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Cuatro libros para una isla desierta: Luis Poirot

Luis Poirot, uno de los más grandes fotógrafos chilenos de todos los tiempos, se define como “100% análogo”, tiene más de 50 años de oficio y es miembro de la Academia Chilena de Bellas Artes. Recientemente se acaba de estrenar el documental El Último Testigo, dirigido por Francesc Relea, donde retrata su vida y obra. Sobre los libros que llevaría a La Isla Desierta, comenta: “Estando en una etapa mayor de la vida, espero que no terminal todavía, quedan muchas preguntas sin resolver a través de este recorrido. Aprovecharía esta ocasión de aislamiento para volver a ellas y quizás encontrar respuestas… o aumentar el desconcierto”.

El Rey Lear de William Shakespeare

“Desde siempre ha sido mi obra preferida, llena de contradicciones y ambigüedad. Las relaciones entre padre e hijos, la sabiduría y la tontera en la vejez, el valor de la amistad, el arrepentimiento cuando ya es muy tarde, la generosidad y el egoísmo en las relaciones. En fin, los materiales de los que estamos esculpidos y que nos llevan a un final que no siempre es feliz. ¿Cuánto de mi vida hay en ella?”.

Canto General de Pablo Neruda

“Obra enorme, llena de cimas y oscuros valles. A veces tediosa, pero siempre revelando nuestro mestizaje cultural. Me enseñó que la cultura de Europa y la de América son las mías, que ambas me pertenecen y me moldean, que somos el resultado de ese cruce. Leo y releo a Neruda y, como siempre con los grandes
poetas, a veces un verso o dos palabras quedan resonando en mi interior con respuestas o interrogantes”.

Ver Es Un Todo: entrevistas y conversaciones 1951-1998 de Henri Cartier-Bresson

“Inagotable los misterios que proponen sus imágenes. Algunas he tardado más de treinta años en leerlas. Sus palabras provocan e inquietan siendo un estímulo para tomar la cámara, no para imitar, sino para encontrar en nuestro interior”.

La gaviota y el tío Vania de Antón Chéjov

“Siempre he pensado que Chéjov es un autor chileno. ¿Quién mejor describe una conversación entre nosotros? Lo realmente importante se omite y se dan largos rodeos para decir algo que nos concierne. No existe el no, siempre es un condicional, un quizás en suspensivo y, cuando acontece algo trascendental como la muerte del protagonista, está fuera de vista y predominan las risas y las bromas de los que ocupan la escena para aliviar la situación y que la vida siga igual. ¿Hay algo más chejoviano que ocultarnos la verdad de una dictadura y que hoy estemos ante la posibilidad de elegir un gobernante que la defiende? Si algún visitante quiere conocernos, que lea primero a Chéjov”.

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