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4 de Junio de 2021

Constitución, Pedagogía y Ciencias Sociales

Existe un contraste entre la expresión de los ciudadanos y la acción estatal en relación a estas áreas de conocimiento. Mientras que la ciudadanía escoge a mujeres y a hombres con formación en el área de las Ciencias Sociales y la Pedagogía para ejercer como constituyentes, el Estado de Chile durante las últimas décadas ha elaborado políticas que demuestran una profunda desconfianza y desvalorización de estas mismas áreas.

Por Felipe Zurita y Eduardo Carrasco
De un total de 155 constituyentes electos, 45 corresponden a personas que se han formado en diferentes áreas de las Ciencias Sociales. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Felipe Zurita y Eduardo Carrasco es Profesor de Historia y Ciencias Sociales, y profesor de Matemática y Computación, respectivamente. Investigadores del Departamento de Educación Básica de la UMCE

Chile vivió uno de los procesos electorales más relevantes de los últimos años. Las ciudadanas y ciudadanos fueron convocados para escoger representantes para ocupar cargos de diferente naturaleza, a saber: constituyentes, gobernador regional, alcaldes y concejales.

A la luz de los resultados, es importante destacar algunos elementos que nos permiten reflexionar sobre las orientaciones y expectativas políticas de la ciudadanía, tales como la contundente presencia de mujeres elegidas en cargos de alta importancia, la opción por escoger a personas que se posicionan con independencia de los partidos políticos tradicionales, el fracaso electoral de los partidos políticos de derecha y centro-izquierda más comprometidos con la herencia neoliberal de la Dictadura Cívico-Militar o la presencia de representantes de pueblos indígenas en la elección constituyente, entre muchos otros.

Dentro de los resultados más específicamente vinculados a la elección de constituyentes, aquí queremos destacar la elección de mujeres y hombres vinculados al campo de las Ciencias Sociales y específicamente aquellas y aquellos con formación profesional vinculada a la Pedagogía. De un total de 155 constituyentes electos, 45 corresponden a personas que se han formado en diferentes áreas de las Ciencias Sociales, representando un 29,3% del total de constituyentes. Al mismo tiempo, 20 corresponden a personas con formación en Pedagogía, lo que representa un 12,9% del total. Constituyéndose así en la segunda área de los constituyentes después del área de Leyes, y en particular la Pedagogía; la segunda profesión mayoritaria de los constituyentes.

Observando estos datos, de una manera preliminar, es posible compartir las siguientes reflexiones: La primera reflexión va en la línea de señalar que probablemente la ciudadanía reconoce a las trayectorias asociadas a las Ciencias Sociales como legítimas y relevantes para enfrentar la tarea de construir una mejor sociedad. En especial, en la construcción de una nueva Constitución Política que organice y regule la vida de las chilenas y los chilenos de un tiempo en adelante. Pareciera, por tanto, que se reconoce que esta tarea de alta complejidad y valor en nuestra sociedad no se reduce a una técnica como muchas veces se busca promover.

La segunda reflexión va en la línea de hacer un necesario contraste entre la expresión de las y los ciudadanos y la acción estatal en relación a estas áreas de conocimiento. Mientras que la ciudadanía escoge de forma maciza a mujeres y a hombres con formación en el área de las Ciencias Sociales y la Pedagogía, en tanto actores relevantes de la comunidad, el Estado de Chile durante las últimas décadas ha elaborado políticas que demuestran una profunda desconfianza y desvalorización de estas mismas áreas.

Ejemplos de esta desconfianza y mirada desvalorizadora son: a) la ausencia de políticas robustas para apoyar económica y estratégicamente la creación y divulgación de conocimiento en Ciencias Sociales y Pedagogía, como así también en las Artes, en comparación a otras áreas de conocimiento; b) la ausencia de apoyo robustos a las unidades académicas dedicadas a la formación inicial y continua de docentes y el exceso de políticas de rendición de cuentas dirigidas a las mismas; c) la desconfianza sobre las y los jóvenes que optan por estudiar Pedagogía, que son objeto de políticas sistemáticas de evaluación basada en estándares sin parangón con otros perfiles de estudiantes; d) las ausencia de políticas que aborden de manera integral y efectiva las inadecuadas condiciones de trabajo docente al interior del sistema escolar que empujan al profesorado a enfrentar la dicotomía constante entre abandonar la carrera o mantenerse al interior de la misma a pesar del agobio y falta de apoyo; e) el retroceso y fragmentación de la presencia de las Ciencias Sociales en el currículum escolar; entre otras.

La tercera reflexión corresponde más bien a la expresión de una expectativa: aquella que va en la dirección de asumir de que esta es una oportunidad histórica para, primero, reconocer el valor de las Ciencias Sociales y la Pedagogía dentro de nuestra sociedad y, segundo, entender que es importante valorizar y potenciar estas áreas de conocimiento y desarrollo profesional, puesto que son vitales para entender nuestra vida de una forma más compleja y favorecer formas de convivencia marcadas por rasgos crecientemente democráticos.

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