
Es interesante hablar de política, discutir ideas, entender el significado del pragmatismo, asociar lo que pasa en Chile con lo que sucede en el mundo, pero es mucho más excitante, desde mi profesión, hablar del consumo político y, por ende, de la comunicación.
Toda contienda electoral es un evento de ilusiones entre todos los políticos aspirantes a ser elegidos y que supera largamente las expectativas de la ciudadanía, especialmente en estos tiempos de apatía social en los que hay que empujar a la gente hacia la práctica del voto. Estamos en tiempos de irrelevancia democrática…
Desde ese lugar en el que se compite por un poder prestado por cuatro años, hay políticos que gritan más fuerte, otros que debaten ideas y proyectos, y los que son falsamente motivados por los medios que le anticipan una carrera segura a La Moneda.
De allí la creencia en las encuestas de opinión, que generalmente siguen una corriente que después se torna adversa, tal vez porque el ciudadano común resulta impredecible y hasta genera respuestas convenientes, solo por tomar una posición socialmente “respetable”.
Hoy en Chile, las encuestas tienen aparentemente a dos candidatos posibles muy parejos con aproximadamente un 18% de intención de voto cada uno, lo que hace suponer que se enfrentarían en una posible final electoral. Evelyn y José Antonio.
¿Será la derecha moderada o la derecha “dura” disfrazada de moderación la que se lleve el trofeo? Todo parece estar de ese lado, aunque las mismas encuestas mantienen un 40 % de un electorado que es “ni-ni”, por lo que desde una lógica electoral nada parece estar resuelto. Y de sorpresas ya estamos hechos.
De lo que si podemos conversar y opinar con mas certezas es de las campañas y del posicionamiento de los candidatos, de su alineamiento y sus alianzas, de los que suman y los que restan a las propuestas y de temas que ponen como prioridades en sus agendas.
Respecto a esto último, no es necesario ser un adivino para entender que las agendas desde todos los lados proponen los mismos temas, por lo que los candidatos no van a competir con ideas y propuestas, sino con hacer alarde de su capacidad para llevarlas a cabo.
Seguridad, bolsillo e inmigración (ligada a la seguridad) son los temas que preocupa al ciudadano común, que es quién define el voto. Hablar de crecimiento, de eficiencia del Estado, de generación de inversiones o del debate ideológico entre lo privado y lo público, no son temas que incidan en el inconsciente colectivo.
Y sobre esa agenda conocida, seguridad y bolsillo, los candidatos deberán ajustar su relato, pero muy especialmente su posicionamiento.
En tal sentido, deberán revisar cual es el vínculo que están generando con la sociedad y no sólo con sus partidarios, considerando que el 40% “ni-ni” juega el partido principal que va más allá de las adhesiones fanáticas.
El posicionamiento es el significado que el candidato tiene en la sociedad, a favor o en contra, algo que vivimos en la elección anterior dónde Boric ganó cómodamente por parecer el menos “malo”, quizás porque ese Kast no representaba lo políticamente correcto para ganarse el voto, aún de la propia derecha y no quedaba simpático votarlo. Un juego simbólico que no todos saben jugar.
El mapa de posicionamiento implica trabajar sobre un eje que transita entre la identificación y la identidad, entre la dependencia y la independencia, entre lo afectivo y lo social.
Desde ese lugar, la derecha nunca tuvo un vínculo afectivo sino más bien racional, social e independiente de la masa mayoritaria. Siempre ganó cuando era una instancia pragmática válida, sostenida en un principio economicista y de orden. Evelyn y José Antonio, representan ese cuadrante racionalista con diferente impronta, pero es un cuadrante dónde lo afectivo no aparece.
Del otro lado, la izquierda sensible social y emotiva, insistirá en su rol maternal de protección y de abuela “nucleadora” para resolver una agenda imposible de cumplir sin acciones concretas. Un relato tan atractivo como vacío. ¿Pero quién sabe lo que es “vacío”?
Surge el cuestionamiento repetido: ¿Qué le falta a Chile Vamos para fortalecer el discurso lógico de una promesa racional para la mayoría?
Esta pregunta tiene relevancia, porque la derecha en cualquiera de sus tonos debe hablarle a una mayoría a la que histórica e histéricamente no emociona. Ningún economista y ningún guardia de seguridad son emocionantes, como sí lo puede ser un artista popular o un personaje épico.
En tal sentido, es posible otro vínculo por explorar y explotar, el mismo que utilizó el Frente Amplio ante una generación adormecida, que despertó ante lo “cool” que implica lo diferente por ruptura con la lógica. La revolución siempre es un símbolo sexual, y el sexo, como el miedo, vende.
Claro que la agenda presente no tiene nada de sexy porque los temas no son épicos, pero hay que ponerle al relato un enfoque simbólico que transforme la racionalidad en pasión. Y en ese sentido hay que salir a buscar al adversario y desnudarlo, y no quedarse pasivo pensando en el triunfo que dan las encuestas cuando todavía nada empezó a jugarse. Emocionar con la competencia frente a la escasez de carisma.
Todavía Evelyn no ganó y con su falta de relato parece comenzar a mirar la carrera desde atrás. Parece que su equipo se sostiene en acuerdos “políticamente corporativos”, con tecnicismos que resolvería la Inteligencia Artificial, pero que no motivan ni movilizan emociones. Más que técnicos y politólogos, Evelyn necesita un coach comunicacional.
José Antonio tampoco ganó, pero su sigilosa y silenciosa presencia desconcierta. Su postura es claramente más sólida que Evelyn, aunque tampoco emocione.
Y Carolina, que para muchos no tiene opción, todavía no perdió. Tiene la potencia comunicacional de la izquierda, aunque en este caso el mensaje supera al mensajero.
Todo se juega en un campo dónde la clave está en el posicionamiento.
Un consejo: A no dormirse.