El ex presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), Andrés Santa Cruz, se refirió a la reforma constitucional que impulsará el Gobierno para la reforma laboral, descartando así el veto presidencial.
En conversación con el diario La Tercera, sostuvo que la decisión del Ejecutivo es errónea, más aún cuando “el gobierno está en el proceso de estudiar qué Constitución debiera regirnos”. De esta manera aseguró que se debió acatar el fallo del Tribunal Constitucional “y promulgar la ley sin haber hecho ningún veto. Ese era el camino democrático, atenerse a las normas”.
“Sería una pésima señal que nos preocupemos de consagrar los derechos de unos pocos que son los sindicatos, en la Constitución. Lo que tiene que estar consagrado son los derechos de todos los trabajadores“, agregó, en entrevista con el matutino.
Para Santa Cruz, optar por el camino constitucional en uno de los proyectos insignes del gobierno de Michelle Bachelet es “persistir en un camino equivocado. Lo grave que está pasando en el país es que estamos tensionando la relación social. Las crisis políticas y económicas son importantes, pero cuando comienza a deteriorarse la convivencia social, y cuando estamos avanzando por la vía de la descalificación, de la violencia, se avanza hacia un camino que lleva a una fractura social; eso sería gravísimo para Chile”.
“La principal responsabilidad recae en la coalición gobernante. Puedo discrepar políticamente y tener ideas distintas a otros, pero eso no amerita la descalificación”, añadió, ya que “mucho de su discurso parte por decir que todo lo que se ha hecho es malo, que hay que demoler, no aceptarles más a los explotadores, sinvergüenzas. Y no piensan que éstos están repartidos bien parejito en toda la sociedad”.
En esta misma línea, Andrés Santa Cruz confesó que el gobierno de Michelle Bachelet “lamentablemente, en vez de pasar a la historia como un gobierno transformador, lo hará como uno que condujo al país a la mediocridad”.
Para él, el segundo mandato de Bachelet lo ha sorprendido negativamente ya que en un principio “compartíamos los desafíos. Cuando ella decía que había que preocuparse del tema educacional, lo compartimos. Pero nunca pensamos que cuando hablamos de calidad en la educación, no nos íbamos a preocupar de lo que pasa en el aula, de la educación preescolar, y que en cambio de lo único que nos preocuparíamos es de quién es el propietario de los colegios, y cómo le damos gratuidad a los que gritan“.
