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Transparencia y probidad

Principios que definan claramente las atribuciones y límites de los organismos del Estado, en defensa de la libertad de los ciudadanos, no pueden quedar fuera del debate ni de nuestra futura Carta Fundamental.

Señor director:

Cuando se habla de que el Estado debe estar al servicio de las personas, lo que se persigue es ubicar al ciudadano como centro y foco de la actividad estatal. Es perfectamente posible compatibilizar un Estado eficaz para cumplir sus tareas con una ciudadanía activa y empoderada. En este sentido, es relevante mantener las exigencias de transparencia por cuanto estas permiten el control hacia la autoridad por parte de la ciudadanía, junto con una activa participación en la gestión y discusión de los asuntos públicos.

De igual importancia es el principio de probidad, que exige que toda actuación estatal tenga por finalidad la satisfacción del interés público, lo que permite enfocar los recursos y esfuerzos en la correcta gestión hacia el bien común. La revisión de las Bases de la Institucionalidad es especialmente importante, ya que ellas recogen los principios y valores fundantes tanto del ordenamiento jurídico como del sistema político. Principios que definan claramente las atribuciones y límites de los organismos del Estado, en defensa de la libertad de los ciudadanos, no pueden quedar fuera del debate ni de nuestra futura Carta Fundamental.

 

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Defender el saludo, el reconocimiento y el traspaso ordenado no es defender a un gobierno ni a una coalición. Es defender una idea de país donde el poder es transitorio, las instituciones permanentes y la democracia algo más que un resultado electoral. Tal vez por eso, en medio de un vecindario convulsionado, Chile sigue siendo —cuando honra estas prácticas— la envidia del barrio.

Foto del Columnista Julio Sánchez Julio Sánchez