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El ranking de los ansiosos

Quizás la verdadera pregunta no es si Maná está por encima de R.E.M. o de Pearl Jam, o si los Beatles seguirán siendo los faraones del top cinco hasta el fin de los tiempos. La pregunta es por qué seguimos necesitando estas listas. ¿Para ordenar el caos? ¿Para tranquilizar la nostalgia? ¿Para creer que la historia de la música tiene forma de escalera y no de espiral?

Hay un impulso casi biológico en los medios anglosajones por ordenar el mundo en listas. Cada cierto tiempo, Billboard, Rolling Stone o cualquier publicación con vocación de canon vuelve a intentarlo: las 50 mejores bandas de la historia, los mejores discos del siglo, los solos de guitarra más memorables, las voces más influyentes, los cantautores definitivos, los himnos que definieron una generación. Una especie de inventario emocional del siglo XX, hecho con la esperanza de que los gustos puedan reducirse a un ranking.

Hace algunos días fue el turno de Billboard, que publicó su lista de “las 50 mejores bandas de rock de todos los tiempos”. Y, como siempre, el resumen cumplió su función civilizatoria más básica: incendiar la conversación. Porque, entre otras cosas, aparece Maná en el puesto 25, superando a Aerosmith, Pearl Jam, The Cure, R.E.M. y otras bandas que, para muchos, son parte del ADN del rock moderno. El estallido era inevitable: ¿es Maná la mejor banda latina de la historia? ¿O simplemente es la más vendedora? ¿Deberíamos medir el rock por salida de entradas, por influencia, legado o riesgo artístico?

La pregunta más desconcertante, sin embargo, está arriba: en el podio. Billboard volvió a repartir medallas casi por inercia. Beatles, Rolling Stones, Led Zeppelin, Pink Floyd, Queen. La misma constelación que hemos visto repetirse durante décadas, como si el rock hubiese vivido su Big Bang entre 1963 y 1975, y el resto fuera apenas una larga posdata. Da lo mismo si pasaron Radiohead, Sonic Youth, The Smiths, Soundgarden, Arcade Fire o incluso bandas que hoy llenan estadios enteros sin un solo disco físico. Parece que nada ha sido lo suficientemente grande como para mover a los cinco gigantes del altar.

Y la pregunta es legítima: ¿Están desactualizadas estas listas? ¿O realmente no ha ocurrido nada en los últimos 50 años que pueda destronar a ese panteón? ¿Qué hubo en ese tramo de quince años que produjo, de golpe, las bandas “definitivas” de todas las épocas?

¿Fue talento? ¿Fue contexto histórico? ¿Fue que el rock, en esos años, todavía era sinónimo de contracultura y no de nostalgia?

Porque mientras el podio permanece inmóvil, en el resto del ranking sí se notan pequeños temblores culturales. Uno de los casos más llamativos es el de Fleetwood Mac, que aparece en el puesto 6, por encima de monstruos que hace diez años jamás habrían cedido ese espacio. Y ahí uno entiende otra cosa: que las listas también son fotografías del presente. Fleetwood Mac vive un revival infinito gracias a TikTok, a los vinilos reeditados, a nuevas audiencias que descubren en Rumours una épica sentimental que les habla desde el 2025. La inclusión de Sly & the Family Stone, puesto 8, y Black Sabbath, en la novena casilla, también responden a un tangencial criterio emocional por las recientes muertes de sus históricos cantantes.

Listas como las de Billboard generan la ilusión de que existe un canon universal, cuando en realidad lo que ofrecen es una negociación eterna entre ventas, nostalgia, contexto y afinidades editoriales. No son verdades: son espejos. Y, como todo espejo, devuelven más preguntas que respuestas.

Al final, uno vuelve siempre a la misma idea: el rock no cabe en un ranking. El rock -ese animal impredecible, generacional, visceral- es menos una lista y más una conversación abierta. Quizás la verdadera pregunta no es si Maná está por encima de R.E.M. o de Pearl Jam, o si los Beatles seguirán siendo los faraones del top cinco hasta el fin de los tiempos. La pregunta es por qué seguimos necesitando estas listas. ¿Para ordenar el caos? ¿Para tranquilizar la nostalgia? ¿Para creer que la historia de la música tiene forma de escalera y no de espiral?

Yo no lo sé, aparentemente Billboard tampoco. Pero qué bueno que lo sigan intentando. Nada inicia conversaciones más apasionadas que un ranking mal hecho.

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