Con todo lo formal y conservador que es, el abogado Carlos Larraín es un verdadero díscolo. No se deja pautear. Se manda a cambiar cuando las cosas no le parecen, como lo hizo varias veces en el gobierno del ex presidente Sebastián Piñera. Rompe filas cuando otros siguen una senda, como pasó ahora que su partido comprometió su apoyo a Evelyn Matthei, pero él se puso del lado de José Antonio Kast. Y aunque diga que está retirado de la política, el ex presidente de RN tiene la destreza de no estar en la primera línea de la contingencia, pero sí de influir tras bambalinas. A Larraín le importa el acontecer nacional. Le entusiasma estar atento a la jugada y pareciera que también le encanta seguir siendo un actor aunque no esté en el rol protagónico.
-Estamos en un momento político un poco tenso. A ratos, hay un ánimo medio crispado. ¿Lo huele usted?
-Bueno, yo mantengo los ojos bien abiertos. Y lo que está pasando en política es una reverberación de lo que está pasando en el cuerpo social. Excúsame el término, porque es un poco elegante de más. Pero nosotros estamos constando un cierto fracaso del orden social. ¡Cómo hacernos los tontos!
-¿Qué significa ese fracaso del orden social?
-Estamos en una sociedad en que se acabaron los puntos de referencia. Tienes un retroceso del cristianismo, un retroceso de la idea de Patria, esa de don Antonio Varas, de don Manuel José Irarrázaval, en fin… No se trata de echarnos a morir tampoco, pero la idea de Patria está sumamente borroneada. Después tienes la irrupción de la inmigración. Yo estoy muy a favor de la inmigración porque, entre otras cosas, todos somos hijos de inmigrantes. Además, la inmigración es una fuente de riqueza social, de variedad auténtica. ¿Pero qué pasa? Aquí se nos inyectó una inmigración deliberadamente irregular.
-¿De parte de quién?
-Los partidos de izquierda apostaron por la inmigración como una manera de desactivar a la sociedad chilena. Y lo han logrado.
-¿Ni un mea culpa respecto del gobierno de Piñera?
-Piñera hizo un esfuerzo organizado por tratar de depurar un poco el cuadro. Pero el problema hoy es tan gordo que yo no sé cómo se va a arreglar.
-¿Realmente se puede decir que el problema migratorio es puramente responsabilidad de la izquierda? ¿Las cosas no son más sistémicas?
-Tú tienes toda la razón. Es muy difícil sustraerse a una tendencia universal. Me refiero al wokismo, a la falta de un sentido de pertenencia, a la resistencia a cualquier noción de orden. Todo eso está en el aire y flota. Y te diría más. Otro elemento de licuefacción de la sociedad es el retroceso de la institución familiar. No es que uno esté pensando en la familia donde hay un señor con cuello de palomita y la señora con cremolina. No, pero la familia es una incubadora. Y aquí la incubadora está descompuesta.
-Pinta un horizonte oscuro. ¿Cómo se sale de ahí?
-Creo que el cuadro -que no es enteramente asumible a la izquierda- es complejo. Hay muchos factores en juego, pero hay uno puramente político: el sistema electoral que es completamente disolvente. ¿Cómo sustentas un gobierno medianamente eficaz? No puedes gobernar si tienes 24 partidos políticos en acción. No voy a cachiporrearme, pero yo hice un intento por mejorar el binominal con Ignacio Walker. Los dos de la mano y tuvimos el apoyo del medio mundo. Me refiero a los políticos de entonces. No los de ahora. Pero aún así, no resultó.
-¿La derecha no tiene responsabilidad en algunos de estos procesos?
-Mira, creo que haber perdido la elección, como la perdimos en la derecha en el año 2013, tuvo un efecto muy malo. La coalición de la Nueva Mayoría liquidó a la Concertación y bajo ese gobierno se produjeron leyes como la gratuidad universitaria, la muerte gradual de la educación particular subvencionada, cosa que yo considero letales.
-Visto así, ¿cree que la guerra cultural en Chile la ganó la izquierda?
-Yo creo que sí.
Kast: más previsible
-Se dice que desapareció el centro político y el valor de la moderación. ¿Están ganando los extremos?
-La palabra moderación da para todo, pero es un término relativo. La verdad es que yo no descubro extremismo ni siquiera en la campaña de la señora Jara, que ha hecho grandes esfuerzos por zafarse del PC. Incluso está de punta con el jefe de su partido. Luego veo a un Johannes Kaiser que dice cosas muy típicas del europeo que observa que la cultura occidental se ha ido al suelo. Eso no es necesariamente extremoso. Y no es que yo vaya a votar por Kaiser, no.
-Usted va a votar por Kast.
-Ya, pero no nos metamos ahí. Lo que quiero decir es que esto de usar descalificaciones tan radicales es otro de los malos síntomas que tenemos. Ahora, la señora Jara dice que es una socialdemócrata. Yo entiendo que hay algo de táctica, pero sinceramente no veo afirmaciones violentas ni las cosas típicas del extremismo político en ella. No he escuchado a nadie diciendo que hay que echar abajo el sistema democrático.
-Entonces, ¿no es de los que creen que Jeanette Jara y José Antonio Kast -que van primeros en las encuestas-, estén anclados en los extremos?
-No. No veo en los extremos ni a doña Jeanette ni a José Antonio.
-Llama la atención que usted esté apoyando a Kast. Él no es de RN, no representa a la centro-derecha…
-Bueno, pero Renovación Nacional está apoyando a la señora Matthei que es de la UDI… Está inscrita en ese partido.
-Pero hay un acuerdo en Chile Vamos. Es usted el que se salió de la fila. ¿Por qué cruza la frontera? ¿Por qué introduce ese ruido?
-Le respondo breve para meterme en el asunto y cerrarlo. Yo no apoyo a la señora Matthei, pero tampoco estoy a cargo de su sepultación. Hasta ahí llego. En conciencia, a mí no me pueden obligar a votar de un determinado modo, aunque pertenezca a un partido.
-¿Por qué Kast?
-Bueno, porque lo he visto trabajando. Es un hombre muy equilibrado, ha tenido una vida esforzada, porque sus padres fueron inmigrantes que llegaron a Chile en condiciones durísimas y salieron a flote a punta de ñeque. Y José Antonio, de joven, acompañó a sus padres en el esfuerzo. Además, es un hombre tranquilo, previsible. Permítame decirle que la previsibilidad en política es muy determinante.
-¿Y eso no lo tiene Matthei? Me refiero a lo previsible.
-Yo creo que José Antonio Kast lo tiene en grado eminente. Él es equilibrado, redondeado.
-¿Redondeado?
-Sí, es redondeado en marcar posturas. No oscila. Y yo creo que más sorpresas políticas pueden terminar de sepultar a este país completo.
-Usted pertenece a una derecha que los republicanos califican como “derechita cobarde”…
-Es una calificación que no debieron usar y que hoy día les está penando, porque dificulta otros acuerdos que serán necesarios. ¿Quién ha gobernado solo desde 1990 en adelante? Absolutamente nadie. Los acuerdos son necesarios.
-Mirando hacia atrás, ¿a usted nunca le gustó esa centro-derecha que en algún momento encarnó la patrulla juvenil?
-No es cierto. Yo siempre fui hiper partidario de Andrés Allamand. Le encontraba condiciones, gusto por la política. Tenía su personalidad y absoluto desapego por la plata, cosas muy valiosas para mi gusto. Así que no es verdad que haya tenido discrepancias frontales con la famosa patrulla juvenil. Ahora, convengamos que en esa patrulla había un poco de todo…
-Cierto, también estaba Sebastián Piñera, con el que no se llevaba muy bien…
-Mire, lo que me hizo ponerme un poco de punta con el gobierno de Sebastián Piñera y su equipo cercano, fue que ellos no reconocieron nunca el factor político. Se atrincheraron en la idea de que la mejora económica era la pócima.
-¿Su pelea fue con la derecha economicista?
-Exactamente, porque es una forma de reducir la realidad. Un año abogué por una mejora en el salario mínimo. Casi me mataron dentro del Segundo Piso, como si hubiera dicho una barbaridad. Yo creo que en ese grupo -que no es la derecha completa- ha habido una visión muy parcializada de la realidad, poca lectura.
-¿Es la derecha de Chicago?
-La ultra concentrada en lo económico. Dime tú: ¿cómo puedes desconocer la importancia de la política en la vida de un país? ¡Absurdo!
-¿Y eso lo representa Evelyn Matthei hoy día en el escenario político?
-Ella asumió el rol de continuadora del legado del gobierno de Sebastián Piñera, y se ha rodeado de personas que encarnan esa manera de hacer las cosas.
-¿Esa manera economicista?
-Entre otras señas. Hay otros ingredientes también, pero llego hasta ahí no más.
-Ya, ¿pero su razón de fondo es porque ella vendría siendo la heredera de Piñera?
-La continuadora de una manera de gobernar que resultó mal. No lo personalicemos. Me refiero a una manera de hacer las cosas que no produjo buenos efectos.
-Esa manera permitió que la derecha llegara el poder en dos ocasiones…
-Y yo ayudé mucho a que así fuera. Pero el primer gobierno de Sebastián Piñera terminó con el gobierno de la Nueva Mayoría. Es decir, con Michelle Bachelet más el Partido Comunista. Esa alianza terminó con la Concertación.
-Pero no puede culpar de eso a Piñera.
-No, no, pero es un resultado. Dígame usted: ¿Por qué se terminó eligiendo a doña Michelle y a la Nueva Mayoría? Simplemente porque no se llevó a Andrés Allamand como candidato a la presidencia y perdimos por capotera en el año 2013, pues. No me hagas ahondar más en detalle…
-¿Es la elección donde estaba Pablo Longueira también?
-Claro, pero Longueira renunció a la campaña en agosto del 2013 y ahí asumió -a incitación del equipo de Sebastián Piñera-, doña Evelyn Matthei que obtuvo un 37% de los votos.
-¿No pasó la prueba?
-Bueno, ella ya estuvo en esa situación y le fue mal. ¿Y qué pasó en el segundo gobierno de Sebastián Piñera? En los años 2019 y 2020 le tocó la desgracia de la pandemia. Manejaron bien el proceso de vacunación, pero acuérdese que nos quedamos hasta sin Constitución. Entonces, francamente, a mí seguir con esa mano en el juego de naipes no me puede dejar contento. Creo que hay que hacer un cambio de enfoque y un cambio de personal. Las dos cosas.
-¿En el fondo lo suyo es una crítica respecto de un camino que ya se probó?
-Efectivamente. Y súmale que en el segundo gobierno de Piñera apareció el gobierno del Frente Amplio y que, si no ocurre el rechazo del primer proceso constitucional del 4 de septiembre, quizás cómo terminamos.
-Para entender bien, ¿usted considera que Evelyn Matthei es una fórmula que ya se probó?
-Efectivamente. Eso puedo decirlo lealmente.
-¿Y por eso su apuesta por Kast?
-Exactamente.
-¿Cree que aquí podrían aparecer nuevos personajes en escena? Por ejemplo, ¿qué opina de Franco Parisi? Dicen que está creciendo en el pasto de la derecha más que al frente…
-No sé bien qué es lo que está representando él. No creo que alguien sepa. Pero efectivamente el señor Parisi plantea una disyuntiva embromada. Eso es real.
-Digamos que no lo mira en menos…
-No lo miro para nada en menos. Después de la primera vuelta podemos llegar a una situación en que haya que elegir entre el señor Parisi y la señora Jara.
-¿De verdad?
-Hoy día las cifras no lo dicen. Pero como en la derecha está operando esta especie de canibalismo, bueno, en una de esas la gente dice: “¿Sabe qué más? Prefiero esta carta nueva aun que resida en Miami”. Me dirás que estoy exagerando, pero de repente un revulsivo sirve para el análisis.
-¿Está especie de guerra civil en las derechas podría abrirle la puerta a una figura como Parisi?
-Es posible. Y eso te podría dejar teniendo que elegir entre lo malo-malo y lo malo-regular. Es bien embromado el asunto.
Baile de máscaras
-¿Jeanette Jara le parece una buena candidata?
-O sea, es una candidata muy bien elegida. Es una mujer relativamente joven. Habla bien, razona bien. Es atractiva como candidata. Qué duda cabe. Tiene sus puntos al haber…
-¿Representa algo distinto?
-Bueno, es que si representa la postura clásica del Partido Comunista, evidentemente está en un problema. Pero si se deslastra, puede que eso le ayude mucho para la elección. Mi problema es que yo no sé lo que pueda pasar después. Vuelvo a lo que le dije: cuando nació la Nueva Mayoría, el PC se comió la Concertación, pero no estaban en la Presidencia. Entonces, ahora con el PC encabezando un gobierno, perfectamente puede ocurrir que se fagociten a todos los espíritus tenues que votaron por ella sin ser comunistas. Quédate con esas palabras: “espíritus tenues”. Me gustó.
-Ahora, si usted dice que la guerra cultural la ha ganado la izquierda, ¿entonces Jara tiene buenas posibilidades?
-Claro que sí. Ella está respondiendo a un deterioro de la base social muy evidente. Mire, el Partido Comunista era archiconservador en materia de costumbres. Existía la Comisión de Cuadros. No sé si tú conoces el tema, francamente pintoresco. Bueno, en la Rusia soviética se premiaba a la mamá de la familia numerosa. Y de pronto, post año ́90, el PC descubrió que habían otras banderas. Como el sovietismo había colapsado, se subieron las banderas de la disolución social, que rindió grandes dividendos para la izquierda. Con un vuelco, ya te digo, curiosísimo. Pero en fin, la izquierda es de geometría variable, como esos aviones que estiran las alas y después las recogen.
-¿No habrá algo de prejuicio? Recuerde los temores que había en torno a Gabriel Boric y su gobierno no hizo borrón y cuenta nueva.
-Creo que Jara es más consistente que Boric. Sin duda. Lo de Boric ha sido una especie de aventura juvenil. Lo de la señora Jara es un programa sostenido a través del tiempo. Para el Partido Comunista es muy parecido a un ciclo histórico. Ellos tienen una visión de largo plazo. Mantienen esa línea.
-Da la impresión que Jeanette Jara no le quita sueño, ¿es así?
-Le digo más todavía: yo estoy feliz de que doña Jeanette sea candidata a la presidencia de la República.
-¿Por qué?
-Porque se acabó el baile de máscaras. Todas estas ridiculeces, esos nombres de fantasía, como Apruebo Dignidad o La lista de la unidad, en fin, todo lo que representaba Rojas Vade, todo eso era una engañifa. Se escondieron detrás de unas máscaras ecológicas, de emancipación individual y colectiva, de abolición de la propiedad, de exterminio de los ricos. En cambio, con doña Jeanette Jara ya se sabe que el Partido Comunista es el que está detrás, un factor muy determinante. Es el PC. No hay nombres de fantasía aquí. Con esto se decantan las cosas. Se sabe quién está al frente.
-En ese sentido, ¿quiere decir que el actual escenario político es el mejor posible?
-En plan político es el mejor, sin la menor duda.
-¿A la derecha también se le acabó el baile de máscara?
-Bueno, yo creo que están bastante claras las posturas. No hay mayor disimulo.