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14 de Octubre de 2022

La demolición de nuestra estrategia hacia el Asia Pacífico

Lo que parecía un final feliz de por fin volver a retomar nuestra estrategia con el Asia Pacífico, como en un culebrón, se ha complicado y no solo está amenazada la oportuna ratificación del CPTPP y su entrada en vigor, también se está dañando nuestra imagen como socio y aliado confiable.

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Sabemos que el ideólogo más influyente en esta orientación programática es quien se convertiría en el subsecretario de relaciones económicas internacionales, José Miguel Ahumada, de impecables credenciales académicas, pero con cero experiencia en política exterior. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Escribir sobre las relaciones internacionales y la política exterior es mi pasión y normalmente un ejercicio que disfruto en todo su proceso. En materia de política exterior he participado no solo en su ejecución, sino también en su discusión y planificación. Hice parte de los grupos de trabajo en la elaboración del libro Política Exterior de Chile 2030, una suerte de libro blanco en la materia, bajo la coordinación del Ministerio de Relaciones Exteriores a fines del segundo gobierno de Michelle Bachelet.

Por eso y fundamentalmente desde la vereda del columnista, he procurado aportar al debate sobre nuestra política exterior. Desde esta misma posición vengo diciendo desde hace años que, por distintas razones, ya no existe un consenso en la materia, lo que nos tiene a bandazos y en la práctica a la deriva, sin claridad de rumbo.

Lamentablemente, a esto se suma un franco retroceso bajo el actual gobierno en distintos ámbitos de nuestra política exterior, que derechamente intenta remar contra la corriente para deshacer el itinerario que hemos recorrido en algunos casos. Acá me volveré a referir específicamente a nuestra exitosa inserción en el Asia Pacífico y lo que argumentaré a continuación apunta a la estrategia y su ejecución, sin consideraciones personales.

Lo primero es recordar que hay una constante histórica desde nuestra independencia en la proyección hacia el Asia Pacífico. Sin duda que nuestra posición geográfica y su condición marítima han sido un impulso natural en ese sentido. Pero nuestra inserción en la región como socio y aliado en el formato actual, tuvo su génesis durante la dictadura militar, período durante el cual Chile sufrió el ostracismo de la mayor parte de la comunidad internacional, lo que se intentó mitigar con el establecimiento de vínculos con países asiáticos, que se comportaban pragmáticamente privilegiando el intercambio económico.

Al recuperarse la democracia y volver a desarrollarse con normalidad nuestra política externa, todos los gobiernos electos a partir de 1990 coincidieron en que el eje económico y del poder en el mundo estaba en el Asia Pacífico y que esa condición no haría sino profundizarse, por lo que era prioritario participar de su configuración, más aún como estado ribereño y con una nutrida historia de intercambio con la región. Eso explica nuestro acceso al APEC y todos los acuerdos de libre comercio con la mayor parte de los países del área. Dentro de los numerosos hitos de esta política, que tuvo continuidad hasta la presidencia de Sebastián Piñera, fuimos el primer país latinoamericano en tener un tratado de libre comercio con China y además participamos de la articulación del esquema a partir del cual se inspiró la negociación del CPTPP o TPP11, siendo decisivos en su conclusión y firma tras la salida de Estados Unidos

Entendimos que las profundas diferencias culturales y de otro orden que nos separan con esa región del mundo, podían ser abordadas de mejor manera a partir del comercio y las inversiones. Sobre ellas se ha ido estableciendo un diálogo mucho más amplio, tanto bilateral como colectivamente, especialmente en el seno de APEC. Chile, producto de su arduo y constante trabajo a lo largo de décadas, y a pesar de las asimetrías económicas con las potencias de la cuenca del Pacífico, se ha convertido en un socio y aliado confiable para esos países.

Esto queda en evidencia por el nivel del intercambio alcanzado, siendo esta región la de mayor incidencia en nuestras exportaciones e importaciones globalmente. Asimismo, se ha convertido en una fuente importante de inversiones en los últimos años.

Por eso es inentendible todo lo que ha acontecido con el CPTPP.

Primero, durante el gobierno anterior, el Senado rehusó en varias oportunidades votarlo (con la complicidad de algunos que hoy votaron a favor de su aprobación). Dicho obstruccionismo lamentablemente se contagió del espíritu “octubrista” y su afán de dañar y debilitar al gobierno de Piñera.

Luego vino el gobierno de Gabriel Boric, el cual incluyó en su programa una transformación radical de nuestra política comercial, que en un principio consideraba derechamente denunciar la mayoría de los tratados y después se morigeró, con la propuesta de modificar algunos de los aspectos de los acuerdos existentes, al mismo tiempo que se privilegiaría un enfoque de sustitución de importaciones con industrialización doméstica, poniendo al Mercosur como esquema de referencia.

Sabemos que el ideólogo más influyente en esta orientación programática es quien se convertiría en el subsecretario de relaciones económicas internacionales, José Miguel Ahumada, de impecables credenciales académicas, pero con cero experiencia en política exterior.

El subsecretario tenía por objetivo derechamente desechar el CPTPP, porque este instrumento chocaba frontalmente con su concepción ideológica y la de su sector. Nunca me explicaré por qué, pero para ese sector este acuerdo se convirtió en la encarnación del neoliberalismo, razón suficiente para desahuciarlo.

Como sabemos, la maciza doble derrota de la opción apruebo y gubernamental, está redibujando el escenario político. Para empezar, los que creían cabalgar con las fuerzas de la Historia, se están dando cuenta que eso no era más que una ilusión y que su lectura de la que la sociedad requería estaba profundamente equivocada.

Lo que implica pérdida para unos, es ganancia para otros y el senado de la mano de una alianza oposición-oficialismo, resucitó la tramitación del CPTPP. En una situación parecida a lo que aconteció con Piñera, esta cámara legislativa le torció la mano al presidente y decidió votarlo en sala, para concluir el proceso de aprobación. El jefe de Estado fue presionado por los contrarios al acuerdo para retirar el proyecto y frustrar su aprobación, pero su debilitada posición política y la multiplicidad de frentes abiertos no lo permitió.

Tenemos entonces que hace unos días y tras 4 años de tramitación, se aprobó categóricamente el CPTPP, por 27 votos a favor y 10 en contra. La lógica que se impuso es que, ante el deterioro económico global, una economía tan abierta y dependiente del comercio internacional y de las inversiones como la nuestra, no puede aislarse. Al contrario, es indispensable sumarse a otros grupos, asegurando la apertura de los mercados y la permanencia de reglas claras y estables. A mayor abundamiento, este acuerdo considera la posibilidad de encadenamientos productivos, lo que es la plataforma que necesitamos para escalar en el valor de nuestras exportaciones.

Destaco acá el rol del Senado velando por los intereses de la república y la valentía de varios senadores oficialistas que se atrevieron a disentir de su tribu.

Lo que parecía un final feliz de por fin volver a retomar nuestra estrategia con el Asia Pacífico, como en un culebrón, se ha complicado y no solo está amenazada la oportuna ratificación del CPTPP y su entrada en vigor, también se está dañando nuestra imagen como socio y aliado confiable.

En un acto temerario, la ministra de Relaciones Exteriores flanqueada del subsecretario Ahumada, a continuación de la votación, que como sabemos fue forzada por el senado, anuncia a los parlamentarios presentes y en la misma sala, que el gobierno no ratificará el acuerdo mientras no concluyan las negociaciones de las denominadas side letters (acuerdos bilaterales para en este caso aparentemente cambiar el sistema de solución controversias). Agrega que esto podría tardar hasta un par de años y da una serie de ejemplos de situaciones supuestamente similares (que fueron posteriormente criticadas como erróneas o falsas por diversos expertos).

Digo temerario porque estando el Ejecutivo en una posición de debilidad acentuada por una contundente aprobación del acuerdo, en la propia sede legislativa presenta un “gallito” que solo perjudica al país. Constitucionalmente el presidente tiene la facultad de ratificar un tratado (sin expresión de plazo), pero esto debe conjugarse con el contexto, y este lo hace totalmente improcedente.

El subsecretario Ahumada viajó a Singapur a la Sexta Reunión de la Comisión Ministerial del CPTPP, que se realizó justo antes de la votación del Senado. ¿Qué hizo allá? ¿Planteó las propuestas de side letters? ¿Anunció que se votaría el acuerdo y muy probablemente se aprobaría (porque eso era ya previsible)? En ese supuesto, ¿anunció su inmediata ratificación o anticipó que el gobierno esperaría el desenlace de las negociaciones de las side letters? ¿Cuál es el contenido de estas? Finalmente, ¿cuál es su sentido si en los acuerdos bilaterales subsiste el sistema que se quiere modificar? Poco y nada sabemos. Lo que está claro para cualquier observador extranjero, es que el Congreso Nacional aprobó el CPTPP y el Ejecutivo está en contra, procrastinando. Baste mencionar en ese sentido la carta a El Mercurio del embajador japonés expresando su deseo (el de su país) de una pronta ratificación del acuerdo por parte de Chile.

Nuevamente el principal ideólogo y artífice de lo que está ocurriendo es el subsecretario Ahumada. El costo de oportunidad de no ratificar a la brevedad existe y se hace mayor en momentos en los cuales necesitamos imperativamente asegurar y abrir mercados y captar inversiones porque se nos viene una dura recesión. Esto no es una disertación académica.

Pero como lo he dicho antes, el daño se extiende a nuestra política con el Asia Pacífico. Estamos ante un trabajo de demolición con un problema de origen: no puede estar a cargo del tema quien no cree en el libre comercio ni en la integración con la región (porque la relación con esta región no se puede desvincular del libre comercio). Es como tener a un antivacunas en el Ministerio de Salud.

En mi opinión aquí las alternativas y sus consecuencias son claras y no se puede servir a dos señores. Es el país o la ideología.
 

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