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19 de Marzo de 2018

Día tres de Lollapalooza: A pesar de todo, un final victorioso

"Un cierre a la altura del evento".

Por Bárbara Alcántara
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Bárbara Alcántara es Periodista especializada en música. Instagram: chicarollinga

Vergonzosas, así fueron las versiones que Mac DeMarco y el baterista Joseph Mac Murray hicieron de Radiohead y los Red Hot Chili Peppers. El canadiense suele ser singularmente divertido y relajado así como se caracteriza por una propuesta cadenciosa que se ha consolidado a lo largo de sus seis discos, transformándolo en una especie de Barry White de los millenials. Por lo tanto las expectativas eran altas, el público quería escuchar sus canciones y no a un baterista que cumplía un sueño de cantar covers. Para eso están los karaokes.

Después llegó el turno de Joseph Mount y compañía, los ingleses Metronomy llegaban por tercera vez a Chile antecedidos por el disco “Summer 08” (2016), el pop de sintetizadores con bajo funky protagónico encendió la tarde con éxitos como “The bay”, “Love Letters” y “Everything goes my way” donde la baterista Anna Prior echó a volar todo su carisma en la voz central. Como dato, Metronomy es un proyecto de Mount, incluso el último disco lo grabó en solitario, la banda funciona como apoyo en las giras; hecho que quedó en evidencia por los planos de las pantallas, todos centrados en el multiinstrumenista de 35 años quien alistaba los corazones para uno de los números más esperados de la tarde, el debut solista de Liam Gallagher en Chile.

Los acordes de la guitarra de “Rock n’Roll Star” eran un buen augurio. El setlist incluiría los grandes éxitos de Oasis y lo mejor del estupendo “As you were”, el disco solista que el mancuniano publicó el año pasado. Pero no.
En la cuarta canción, el menor de los Gallagher habló en un indescifrable inglés y salió caminando… ¡plop! exijo una explicación. Su banda terminó de tocar “Wall of glass” y luego abandonaron el escenario acostumbrados a las pataletas del polémico artista. Lo más triste es que las canciones programadas eran de antología, en Buenos Aires incluyó “Live Forever”, “Supersonic”, “Be here now” y “Wanderwall”, himnos que lo habrían situado como uno de los mejores números del festival.

El show debía continuar. Como si fuera una Nina Simone del siglo XXI, Lana del Rey puso un hechizo en su audiencia; su delicadeza y sensualidad hipnótica se complementaron con elementos que mantuvieron la atención del público. Palmeras, plantas, columpios, un piano de cola dorado y visuales magnéticas (todo femenino y de ensueño) fueron la técnica para sostener una hora y media de melodías que no se caracterizan por ser una inyección de energía presisamente, pero sí lograron retener a la audiencia que recibiría dicha inyección enérgica más tarde.

“The man” fue el hit a cargo de arrancar la tercera visita de The Killers en Chile, muy al estilo de una pelea de Mayweather, los de Las Vegas venían dispuestos de noquear con todo. Vestido con un traje negro con bordados plateados, tipo cowboy pop, Brandon Flowers hizo lo que mejor sabe hacer, llevar la batuta de una agrupación que cumplió a cabalidad con el peso de ser el número de cierre. Un éxito tras otro, una interpretación emotiva, una batería poderosa, visuales vibrantes, cambios de vestuario, pirotecnia y el gesto de buena onda: improvisar “Wonderwall” de Oasis para suplir las expectativas de los viudos de Oasis. Los hombres tras “For reasons unknown” se consolidaron como unos profesionales del espectáculo. Un cierre a la altura del evento.

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