Fue el 9 de mayo pasado cuando unos maestros de la construcción estaban trabajando en la casa de Ericka Karner, en San Francisco, EE. UU., cuando encontraron entre los escombros que estaban removiendo, un ataúd que estaba enterrado. Sorprendidos, llamaron a la policía.
Resultó que luego de las averiguaciones policiales, se descubrió que al interior del ataúd había una niña de aporximadamente tres años, que sostenía una rosa en sus manos. La pequeña habría muerto hace casi 145 años y puede ser un cuerpo olvidado del Cementerio Odd Fellows, que antes estaba en la zona, pero que fue cerrado y sus cadáveres trasladados a una fosa común.
De la niña se ha podido saber que se llamaba Miranda y que su familia tenía una buena posición económica, por las terminaciones minuciosas de su ataúd, y por la preservación de su piel. La niña de rizos rubios estaba vestida de blanco y su cuerpo rodeado de eucaliptus y en su pecho tenía una cruz con flores.
El problema es que la dueña de la casa, Ericka Karner, deberá hacerse cargo del cuerpo y pagar entre 7 mil y 22 mil dólares. “No parece lo correcto. Entiendo que un árbol esté en tu propiedad, ésa es tu responsabilidad. Pero esto es diferente. La ciudad decidió mudar todos estos cuerpos 100 años atrás, y ellos deberían mantener sus decisiones”, comentó la mujer al San Francisco Gate.
