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Jaime Gazmuri: “TVN necesita de un gran acuerdo nacional”

El nuevo presidente del directorio de TVN retoma un vínculo que lo acompaña desde los años noventa, cuando participó en la redacción de la ley que dio origen al modelo de televisión pública. Dice que el canal logrará en 2026 financiar su programación, pero que la deuda acumulada y el futuro de la red pública en el mundo digital dependen de una nueva ley. “Y esa tarea no es del directorio ni mía: es del Congreso y del Gobierno”, asegura.

Había pasado un año desde que dejó Caracas tras la orden de expulsión del gobierno de Maduro y Jaime Gazmuri, exembajador en Venezuela, ya pensaba en el retiro, en ordenar sus archivos y escribir sus memorias. “Desde el punto de vista político, seguía como militante de base del PS, observando el país con atención, pero sin compromisos. Estaba muy contento en eso, hasta que me llamó la ministra Camila Vallejo”, cuenta el también exsenador. Dice que fue citado a La Moneda para el día siguiente y él fue sin preguntar por qué. “Intuía que podía ser para hacerme cargo de Televisión Nacional”, agrega.

Su llegada al canal público ocurre en un momento crítico. TVN acumula deudas, enfrenta la caída sostenida de la inversión publicitaria y la pérdida de audiencia frente a la oferta digital. Antes de él ya han pasado dos presidentes de directorio nombrados por el presidente Gabriel Boric y el gobierno corporativo ha enviado comunicaciones públicas que hablan de la “inviabilidad de la empresa”.

—¿Por qué aceptó el desafío si estaba ya en otra etapa?
—Porque soy de la tradición republicana de que a los presidentes que uno apoya, cuando piden un servicio, no se les dice que no. Además, me atrae mucho el servicio público. Tengo un compromiso prolongado con TVN: fui parte del Consejo Nacional de Televisión, integré el directorio en 2019 y participé, siendo senador, en la negociación que dio origen a la ley de 1992.

Desde su oficina en Bellavista 0990, el exsenador habla con calma y lucidez sobre el pasado y el futuro del canal estatal. Recorre su propia historia con la televisión, desde las negociaciones de 1992 hasta la era del streaming, y sostiene que el debate sobre la televisión pública es, en el fondo, una discusión sobre el alma de la democracia chilena.

—Esa ley del 92 estableció las bases de la televisión pública plural. ¿Cómo recuerda ese proceso?
—Fue una discusión muy relevante. Buscamos acuerdos en tres temas que hoy vuelven a estar sobre la mesa: misión, gobernanza y financiamiento. Concordamos en hacer una televisión pública, no una televisión del gobierno, como había sido antes, en tiempos de Frei, Allende y la dictadura. Fijamos en la ley misiones públicas: promover valores democráticos, derechos humanos, educación cívica, identidad nacional. Lo que no logramos fue acuerdo en el financiamiento. Nosotros queríamos un modelo mixto, con aporte estatal y competencia publicitaria, como la mayoría de las televisiones públicas del mundo.

—¿Por qué la derecha se opuso?
Esa negociación la llevó Jaime Guzmán. Concordamos en casi todo, menos en el financiamiento. La derecha tenía —y sigue teniendo— una cierta tentación libremercadista. Finalmente, lo que sí hizo el Estado es hacerse cargo de la deuda que tenía el canal entonces, que era mayor a la que tiene hoy, y el modelo funcionó bien por veinte años, en un contexto de crecimiento económico y aumento de la inversión publicitaria.

—¿Y qué cambió?
—Cambió todo el ecosistema audiovisual. La digitalización transformó la forma de producir y consumir contenidos. Desde 2014-2015 hubo una caída de 40% en la inversión publicitaria en televisión abierta (migrando al mundo digital), que era nuestra principal fuente de ingreso. A eso se suma que los costos no bajan: producir buena ficción o programas de alto valor sigue siendo caro.

—¿Cuándo comenzó a perder liderazgo TVN?
—Por ahí por 2015. Y no solo por errores internos. La crisis es mundial. En ese momento, el canal perdió uno de sus pilares: el área dramática. El área de prensa se mantiene fuerte, pero la dramática era central.

Financiamiento mixto

A los 80 años Jaime Gazmuri precisa que no es un técnico en televisión, pero sí un televidente que aprecia y guarda nostalgia frente a producciones como Romané (2000), la telenovela sobre el mundo gitano que por estos días retransmite la señal con buenos resultados en su franja de emisión. Según la oficina de comunicaciones, se ubica siempre entre el primer y segundo lugar.   

—Se suele decir que el directorio de TVN está demasiado politizado. ¿Comparte esa crítica?
—No. El directorio representa al Estado, al dueño. Y es en el Congreso donde se ve representado, en los distintos partidos. Que tenga un componente político tiene sentido en una empresa pública. Ojalá sus miembros sean personas con criterio y sentido de servicio. Mi experiencia, tanto en 2019 como ahora, es que hay un directorio comprometido con la función pública del canal, no mezquino ni sectario.

—¿Cómo han sido sus primeros acercamientos al gobierno?
—A los pocos días de asumir, tuvimos una reunión con la ministra Vallejo y el ministro Grau. Me parece que fue muy constructiva. Se recompuso la relación institucional entre el directorio y el Ejecutivo. Hoy hay coincidencia en que TVN necesita una nueva ley. Y esa tarea no es del directorio ni mía: es del Congreso y del Gobierno.

—¿Por qué considera indispensable ese nuevo marco legal?
Porque el modelo actual está agotado. Necesitamos un financiamiento mixto, reglas claras de gobernanza y una definición de misión actualizada. Y eso requiere de un gran acuerdo nacional.

—¿Por qué debería ser prioridad un acuerdo sobre televisión pública cuando hay tantas urgencias sociales, como seguridad y salud?
Porque la democracia siempre es una prioridad, y TVN en eso es central. Un Estado sabio debe atender todas las necesidades: seguridad, salud, cultura. La inversión en democracia es fundamental, sobre todo en países que saben lo que es perderla.

—Usted fue embajador en Venezuela. ¿Qué aprendió allí sobre el rol de los medios públicos allá?
—Que una dictadura lo primero que hace es cerrar los medios de comunicación. En Venezuela no hay pluralismo. En Chile, durante la dictadura, tampoco. Por eso defiendo tanto que exista un canal público fuerte: garantiza pluralismo informativo y fortalece la democracia.

—¿Hay acuerdo político sobre esa idea?
—Más del que se cree. Hoy nadie propone cerrar TVN, entre otras cosas porque tiene prestigio ciudadano. Tal vez la élite lo discuta, pero la gente valora al canal. Es una marca identitaria.

Superar las tensiones electorales

—¿Cómo ha visto la cobertura electoral y los programas de servicio público en esta etapa?
—Estamos cumpliendo bien la misión. Hemos organizado foros en todos los distritos del país, transmitidos por la señal nacional y el cable. Somos el único canal que lo ha hecho. Además, tenemos el programa Candidato, llegó tu hora, que permite a los postulantes exponer sus ideas con tiempo, y Vota por la niñez, en la señal infantil y cultural NTV que pone en agenda un tema central y poco visibilizado. Es el tipo de aporte que diferencia a una televisión pública.

—¿Qué imagen tiene del clima interno en TVN?
—Muy buena. Hay un equipo comprometido, un clima laboral positivo y una administración eficiente, cohesionada y respaldada por todo el directorio. Ese es un gran capital para enfrentar la crisis.

—Se ha hablado de entregar una parrilla autofinanciada a diciembre de 2026. ¿Es viable?
—El compromiso es tener un plan de financiamiento aprobado para ese año que lo permita. No empiezo ni termino nada solo: este es un proceso institucional. Pero tengo confianza en que se cumplirá.

—Usted formó parte del Senado durante la transición. ¿Ve posible hoy un acuerdo político de ese nivel?
—El país es distinto, pero sigo confiando en que hay grados de razonabilidad. Tras las tensiones electorales, espero que las aguas vuelvan a su nivel y podamos construir ese acuerdo. Es indispensable para que TVN siga cumpliendo su función pública.

—¿La clase política de hoy le da las mismas garantías que la de entonces?

—Esos son temas que quedarán para las memorias que escribiré (sonríe).

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