Corea del Norte volvió a encender las alarmas en Asia tras lanzar varios misiles balísticos de corto alcance desde las afueras de Pyongyang hacia el noreste. Los proyectiles recorrieron unos 350 kilómetros antes de caer, aunque las autoridades surcoreanas no precisaron su punto de impacto.
Se trató del primer lanzamiento desde mayo, cuando el régimen ensayó supuestos contraataques nucleares, y el primero bajo el mandato del presidente surcoreano Lee Jae-myung. El Ejército surcoreano aseguró que detectó movimientos previos al lanzamiento, siguió los misiles tras ser disparados y mantiene una “vigilancia y preparación reforzadas” junto a sus aliados, compartiendo información con Estados Unidos y Japón.
“No hubo impacto en la seguridad de Japón ni daños reportados, y Tokio mantendría una estrecha cooperación con Estados Unidos y Corea del Sur compartiendo datos de alerta de misiles en tiempo real“, declaró la nueva primera ministra japonesa Sanae Takaichi, citada por The New York Post.
El lanzamiento se produjo a pocos días de la cumbre de líderes de la Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en Corea del Sur, que contará con la presencia de Donald Trump y Xi Jinping. Aunque el encuentro se centra en integración económica, el gesto de Pyongyang reintroduce la cuestión nuclear en la agenda regional.
Analistas interpretan la maniobra de los misiles como un intento de Kim Jong-Un de reforzar la posición negociadora de Corea del Norte ante Washington, Beijing y Seúl.
El líder norcoreano ya había mostrado este mes su nuevo misil balístico intercontinental Hwasong-20, presentado como “el arma nuclear estratégica más poderosa” del país. Observadores consideran que el régimen podría probarlo en los próximos meses, en una demostración de fuerza tras el estancamiento del diálogo nuclear con Estados Unidos. “Estoy listo para reanudar el contacto con Estados Unidos, pero Washington debe abandonar su exigencia delirante de desnuclearización“, había advertido Kim.
Mientras tanto, el presidente Lee reiteró su compromiso con una “nueva era de coexistencia pacífica” en la península, aunque no hay indicios de un posible encuentro con el líder norcoreano.