista a la causa investigativa la verdad es que indignan y provocan ira por una cuestión bastante simple: si sabían, tenían sospechas o dudas sobre Rafael Garay, ¿Por qué hablar ahora y no cuando el tipo estaba en Chile con objeto de hacer justicia, evitando pasar por este papelón donde muy probablemente son cientos las personas estafadas y que perdieron gran parte de los ahorros de toda su vida? ¿Qué tenían entre manos que ahora, y cuando Garay está inubicable ad portas de concretar su calculado plan, les da por ventilar y entregar antecedentes que lo único que demuestran es que Garay es un chanta y que quienes lo están exponiendo o son unos imbéciles por haber confiado o simplemente cómplices a quienes el mismo Garay se los terminó por joder dejándolos sin pan ni pedazo?

Este tipo de situaciones, lamentablemente, no son ajenas a la idiosincrasia del chileno. Pareciera que esa lógica de “siempre después de la guerra todos buscan ser generales” estuviera implícita en nuestro ADN cuando el raciocinio nos invita a ser activos y no reactivos, a anticipar y no a llorar sobre la leche derramada. ¿De qué vale ventilar todo ahora cuando se podría haber evitado la salida de nuestro país de este “pillo de siete suelas” si estos mismos paladines de la justicia hubieran hecho caso a sus sospechas, a la intuición, a ese Pepe grillo que todos llevamos dentro y que nos hace evitar cometer torpezas?

Ciertamente la historia de Rafael Garay es digna ya sea de un guión de película o un libro. Mientras tanto es probable que aumenten las querellas en su contra, las voces que aporten nuevos datos y que permitan establecer un perfil de personalidad que favorezca la comprensión de este tipo de especímenes que pululan en nuestra sociedad con una frialdad donde les da lo mismo dilapidar un capital preciado y cuya rentabilidad día a día, al menos en Chile, pareciera ir a la baja como es el caso de la confianza. Como sea, y como bien lo dijo alguna vez Francisco de Quevedo: “Poderoso caballero es don dinero”.

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