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El mensaje del deporte

A veces, en el deporte, la política y en las distintas facetas de la vida, el problema no es aquello que frena tu movimiento.

Practicar un deporte pareciera, a veces, circunscribirse a hacer ejercicio, para buscar un buen estado físico. Algo que se asocia más al cuidado biológico que a la filosofía.

Sin embargo, las distintas disciplinas deportivas tienen características que van mucho más allá de correr, saltar y acelerar el pulso con la emoción de la competencia.

Para partir, hay deportes individuales y deportes de equipo. En los individuales la responsabilidad del éxito radica en un momento donde, todo el entrenamiento previo, se pone a prueba frente a un rival.

Que, aunque cada cual tenga entrenador, masajista, un equipo de asistencia en los entrenamientos, a la hora de jugar, está solo contra el adversario. Lo aprendido depende ahora de un duelo individual. El boxeo, el ajedrez, el tenis, muchas disciplinas del atletismo, tienen esta característica individual, a pesar de que varias también pueden combinarse para formar duplas o equipos.

El fútbol es la esencia del juego en equipo. Un equipo gana o pierde de acuerdo a cómo se logró combinar en la cancha. El traguilla, que busca driblear solo a todos los rivales para alcanzar la red, es una anomalía irracional. Los golazos, donde un jugador elude a casi todo el equipo rival, suceden, pero ningún equipo entrena para que eso sea el estándar de su juego. El mensaje del fútbol es: asóciate con tus compañeros, coordina, desmárcate, centra, repite lo que entrenamos.

Y está el rugby. Que muchas veces se entiende como rudo, violento, un deporte de contacto para grandotes y guatones. Sin embargo, el mensaje del rugby es otro. Es el único deporte donde se corre hacia adelante haciendo pases sólo para atrás. Ese que corre detrás de quien lleva la pelota para recibir su pase se llama, en el rugby, “el apoyo”. Cualquiera puede convertirse en apoyo, al recibir un pase de otro jugador que ya no puede avanzar más. El apoyo permite que continúe el movimiento y sabe que detrás de él tiene un compañero -otro apoyo- que lo acompaña para buscar llegar a la zona de gol y apoyar la pelota, marcando un “try” que vale cinco puntos. Sin apoyo, en el rugby no se gana.

¿Y que tal en la vida? ¿Sientes que tienes apoyo en tu trabajo o tu familia? ¿Que si tienes un problema, hay quienes están dispuestos a recibirte y ayudarte a sortear ese tackle que detuvo tu avance?

A veces, en el deporte, la política y en las distintas facetas de la vida, el problema no es aquello que frena tu movimiento.

El problema es no sentir apoyo para continuarlo.

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