
Susana García no recuerda exactamente cuándo comenzó a instalarse en las mesas de trabajo diciendo: “Explícamelo como si fuera una mujer”. Tomar conciencia de los sesgos asociados a ella y visibilizarlos fueron factores clave en la ecuación con la que esta ingeniera civil fue determinando cuál podía ser su aporte en el mundo profesional. Hoy, como directora ejecutiva de TVN, García lleva un año sumida en una de las tareas más desafiantes de su carrera: sacar a la televisora del cuarto lugar de sintonía y ayudar a paliar los casi $15 mil millones de pérdidas que se generaron en 2024, básicamente por deudas de arrastre.
“Ingresé a trabajar en los años 90 y tuve la suerte de asumir responsabilidades ejecutivas muy tempranas”, dice García. “Naturalmente, el mundo donde me movía inicialmente era un mundo de hombres, por la universidad donde estudié y por la familia donde me eduqué. No era un medio donde me sintiera incómoda”, explica esta hija y nieta de ingenieros, menor y única mujer de tres hermanos, y madre de dos hijos de 17 y 22 años.
Hoy, al frente del canal con la red territorial más extensa del país, García ha constituido un equipo ejecutivo donde las mujeres no quedan en desventaja ante los hombres. Cuenta que esa igualdad es parte de la cultura de la organización a la que llegó después de ocupar puestos de gestión en CHV, casinos Enjoy y VTR. “Fue muy grato llegar a TVN y encontrarme con mesas ejecutivas equilibradas, ver una cantidad importante de profesionales mujeres liderando áreas, mujeres directoras de TV. De cinco productores ejecutivos, cuatro son mujeres”, destaca.
Sin duda, ha atestiguado el cambio cultural vivido desde sus años universitarios en el campus Beauchef de la Universidad de Chile, donde Susana García fue parte del apenas 10% de las alumnas mujeres que ingresaban a inicios de los años 90 a la carrera de ingeniería. Hoy, el porcentaje de mujeres que entran a primer año alcanza el 33%. Gracias a políticas de incentivos y cuotas, se ha ido revirtiendo la situación.
– ¿Cómo se fue instalando en usted la conciencia de la ausencia de una mirada de género en su profesión?
– Fue ya en el campo laboral. En las observaciones de las mesas de trabajo empecé a notar que las visiones eran particulares a los sesgos de esas personas que las integraban. Y, al menos entonces, el género no estaba incluido. No voy a decir que eran mesas particularmente machistas o misóginas, ni mucho menos. En ese minuto creo que ni siquiera se identificaban las diferencias de género. Pero sí sentía que la mirada que había no me representaba necesariamente, ni en las opiniones ni en la aproximación para un tema particular.
– ¿Qué sintió que esa mirada podía aportar?
– La aproximación al género me llevó a darle valor a las mesas heterogéneas, tanto en género como en edad, formación y nivel sociocultural; y eso es mucho más complejo porque los ejecutivos terminan siendo mayoritariamente de élite. Entonces, lo que me empezó a pasar, para sacarlo de la dinámica de género, es que me daba cuenta de que todos miramos desde el lugar donde nos criamos y nos educamos. Todo era una conversación súper ABC1 en general, de universidades de élite, de la Chile y la Católica. Y dije: “pero esto sólo nos representa a nosotros mismos”.
Para abrir la óptica de las discusiones, Susana García fue instalando su propia diferenciación: el ser mujer y plantearlo como algo que merecía atención, obligaba al resto a recapacitar sobre su propia posición.
Recuerda que tuvo la suerte de que en su primera compañía, VTR, se propiciaba el aporte que las miradas diversas podían dar. Es más, incluirlas era clave para lograr que el negocio escalara más allá del sector oriente de la capital donde la TV de pago se instaló en los primeros años.
“Una de mis primeras experiencias laborales en VTR fue en la zona suroriente de Santiago: Macul, La Florida, Puente Alto, La Cisterna. Y no sabíamos cómo se consumía televisión ni qué se consumía. Entonces, recorrimos la ciudad para poder distinguir la forma de vivienda del chileno en distintos sectores socioeconómicos, vimos cuántos televisores había en esos lugares, cómo les llegaba el cable, cuánto tiempo se demoraba un servicio técnico en hacerse o no hacerse, por qué se colgaban, qué sucedía en el consumo de esa casa. Eran los tiempos en que todo era por cable, no por internet”, recuerda. “Poder entrar a los hogares de esas personas es algo que me ha servido para toda mi experiencia laboral posterior”, añade.
-¿Cómo ocupa ese aprendizaje hoy?
-Tiene que ver con el entendimiento, con que las ganas de entender al otro es algo fundamental. Porque sí, soy mujer, soy blanca, de 50 y tantos años, ingeniero y qué sé yo… Entonces, tengo la claridad de que represento un segmento, una mirada. Y cuando estamos hablando del contenido, yo puedo poner en la mesa la opinión de ese segmento, pero lo que queremos lograr, o lo que tenemos que hacer, no tiene nada que ver solo con mi opinión, sino que con dónde están las otras miradas, lo que quieren las audiencias.
Entender a las audiencias es hoy más que nunca una urgencia, porque el medio televisivo está sumido en una revolución: la industria enfrenta una crisis de financiamiento por la migración del avisaje hacia las plataformas digitales, hay múltiples pantallas de visionado y se ha roto el hábito del consumo líneal, porque se puede acceder a los contenidos en cualquier minuto.
Al momento de esta entrevista en su oficina de Bellavista 0990, Susana García ya tenía en sus manos resultados preliminares de la nueva medición de sintonía, una que cambia la medida de los puntos de rating por la de miles de personas, y se confesaba expectante por las tendencias y revelaciones que podrían surgir.
“Estamos tratando de ver qué hay de cierto en tantos mitos, frases que se dicen. Los datos muestran que no es verdad que la televisión abierta esté muriendo. Si sumamos los cuatro canales de televisión, en un mes llegamos a un 90% de las audiencias. O sea, no es verdad que tanta gente no vea televisión, como muchos declaran. Y nos sorprendemos, por ejemplo, con datos de covisionado. Aunque todavía hay poquita información, vemos que existe consumo compartido frente a una misma pantalla. Las familias o integrantes de la familia se reúnen a ver la televisión abierta. Y probablemente en TVN vamos a dar ciertas sorpresas, porque nosotros ya habíamos levantado cierta información de que teníamos mayor covisionado que otros canales”, cuenta.
Sacar adelante una programación más familiar como el estelar de cocina Masterchef, que ya está en carpeta; seguir bajando los costos de producción, como los mil millones que ahorró en 2024; y enfrentar los desafíos de un año electoral con una red de centros regionales que le permiten cumplir con la pluralidad que le exige la ley, son parte de los desafíos de Susana García para este año.
-¿Puede proyectar un años 2025 mejor de lo que fue el 2024?
– Sí, desde la perspectiva operacional. Ahora, hay $5.500 millones que tienen que ver con obligaciones públicas (deuda por créditos del Estado) que yo no puedo obviar. Entonces, necesito generar un margen para pagar esas obligaciones. Y eso es súper desafiante.