El confort del emperador sin ropas
La debacle moral de la elite empresarial es un mal chiste. Es de un patetismo de mala ópera. Es de hara kiri y tontera. En todo el resto del mundo las debacles suenan algo más épicas o glamorosas. Desde Berlusconi a Donald Trump, los "cagazos" al interior del penthouse de la productividad tiene una dosis de elegancia, aunque sea salpicado de puterío o balazos. Puede sonar a chiste repetido de Coco Legrand, con eso de que solamente en Chile pasan ciertas cosas. Pero nuestra singularidad es que justo aquí, el espectáculo del ricachón en tela de jucio, o la caída en pique de la credibilidad en la clase empresarial, no es de oro ni de luces fluorescentes. Es de papel confort.
Columnista