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María José Naudón: “La elección se está jugando más en las emociones que en la racionalidad”

Pese a los numerosos debates, para la abogada y decana de la Escuela de Gobierno de la UAI, la carrera presidencial todavía no ha logrado dar paso a una verdadera y sólida discusión de contenidos. Algo que reconoce difícil, “porque la evidencia internacional demuestra que las últimas elecciones no se han ganado en esa arena”.

Faltando tres meses para las elecciones de noviembre hay algo que a estas alturas ya está claro: nunca antes habíamos estado expuestos a tantos debates presidenciales.

Los candidatos han dicho que están cansados de asistir a los eventos organizados por gremios, instituciones financieras, universidades, medios de comunicación y asociaciones varias. Los analistas también están un poco cansados.

Así lo reconoce la decana de la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez, María José Naudon, quien llega a esta entrevista después de asistir a uno de los tantos encuentros a los que han convocado a los candidatos.

-¿Está jugada la primera vuelta?
-No está jugada. La política, como la vivimos hoy día, puede cambiar muchísimo en tres meses. Sí hay algunas cosas que ya podemos ir delineando. Hay tres candidatos que son los punteros. Si miramos a Jeannette Jara, la candidatura de ella estuvo sobredimensionada en su relevancia por el ímpetu de una primaria que en cierto sentido se leyó como si hubiera sido una primera vuelta. Pero era una primaria de izquierda nada más, en la que votó un grupo reducido de personas. Aparte, un grupo con una identificación ideológica con la izquierda más fuerte. Entonces, creo que se sobre interpretó su triunfo. Jara es una buena candidata, pero las encuestas nos van mostrando que está encontrando un techo y que ese techo es difícil de romper. Ella está teniendo problemas muy importantes para rearmar una coalición amplia. Por ejemplo, no hay un solo economista destacado, o de renombre en la centro-izquierda, que haya querido tomar el liderazgo en esa materia. Eso es una debilidad fuerte y además no podemos obviar la debilidad que tiene en su propia casa: el Partido Comunista.

-Se ha dicho mucho que la delantera de José Antonio Kast tiene que ver también con errores no forzados de Evelyn Matthei. ¿Es así o responde a una mejor lectura de la sociedad?
-Hay condiciones estructurales y condiciones particulares. Las condiciones estructurales, que son la polarización y el populismo, dificultan una candidatura que se estructura en propuestas, en experiencia y en entregar gobernabilidad. Todos esos conceptos son difíciles de traspasar hoy a la gente. Pero también han existido errores no forzados, de dirección en su comando. José Antonio Kast, en cambio, ha cometido pocos errores y ha tenido una cierta consistencia en su línea. Pero ojo que estas circunstancias van a cambiar: a medida que la elección presidencial se acerque, los desafíos son distintos.

-¿Hay más interés en esta que en otras elecciones?
-Diría que esta es una carrera presidencial que está inmersa en un marco que tiene dos grandes características: una de polarización y una de populismo. Y esos marcos dificultan mucho la reflexión sobre las propuestas, la reflexión sobre el contenido. Más bien lo que activan es una comunicación de eslóganes, de etiquetas. Y hay un desafío muy grande de pasar de las etiquetas a los contenidos, de las declaraciones a cómo se debieran ejecutarse esas declaraciones. Hay algunos candidatos que se refugian demasiado en esos los eslóganes con mucho énfasis en la valentía, en el carácter, en la determinación.

-¿En la personalidad?
-En la personalidad. Y, en algunos casos más que en otros, no solamente se definen a sí mismos, sino que desdeñan a los otros por la falta de algo. Se definen o por descripción o por oposición. Hay pocos candidatos intentando poner en el debate algunos contenidos. Y eso uno lo ve en los debates, en la respuesta, en la preparación, en los powerpoint que se presentan.

-Es esa lógica, ¿cómo clasificarías a cada candidato?
-Sería un poco injusto situarlos muy estrictamente en uno u otro lado. Pero si vemos, por ejemplo, a Jeannette Jara, es una candidata que en los debates está intentando, más que una propuesta, ocultar una cierta identidad. Y eso se nota. Y se nota cuando, por ejemplo, habla de la nacionalización del cobre (incluida en su programa para las elecciones primarias) y lo asocia a un error. Me parece difícil entender esa declaración así. No es que los candidatos no se puedan equivocar, pero parecería que una idea tan potente, tan fuerte, tan arraigada en el Partido Comunista, no es el tipo de temas en los que uno pueda equivocarse, u olvidarse, o no poner especial atención. Ahí hay un problema que tiene más que ver con cómo se sitúa una candidata comunista en una propuesta más amplia. Y ahí la pregunta que me surge permanentemente es a qué se debe ese cambio en una persona que ha militado, que ha tenido convicciones, que ha defendido esas propuestas, que ha tenido cargos en relación a los planes de su partido. Ese giro, ¿a qué se debe? ¿Hay circunstancias reales que permitan anclar y sustentar ese cambio? ¿Se debe a un cambio que la candidata tuvo en su concepción del bien común? ¿Lo entiende hoy de una manera distinta? ¿O simplemente es una apuesta pragmática para conquistar votos? Esa dualidad, esas tensiones, se sienten.

-¿Y en la derecha?
-Si miramos hacia la derecha, Johannes Kaiser es bastante evidente en esa forma de comunicación más bien populista y polarizante. Yo lo he visto en varios debates a él y a las personas que lo representan y no he tenido la oportunidad de ver cuáles son sus propuestas concretas. Más allá de desdeñar y más allá de apelar a modelos que están funcionando en otros lugares y que son sus referentes -Milei, por ejemplo- no he visto propuestas. Y sí he visto errores garrafales en los números, errores garrafales en qué significa reducir los impuestos, errores garrafales en qué significa o cuál es la capacidad que se tiene para reducir, por ejemplo, los empleados públicos, errores garrafales para justificar una reducción de impuestos en base a una obtención de recursos al cerrar programas sociales.

-¿Kast?
-Él tiene, digamos, una comunicación muy efectiva y eficiente respecto de seguridad y migración, fundamentalmente. En creci miento puede ser un poquito menos eficiente, aunque es capaz de empaquetar contenidos claros que la ciudadanía reconoce. Eso, comunicacionalmente, ha sido un acierto. Me queda por ver qué es lo que hay dentro de esos paquetes, cuáles son las medidas reales, cuáles son los tiempos, quiénes son las personas, cómo se van a ejecutar esos planes, cuáles son las prioridades dentro de las muchas necesidades que cada plan tiene. Reconociéndole eficacia en la comunicación, creo que le falta contenido.

-¿Y Evelyn Matthei?
Evelyn Matthei es la más fuerte en términos de contenido, de programa, de propuestas. Su fortaleza está ahí, no solo en sus equipos y su experiencia, no solo en los contenidos, sino que su propuesta de país está pensada, articulada, es realista. No vende humo. Está anclada en lo que es posible, que es algo muy relevante. Le ha faltado quizás una forma comunicacional más eficiente para que esas ideas que tienden a ser más con ceptuales -la gobernabilidad, la experiencia- logren un enganche más concreto y más directo con la ciudadanía.

-¿Qué pasa con los otros candidatos, como Franco Parisi o MEO?
-Franco Parisi, me parece, es el populista quizá más de manual. Ahí hay una oferta que tiene que ver, una vez más, con separarse de la política. Eso también lo tiene Johannes Kaiser. O sea, el fenómeno de la casta está puesto ahí en su máxima expresión con propuestas que son más bien declaraciones de principios, que tienden a enganchar con las legítimas necesidades ciudadanas, pero que carecen de contenido. Marco Enríquez Ominami juega en una cancha distinta en parte porque esta es la quinta vez
que va en la carrera. Tiene oficio, pero lo que es curioso es que en una elección más bien polarizada, él se define a sí mismo como alguien que es capaz de alcanzar acuerdos.

-En todo tu análisis se repite el tema de las emociones. Siempre ha sido clave en las campañas y al momento de gobernar. Pero, ¿está siendo más importante en esta elección?
-Sí, tenemos una elección que se está jugando más en las emociones que en la racionalidad. Eso suele ocurrir en todas las elecciones, pero aquí yo te diría que está exacerbado por tres elementos que son importantes. Primero, las redes sociales, que generan una permanente polarización y una cierta confirmación de los sesgos. Lo segundo es que esta elección se juega, sin lugar a dudas, en tres ejes: la seguridad, la migración y el crecimiento. Pero el concepto de crecimiento está dado por algo concreto, con preguntas como: ¿puedo llegar a fin de mes? ¿logro encontrar un empleo? Esas son vivencias muy cercanas de la ciudadanía. Vivencias que tienen una relación bastante más emocional que racional con lo que están buscando como solución. Entonces se apela más a quién es la persona que puede solucionar el
problema, más que a otros parámetros de derecha o izquierda. Lo tercero, es que esta es una elección que tiene todavía el halo de lo que ocurrió en Chile en el estallido social.

-¿Más que la elección pasada?
-Distinto a la elección pasada. El ambiente de la elección pasada estaba marcadísimo por el proceso constituyente. Hoy está marcado por un cierto cansancio, por un cierto agotamiento de la política, por una cierta distancia que también tiene que ver con emociones muy ligadas al miedo a que esto se vuelva a repetir. Entonces eso también sitúa la elección en un contexto menos racional. Eso siempre ha sido así, pero hoy está exacerbado y eso es un riesgo, porque en el fondo impide conocer realmente lo que cada candidato propone y se pueden generar muchas expectativas no cumplidas.

-Un riesgo de mayor populismo…
-Un riesgo enorme, que es doble. Estas expectativas incumplidas, la ineficiencia de la política, van de alguna manera fortaleciendo la distancia entre el ciudadano y la capacidad política para procesar sus necesidades. Eso produce un desapego, que vemos en todas las encuestas, respecto de la relevancia de la democracia. Y hay que observar qué es lo que nos ha llevado a eso. O sea, desdeñar el populismo per se, me parece que es analíticamente un error. En el fondo hay algo que ha hecho surgir esta tentación populista, y yo creo que también ahí hay que mirar y reparar pensando hacia el futuro.

-¿Qué ha hecho surgir ese populismo? Porque es un fenómeno global…
-Tiene mucho que ver con una sensación o con una experiencia, más bien, de una cierta hegemonía ideológica sin contrapeso, que en el caso de los últimos años y del mundo, ha estado más bien ligada a la izquierda, a lo que se ha llamado la mirada woke. Algo que también tiene que ver con la crisis de la globalización. El ciudadano global parece estar de alguna manera en cuestión. Lo que nosotros vemos hoy día en el mundo es una cierta demanda por nacionalismo, por proteccionismo, por seguridad. Y tiene que ver también con la primera propuesta constituyente, que de alguna manera recogía ese ambiente woke que se generó en su minuto y al que Chile le dijo no con enorme fuerza y claridad.

-¿Cómo se une la idea de una elección que se juega más en la emocionalidad con el gran número de debates que hemos presenciado? ¿Tiene que ver con la preocupación por el crecimiento? Muchos de los encuentros han sido convocados por el mundo empresarial.
-Hay una lectura positiva, lo dice siempre Ignacio Briones, en que el concepto del crecimiento se haya instalado como algo positivo y deseado. Durante el estallido social y la primera convención constitucional, el crecimiento estaba completamente en cuestión. El crecimiento, llevado a la crisis de empleo, a la permisología, está hace rato en el debate chileno y no solo en lo presidencial. Sin embargo, a pesar de que eso es muy positivo, también hemos visto una mixtura compleja entre el empresariado y la política. Y la hemos visto muy concretamente en este absurdo “si no se ponen de acuerdo, no hay plata”. Yo eso lo veo muy complejo.

-¿Cuál debiese ser el rol del empresariado en una elección?
-El rol del empresariado, y es lo que hemos visto en términos generales, debe ser propositivo. El empresariado es un actor político y social relevante y por lo tanto es importante que manifieste cuáles son sus preocupaciones, que proponga soluciones, pero solo como un actor más. A mí los foros, los debates sobre temas económicos, me parecen fantásticos, estupendos… pero eso es una cosa muy distinta a las últimas declaraciones.

-Decías al principio que había un desafío de pasar luego al estadio de los contenidos. ¿Quién es el responsable de dar ese paso?
-Cada uno de los candidatos y sus comandos son responsables de mostrarle a la ciudadanía, con la máxima claridad posible, sus propuestas de fondo. También tiene un rol el periodismo: debe abrir espacios y no quedarse solamente en la polémica. Y también hay una responsabilidad ya no solamente de los equipos programáticos, sino de los equipos comunicacionales de ser capaces de traducir los contenidos de manera ágil. Es difícil dar el paso pensando en que la evidencia internacional ha demostrado en el último tiempo que los contenidos no hacen ganar una elección, pero no por difícil hay que dejar de intentarlo, ¿verdad?

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