
Desde el inicio de su pontificado en 2013, el Papa Francisco se distinguió por su sencillez, humildad y cercanía con las personas.
A diferencia de sus predecesores, evitó los protocolos rígidos y optó por un estilo directo, cálido y accesible, que le valió el cariño de millones en todo el mundo.
Eligió vivir en la Casa Santa Marta, en lugar del Palacio Apostólico, para mantenerse más cerca del personal del Vaticano y dar una señal clara de austeridad. Rechazó los lujos, usó un anillo sencillo y prefirió autos modestos, gestos que reflejaban su deseo de una Iglesia más humilde y menos distante.
Pero más allá de los símbolos, su cercanía se vio en su forma de relacionarse con la gente ya que abrazaba a los enfermos, se detenía a conversar con niños, bendecía a personas en la calle y escuchaba con atención las historias de quienes sufrían.
Las 10 claves del Papa Francisco para una vida feliz
En el año 2014, cuando llevaba apenas unos 500 días como líder de la Iglesia Católica, el Papa Francisco ofreció una entrevista al periodista argentino Pablo Calvo, de diario Clarín.
Durante cerca de una hora y media de conversación en la Casa de Santa Marta, en el Vaticano, el Papa compartió una visión más íntima y personal, dando como resultado un reportaje titulado “Francisco Íntimo”, donde se reflejaba su estilo directo, cercano y profundamente humano, muy alejado del protocolo y las formalidades típicas de su cargo.
Ante la pregunta “¿cuál es la fórmula de la felicidad?”, el Papa Francisco respondió:
- Vive y deja vivir: “Acá los romanos tienen un dicho y podríamos tomarlo como un hilo para tirar de la fórmula esa que dice ‘anda adelante y deja que la gente vaya adelante’. Vive y deja vivir es el primer paso de la paz y la felicidad”.
- Entregarse a los demás: “Si uno se estanca corre el riesgo de ser egoísta. Y el agua estancada es la primera que se corrompe”.
- Moverse remansadamente: El Papa Francisco, citando la novela Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes, reflexionó sobre el paso del tiempo. Comparó la juventud con un arroyo impetuoso y la adultez con un río sereno en movimiento. Destacó el valor de envejecer con humildad y benevolencia, y afirmó que los ancianos representan la memoria de un pueblo, por lo que cuidarlos es esencial para tener futuro.
- Jugar con los niños: “El consumismo nos llevó a esa ansiedad de perder la sana cultura del ocio, de leer, disfrutar del arte. Ahora confieso poco, pero en Buenos Aires confesaba mucho y cuando venía una mamá joven le preguntaba: ‘¿Cuántos hijos tienes? ¿Juegas con tus hijos? Y era una pregunta que no se esperaba, pero yo le decía que jugar con los niños es clave, es una cultura sana. Es difícil. Los padres se van a trabajar temprano y vuelven a veces cuando sus hijos duermen. Es difícil, pero hay que hacerlo”.
- Compartir los domingos con la familia: “El otro día, en Campobasso, fui a una reunión entre el mundo de la universidad y el mundo obrero. Todos reclamaban el domingo no laborable. El domingo es para la familia”.
- Ayudar a los jóvenes a conseguir empleo: “Hay que ser creativos con esta franja. Si faltan oportunidades, caen en la droga. Y está muy alto el índice de suicidios entre los jóvenes sin trabajo. El otro día leí, pero no me fío porque no es un dato científico, que había 75 millones de jóvenes de 25 años para abajo desocupados. No alcanza con darles de comer: hay que inventarles cursos de un año de gásfiter, electricista, costurero. La dignidad te la da el llevar el pan a casa”.
- Cuidar la naturaleza: “Hay que cuidar la creación y no lo estamos haciendo. Es uno de los desafíos más grandes que tenemos”.
- Olvidarse rápido de lo negativo: “La necesidad de hablar mal del otro indica una baja autoestima, es decir: yo me siento tan abajo que en vez de subir, bajo al otro. Olvidarse rápido de lo negativo es sano”.
- Respetar al que piensa distinto: “Podemos inquietar al otro desde el testimonio para que ambos progresen en esa comunicación, pero lo peor que puede haber es el proselitismo religioso, que paraliza: ‘Yo dialogo contigo para convencerte’, no. Cada uno dialoga desde su identidad. La Iglesia crece por atracción, no por proselitismo”.
- Buscar activamente la paz: “Estamos viviendo en una época de mucha guerra. En África parecen guerras tribales, pero son algo más. La guerra destruye. Y el clamor por la paz hay que gritarlo. La paz a veces da la idea de quietud, pero nunca es quietud, siempre es una paz activa”.