Más allá de la controversia legal, la discusión sobre el primer supermercado en Zapallar es un reflejo de una profunda desigualdad territorial. Para el residente permanente, la falta de este servicio básico no es un asunto de “romper una armonía estética”, sino una barrera cotidiana que implica tiempo, dinero y un esfuerzo considerable.
Ir al supermercado es una tarea rutinaria para muchos chilenos, pero para los zapallarinos, es una odisea. Sin un solo supermercado en la comuna, la población residente se ve forzada a un éxodo semanal o mensual a otra comuna y, para quienes no tienen vehículo propio, significa depender de un transporte público que apenas tiene un par de frecuencias diarias.
Esta inequidad territorial se traduce en costos tangibles e intangibles que afectan directamente a las familias de menores recursos, y que quedó también evidenciada en la reciente iniciativa municipal de vender alimentos a precio justo.
Por eso, la noticia de que SMU (Unimarc) había adquirido un terreno con anteproyecto aprobado para instalar el primer supermercado de la comuna fue, para muchos de estos residentes, un motivo de celebración.
Sin embargo, inmediatamente, se alzaron las voces de la discordia que defendían el “carácter de pueblo” de Zapallar, temiendo el aumento del tráfico vehicular y el posible impacto en el comercio local. Preocupaciones legítimas pero que confrontan con la perspectiva del ciudadano de a pie, para quien la “sensación de pueblo” se ve opacada por la necesidad.
La presión de los oponentes escaló y recayó en la Dirección de Obras Municipales, que inició un proceso para invalidar certificados otorgados al anterior dueño, obligando a SMU a judicializar el caso. En dicho contexto apareció una luz de claridad técnica, con un informe de la SEREMI MINVU de Valparaíso solicitado por el propio municipio, que terminó por fortalecer la posición del supermercado, al afirmar que el anteproyecto aprobado constituye un derecho adquirido para la empresa, junto a lo cual estableció la ilegalidad de iniciar una invalidación de actos urbanísticos con más de dos años de antigüedad, respaldando el reclamo central de SMU. Si bien, reconoció que la vialidad que enfrenta el proyecto no se ajusta a la nomenclatura actual, indicó que era asimilable, desdramatizando la problemática.
Con este antecedente y más allá del futuro fallo, se despeja cualquier duda sobre la viabilidad del supermercado. El plan regulador lo permite, y la categorización de la vía, a lo sumo, podría incidir en su tamaño o en las obras de mitigación vial, pero no prohíbe su existencia bajo cumplimiento normativo y con una infraestructura que, como se ha propuesto con su formato, en parte subterráneo, respete la escala del entorno.
Así, más allá de la permisología, el primer supermercado de Zapallar constituye un verdadero debate sobre el tipo de comuna que se quiere construir, porque el acceso equitativo a una alimentación integral es una necesidad y un derecho, porque Zapallar no necesita menos desarrollo, necesita un desarrollo urbano con foco en el bien común de sus residentes.