La publicidad que vemos en estos días, previos a la celebración de un nuevo día de la madre, evoca figuras diversas en torno a la imagen que la sociedad chilena tiene de lo que significa ser madre y de los valores asociados a esta identidad en nuestra cultura.
Un denominador común que no deja de preocupar es la reproducción de la idea de la “mamá modelo”, que cumple a la perfección la multiplicidad de mandatos presentes. O la “super mamá”, que, cual heroína sortea cotidianamente, un tanto sola, las “pruebas” en el ejercicio de la maternidad, muchas veces a costa de su bienestar físico y mental, con el fin de cumplir las expectativas que sobre ella ha construido la sociedad y los medios culturales.
Más que enarbolar la proliferación de “super mamás”, lo que necesitamos es madres menos estresadas y más co-rresponsabilidad. Primero, en las familias y en las parejas, para renegociar ese “contrato de género tradicional” que permita que las responsabilidades parentales sean compartidas y co-asumidas. Así contribuiremos a superar una cuestión que se ha ido instalando fuertemente en las mujeres madres de nuestro país, que es la pobreza de tiempo.
Segundo, la co-rresponsabilidad en los roles que asume el Estado y la comunidad (incluyendo aquí al mercado laboral) en diálogo con las familias. Más soluciones de cuidado infantil van en esa dirección, así como implementación de medidas de conciliación familia y trabajo, pero para todos, hombres y mujeres.