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17 de Octubre de 2022

Educación, libertad y rebaño

La ciencia, la razón y el humanismo no pueden vivir separadamente. Por eso educar para ser un poco más libres, evolucionar y no ser parte de un rebaño.

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Evolucionar para transformar.

Esa frase que un día me dijo Luis Lacalle Pou cuando estaba en la campaña presidencial en Uruguay, y que fue determinante para ganar, me marcó y me hace cada vez más sentido.
Porque hablamos livianamente de transformación sin pensar en los requerimientos y en las condiciones iniciales para llevar adelante ese proceso. Por eso, para transformar y disfrutar del cambio, antes hay que evolucionar.

Asimismo, cuando Lacalle asumió la presidencia en 2020 y se le preguntó por el propósito y por lo que esperaba al terminar su mandato, también sorprendió: Que los uruguayos sean un poco más libres. Ahí también me hizo sentido hablar de libertad en un mundo que aparentemente es libre, pero que en realidad no lo es.

Palabras clave: Evolución, cambio y libertad, que se oponen al retraso, a la parálisis y a la opresión. Nada nuevo en ese relato, pero generalmente siempre queda en un relato.

Es que para la libertad y para evolucionar, es necesario también contar con condiciones iniciales, como la educación, la salud, la seguridad.

¿Podemos hablar de evolución y de libertad sin educación? Claro que no. Pero… ¿Qué es educación?

Todos sabemos que como individuos necesitamos maestros, guías…pero ¿Para qué? ¿Para conducirnos según sus preceptos e intereses, o para darnos toda la información que nos permita desarrollar nuestro libre pensamiento?

El modelo del viejo neoliberalismo, planteaba la educación como bien de consumo, y con un propósito claro: Tener posibilidades para generar dinero obteniendo mejores empleos o para servir al mundo como instrumento económico. Ciencia aplicada al trabajo y manejo de la economía.
El setentismo hizo que los modelos educativos estuviesen planteados desde la ideología, con el claro objetivo de conducir las ideas hacia la igualdad, casi maldiciendo la posibilidad de ser diferentes.

Ni un modelo ni otro le deja espacios a la libertad, y por ende genera ceguera colectiva, tal vez lo más deseable para quienes buscan construir un rebaño.

Pero debemos entender que para no ser parte de ningún rebaño, para salir de la cárcel mental y para evitar caer en el conformismo y la pasividad, la educación pública desde la más temprana edad es la que debiera formar nuestro propio discernimiento, que en definitiva es lo único que nos da libertad.

Lo importante para la vieja derecha y la vieja izquierda es que el rebaño no aprenda a leer, sino a repetir lo que esta escrito. Porque aprender a leer es explorar. Y no es bueno explorar demasiado.

Chile vive desde Octubre una situación de pobreza interpretativa importante que es el origen de no haber podido aprovechar la oportunidad para evolucionar y cambiar.

Es como la historia de un adolescente incapaz de conversar con equidad con sus padres y plantearles que es lo que quiere para su vida. Pero ese adolescente, que en muchos casos tenía razón de liberarse del conductismo de padres poco educados y por ende rígidos y dominantes, no pudo conversar sino dedicarse a romper los vidrios de la casa. Y se fue con la idea de haber sido rebelde, trasgresor y hasta amenazante.

Claro que ese adolescente no tenía claridad en las causas de su rebeldía, ni tampoco medir que los cambios posibles no se hacen rompiendo continuamente todo lo que se cruza por delante, sino que es necesario pensar antes de actuar, al menos después de romper una copa de cristal para llamar la atención.

Pero el adolescente carecía de educación, lo mismo que sus padres influenciados por el conductismo de una vida economicista e individualmente conveniente. Y esa rebeldía adolescente sin causa, contaminada de panfletos setentistas, lo llevo a que los padres lo encontraran un día perdido en las calles, le dieran una cachetada en la cabeza para despertarlo de su error y le dijeran: “te perdonamos, pero no lo hagas más. Porque la vida es como nosotros la planteamos”.

El adolescente vuelve a su casa habiendo perdido la posibilidad de cambiar lo necesario, y se quedó inquieto dentro del rebaño, del que nunca pudo salir.

Chile es esa sociedad en la que un adolescente eterno se enfrenta a un padre dominante, también eterno. Y en este escenario, dónde el progreso tiene dudas y deudas, la evolución para la transformación es inviable, excepto que algún valiente quiera inmolarse proponiendo que la educación sostenida, con diversidad, para todos, sea la alternativa para pensar y vivir responsablemente en libertad. Es decir, convivir. Porque la convivencia por inequidad es un problema de educación.

Nos es cuestión de un período presidencial, es una generación completa que debe educarse pensando en el darse cuenta y no simplemente para  lograr el crecimiento económico individual. Y desde ese lugar, pensar en la educación como un bien público y no comu un bien de consumo.

La ciencia, la razón y el humanismo no pueden vivir separadamente. Por eso educar para ser un poco más libres, evolucionar y no ser parte de un rebaño.

Educación, educación, educación. Nada más que eso.
 

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