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14 de Septiembre de 2017

Aprovechamiento político en nombre del evangelio

"Las palabras de Durán, pero también lo que ello genera en la sociedad chilena, es precisamente una cultura que niega la riqueza de la diversidad, y que promueve e incita visiones dogmáticas que pueden llegar a grados de violencia que no nos podemos permitir".

Por Gael Yeomans
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Gael Yeomans es Secretaria General Izquierda Libertaria. Candidata a Diputada Distrito 13. Twitter: @gaelyeomansA

El pasado domingo en el marco del Te Deum evangélico, el militante de RN y candidato a Diputado por el Distrito 13 Eduardo Durán, expuso una dura crítica a lo que él denomina la “agenda valórica del gobierno”.

Aprovechando la cobertura mediática de la cita ecuménica, Durán cuestionó de manera exacerbada la reciente aprobación del proyecto de ley de aborto por tres causales, acusando de que se trata de una visión minoritaria en la sociedad chilena.

Personajes como Durán (también miembro del Consejo Ciudadano de Sebastián Piñera y ex Gobernador de la Provincia del Ñuble bajo su mandato presidencial), se escudan en un falso apoliticismo para concitar adhesión ciudadana. Durán busca sacar provecho político, utilizando una instancia de vinculación entre la Iglesia y el Estado, para hacer campaña tanto a sí mismo como también a Sebastián Piñera. Pretende hablar en calidad de representante del pueblo evangélico, cuando él no detenta ningún cargo eclesiástico. Este argumento incluso ha sido esgrimido por el Presidente de la Mesa ampliada de Iglesias Evangélicas, Emiliano Soto, quién no dudó en señalar que lo dicho por Durán fue una falta de respeto a la institucionalidad y que generó molestia al interior de sus congregaciones.

Por ello, más allá de lo cuestionable o no que sea la persistencia de un rito como este, Durán utiliza una liturgia de alto impacto mediático, por la presencia de autoridades de relevancia para el país partiendo por la Presidenta de Chile, para decir su opinión personal criticando a las autoridades presentes, y amparándose para ello en el carácter de la instancia, que consistía en una ceremonia religiosa y, por tanto, no daba lugar a la posibilidad de réplica alguna, ante un contenido con altos grados de falacia. Ejemplo de estas falacias es el hecho de que haya afirmado que la ley de aborto 3 causales es apoyada por una minoría de la sociedad, cuando las últimas encuestas siempre la situaron con un apoyo de que llegó incluso cercano al 70% en algunas mediciones.

Es bueno que personajes como este sean develados públicamente, pues las ideas expresadas por Durán ponen en tensión la noción misma de democracia. Esto lo decimos, al menos en dos términos. En primer lugar, en el hecho de no reconocer la legitimidad de un proyecto de ley emitido vía mensaje presidencial que contaba con el respaldo mayoritario de la sociedad, que luego contó con los votos en ambas cámaras para ser aprobado, y que incluso el Tribunal Constitucional respaldó al admitir su constitucionalidad. Aceptar los valores de la democracia significa reconocer que son las mayorías las que determinan el curso de las políticas a implementarse en el país.

En segundo lugar, por el hecho sencillo de que en democracia no podemos permitir que nuestras creencias particulares nos hagan perder el respeto por los demás, pues la defensa de este principio implica una cultura que valora vivir con el que piensa distinto en armonía. Las palabras de Durán, pero también lo que ello genera en la sociedad chilena, es precisamente una cultura que niega la riqueza de la diversidad, y que promueve e incita visiones dogmáticas que pueden llegar a grados de violencia que no nos podemos permitir.

El nuevo Chile que nace no admite que representantes sean dictadores de sus propias creencias, y que su visión minoritaria se imponga sobre las mayorías que queremos una democracia viva y deliberativa. Una sociedad moderna tiene que ser capaz de debatir con argumentos y altura de miras sus diferencias. Por eso invitamos al señor Durán a no escudarse tras el púlpito y a debatir de cara a la ciudadanía.

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