Si esta columna se tratara de un candidato hombre no habría ni que explicar el título. Pero en este mundo tan políticamente correcto -aunque cada vez menos afortunadamente-, hay que darse seis vueltas y pensar bien si quieres tratar a una candidata de “pobre”, y tragarse el linchamiento por machista.
Pero, confiando en el lector con 4to medio rendido, puedo adentrarme en esa idea de la “pobre Jeannette”, y sostener que efectivamente la candidata Jara ha sido víctima de un montón de cosas, no por ser mujer en este caso. Creo.
Ha sido víctima, en primer lugar, de su pasado y su cultura política. Dudo, en serio, que si existiera un test ácido de comunismo, ella lo pasaría. Porque la he visto actuar es que no creo que sea comunista, ni pretenda establecer una sociedad con esos ideales, con esas prácticas y con esa capacidad concreta de sacar a gente de la pobreza. Sencillamente porque no hay ni un solo “caso de éxito” de una sociedad comunista en el mundo y en la historia. Lo dijo Tohá en campaña, han sido una máquina de estancamiento y pobreza, además de persecución y extinción de libertades.
En lo que la he conocido a ella y a otros estupendos políticos comunistas, me queda la sensación de que se trata de “comunistas culturales” más que convencidos, esos que o son hijos o nietos de esa cultura, y es lo que les ha tocado, o se trata de alguna adscripción juvenil que les dio un sentido de pertenencia e identidad del que no pueden o no saben salir.
Pero Jara no solo es víctima conceptual del comunismo, es víctima real de un partido que no tiene los incentivos para adaptarse a las necesidades de la economía y la sociedad moderna. Ella entiende a la perfección lo que implica negociar en política y tengo la impresión de que la Reforma de Pensiones le incomoda menos de lo que puede reconocer. Y muy comunista no es esa reforma, al menos al decir de José Piñera.
Su partido, o la generación que lo maneja, tiene deudas ideológico-emocionales con la ortodoxia y, para ser justos, les ha ido muy bien en la cosecha de votos con ella. Los accionistas controladores del PC estarían felices de ganar con Jeannette Jara, imaginamos, pero no al costo de cambiar el guión político, su secreto del éxito. Incondicionales a la “compañera” no han sido, según se ve. Fraternos tampoco, según ella ha confesado.
Así no es fácil despegar en una candidatura, pese a que duplicó y sextuplicó a sus adversarios en la Primaria de junio. Veo en ella al viejito de la película Up, que pone y pone globos para que su casa se eleve, pero que por “angas o por mangas” siempre algo le impide subir.
Como si lo del PC fuera leve, apareció el propio presidente Boric en su famosa cadena, quien, más allá de si hubo o no intervencionismo, hizo un feroz take over a la candidatura. Si hubiera sido otro el protagonista, LasTesis lo hubieran acusado de mansplaining. Porque enfrentarse con Kast por presupuesto era una oportunidad de oro para Jeannette Jara para darle fuego a su candidatura. Ella es una profesional súper preparada (administradora pública, abogada, 15 años fiscalizadora del SII, ministra entre otras cosas) y con todo el fuelle para dar esa pelea por los recortes con el Republicanos. Pero no, se impuso el presidente y a ella no se le oyó. Sin intención, supongo, le impidieron otra vez elevar el vuelo en un tema que ella domina quizás mejor que el propio mandatario.
Luego vino el incidente de Montes, que, si bien es menos profundo, toca o insinúa algo grave: vínculos de Jara con los dueños del terreno de la toma de San Antonio, a quienes el mismo gobierno ha acusado de especular y no querer acordar un precio razonable de venta para evitar un desalojo políticamente imposible. Del PS nadie se quiso meter, nadie apañó a la candidata. Apenas el ministro esbozó un retroceso en la posición, pero el daño ya estaba hecho.
Tres casos diferentes en el tema y la intensidad, pero con un factor común. La “pobre” Jeannette Jara, por capaz que sea, no puede desplegar sus ideas y avanzar mientras tenga en el rabillo del ojo a sus partidarios, a veces sus más afilados adversarios.