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Carlos Pinto: “Los criminales no son como los de ayer. El valor de la vida se ha devaluado”

El creador de Mea Culpa y de la novela “El camino de las bestias”, reflexiona sobre la violencia como espejo de una sociedad que ha olvidado su humanidad: “Seguimos siendo animales domesticados, pero la domesticación se pierde”. Por eso, recomienda: “El primer lugar donde el próximo presidente debiera mirar es la cárcel”.

Carlos Pinto habla con el mismo ritmo con que por décadas ha hipnotizado a millones de televidentes, pero ahora su escenario es otro: la hoja en blanco. En una oficina en los altos de Avenida Kennedy, el creador ha dado vida en los últimos a años a tres libros donde vuelve a contar historias de suspenso, la última de ellas es El camino de las bestias.

“Siempre tuve la idea de escribir un libro —dice—, pero eran ganas sin tiempo. Creía que un libro se podía hacer en una semana… Qué ignorancia la mía frente al arte de escribir”, confiesa. Aun así, Carlos Pinto dice que la transición le resultó natural. “Escribir guiones y escribir literatura son primos hermanos. Estudié cine, así que conozco el método de contar historias dramáticas. La gente me ve y me cuenta historias: en el metro, en la calle. Soy un depositario de cuentos interesantes”, declara.

—¿Y cómo decides cuáles de esas historias merecen transformarse en un libro?
—Cuando una historia me queda resonando. No necesito escribirla: me queda lo medular, la esencia. A veces la completo en mi cabeza. Es como un chiste que uno va mejorando cada vez que lo cuenta. Y como un músico sabe cuándo un instrumento desafina, yo sé cuándo una historia está afinada

De ese archivo invisible nació El camino de las bestias, su tercera novela. “Nunca digo basada en hechos reales. Prefiero decir inspirada, porque la inspiración es una gran respiración. Mi primer libro tenía un 85 % de inspiración; este, un poco menos, pero la esencia persiste”.

Protagonizada por un trío de médicos que se conoce desde la universidad, la trama arranca en medio del desierto, durante la investigación policial de un crimen sin resolver. A lo largo de las más de 300 páginas, el autor irá presentando personajes ambivalentes, marcados por traumas de infancia, con gran sed de venganza, pero dedicados en su vida pública al bien común… Así, capítulo a capítulo, escena a escena, la prosa de Carlos Pinto sugiere que cualquiera puede ser el malhechor.

 “Cualquiera puede convertirse en asesino —afirma Carlos Pinto—. Fuimos animales y seguimos siéndolo. Nos domesticamos con la educación, la sociabilidad, la filosofía… pero la domesticación se pierde”.

—¿De verdad cree que cualquier persona podría cruzar ese límite?
—Sí. Cuando enfrentas algo para lo que no tienes registro, actúas al azar. Dentro del azar puede aparecer la violencia. En cambio, cuando tienes registro, opacas la ira con racionalidad. Eso es lo que evita el crimen.

En sus novelas y programas, esa frontera es constante. “Siempre pensamos que quitarle la vida a alguien es fácil. Y puede serlo. Pero los muertos pesan más. Ahí uno se recibe de asesino. No quiero asustar a la gente: quiero decir qué importante es la educación, la primera capa de domesticación”.

El fenómeno Mea Culpa

Pinto evita hablar como experto, aunque su experiencia empírica compita con la de cualquier criminólogo: “No soy psicólogo ni sociólogo —dice—, pero he construido este conocimiento mirando, escuchando, entrevistando. La base de nuestra estructura se forma en la niñez. Si las marcas son profundas, puedes maquillarlas, pero quedan. Y cuando ese niño crece, muestra comportamientos extremos. Por eso la educación es clave”.

Pinto cuenta una anécdota que le demostró el rol que su narrativa puede jugar en la sociedad:
“Una vez, en una discoteca, un tipo se me acercó y me dijo: ‘Gracias a su programa no maté a mi mujer’. Había visto Mea culpa la semana anterior. Eso me confirmó que el arte puede modificar conductas, aunque sea por segundos”.

Su programa, que solía incluir entrevistas a los criminales en medio de su reclusión carcelaria, fue estudiado en los años 90. “Un sociólogo concluyó que Mea culpa tenía un efecto educativo. Las madres decían a sus hijos: ‘¿Ves ese tipo? vivía aquí a la vuelta y mira cómo llora’. Si eso sirve para que alguien reflexione, valió la pena”.

Treinta años después, Pinto observa un país distinto. “Los criminales de hoy no son como los de ayer. El valor de la vida humana se ha devaluado”, dice.

—¿A qué lo atribuye?
—A una regresión hacia la animalidad. Hoy ya no se mata por hambre, sino por poder. Antes el miserable robaba un pan; hoy se ansía un auto, una marca, pertenecer. Es la codicia, no la necesidad.

El realizador apunta también a los medios. “Hacemos una apología inconsciente de la delincuencia. Todos los días mostramos portonazos y asaltos. Pareciera que el país entero está en guerra. Un turista prende la tele y no quiere salir. Pero seguimos siendo el país más seguro de Sudamérica; lo que cambia es la percepción. Y esa percepción alimenta el miedo”.

Entonces lanza su frase más política:
Si yo fuera presidente, lo primero que haría sería mirar las cárceles. Ahí está la radiografía del país. Las cárceles no rehabilitan, solo cuidan. Los programas de reinserción son privados. El Estado no paga para que se rehabiliten, sino para que estén encerrados. Y así seguimos girando en el mismo círculo”.

—¿Ha pensado abordar el crimen organizado, el Tren de Aragua?

Prefiero no analizarlo mucho, porque solo se le da vitrina. Cuando mostramos al delincuente como estrella, hay jóvenes que quieren pertenecer a ese club. Es terrible, pero es así: la pertenencia hoy se busca en la violencia.

Psicópatas en streaming

La marca de Carlos Pinto en la pantalla perdura hasta hoy con las reemisiones de Mea Culpa y El día menos pensado en TVN. La frase “Nada hacía presagiar” se volvió parte del lenguaje cotidiano y su imagen emergiendo entre las tinieblas, su estética personal.

—¿Cómo nació ese estilo?
—De un error técnico —ríe—. En la primera grabación de Mea Culpa en una de las torres de la excárcel pública, las máquinas de humo no funcionaban: o no salía nada, o parecía un incendio. A las cuatro de la mañana dije: “Me voy”. Entonces ordenaron tirar todo el humo de golpe, y quedé envuelto como un santo.

Sobre la frase insigne, admite que cuando comenzó a ver que se la atribuían como una muletilla se dio el tiempo de buscar, capítulo a capítulo de El día menos pensado, su aparición: “Solo en par de ellos dije algo así como ‘nada hacía presagiar’. Nunca más. Entonces, cuando ahora cuando me llaman para hacer una publicidad por ella… Imagínate el rédito que me da una cosa que mencioné un par de veces, pero que quedó una marca”, sonríe quien también se ha convertido en rostro de empresas relacionadas con la seguridad.

Hoy Carlos Pinto está concentrado en su nuevo proyecto audiovisual. Por cierto -y como diría su voz en off-, el autor rodea con un velo de misterio los detalles de su próxima creación:

“Estoy escribiendo una serie sobre un psicópata, inspirada en parte en el caso de Hugo Bustamante. No quiero adelantar mucho. Me he reunido un par de veces con él. Solo cuando paso la mitad del camino, ya no hay vuelta atrás, pero antes prefiero guardar silencio”.

—¿Dónde planea estrenarla?
—La idea es ofrecerla a plataformas internacionales. Tuve buena experiencia con Irreversible, que Canal 13 vendió a Amazon Prime. Estaba mi foto al lado de Robert De Niro y Brad Pitt, imagínate… Sé a cuáles puertas golpear.

Mientras tanto, se dedica a fortalecer su vínculo de novelista. En cada firma de libros se forman filas que lo sorprenden:

Lo más lindo es cuando alguien me dice: ‘Este es el primer libro que leo’. O cuando me cuentan que gracias a Mea Culpa decidieron cambiar su vida. No busco santificarme, pero si un programa o un libro evita un crimen, valió la pena”.

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